112 lihtne REPERTORIO AMERICANO al acabar este cuento, el Bienaventurado, dirigiéndose al rey, que estaba pálido, le dijo: El Tathagata afina los oídos espirituales de los poderosos; si tú oyes aullar al perro, joh rey. piensa en las enseñanzas del Buda, y podrás aprender todavia a calmar al monstruo. Controlus por PABLO CARUS. El Erangelio de Buddha. De siete a nuevo LAS DOS HORAS PARA EL BIEN De acuerdo de haber escrito cuando más agitados eran los debates en torno del famoso: tema de organización del trabajo, llamado «de las ocho horas»
una página optimista. Su título era De siete a nucre, Aludia a las dos horas arrancadas al monopolio del quehacer profesional, y a la manera de ocuparlas con fruto. De siete a nueves, en grupos humanos que jamás habían conocido un «de siete a nueve de libertad, icaben táptas cosa s! Cabe así, sinceramente, me lo figuro el principio de una era nueva, y el imperio de una mejor Idea social, trabajadora y pacífica, de eficacia hasta hoy únicamente alcanzada con la Idea social, inmemorialmente nacida de la guerra.
Tal vez no existe hoy, para gobiernos y para conciencias, responsabilidad general más grave que la derivada de la existencia y de las posibilidades de este «de siete a nueve. Los doctores BARNARD y Gye que acaban de descubrir los gérmenes del cáncer.
Pero, entre las más hermosas de éstas, nunca nos hubiéramos atrevido a imaginar algo tan significativo y tan prontamente logrado, como lo que envuelve cierta noticia, cuya emoción recorre hoy el mundo, cuya comprobación puede tal vez mañana salvarle de uno de sus máximos horrores. La del descubrimiento de las causas específicas del cáncer, digo. de la probable preparación de una vacuna que lo prevenga o cure.
La famosa revista médica inglesa The Lancet ha lanzado el descubrimiento. El telégrafo lo ha difundido por todas partes. Al fundado escepticismo que, en los primeros días, acogiera tal publicación, sucode ya la confianza. Crece ésta cada día. Sábese que los resultados obtenidos son ya suficientes para permitir las mejores esperanzas.
La curiosidad, la admiración y ya la gratitud han aprendido a la vez el noinbre de los descubridores.
Los dos son ingleses. Uno se llama Gye. El otro, Barnard.
Este no es un médico. Aquél, hace muy pocos años, no lo era todavía.
Pues ¿qué es, profesionalmente, Barnard. Qué era, hace unos pocos años, profesionalmente, el hoy doctor Gye? quél es un tendero. Este era un obrero, los dos el «de siete a nueve. que, en Inglaterra, es claro, es un «de cinco a sietes les ha emancipado.
Barnard es un patrón sombrerero. Tiene su tienda en Londres, on Jeermyn Street. Una afición intensa le ha llevado a trabajar en el microscopio. Por mucho tiempo no ha podido satisfacerla. La tienda, la tienda que él poseía que se figuraba poseer le esclavizaba. Pero ahora la jornada de trabajo es menos absorbente. Mr. Barnard tiene un par de horas libres, y en ellas frecuenta el laboratorio de Mornt Vernon. Representa demasiado pico dos horas cada día para el trabajo científico? No sé si en España llegan media docena los médicos y los catedráticos de De. dicina que cuenten con tanto.
Gye era un obrero ferroviario. En otras épocas, como Barnard con su tienda, Gye hubiera tenido que emplear todo el tiempo en servir su locomotora. Ya no ocurre asi, El joven ferroviario. ambicioso de más altos designios, ha podido ahora tener su ade siete a nueve. o su equivalencia. Compró libros. Estudió. Llegó a graduarse en medicina. La investigación le atraía. a la investigación pudo darse iuuy pronto, porque también los médicos del mundo empiezan a poder contar con su «de siete a nueve. Hoy el patrono Baruard, el obrero Gye, han podido devolver con creces a la causa de las luces lo que la causa de las luces les ha otorgado.
Esta energía de las dos horas para el bien, también las pueden tener para el mal. No sé cómo andarán ahora las cosas en Asturias. Pero en la trasguerra, con la disminución de dos horas entre los mineros, se observó este cambio: aquellos que antes bebían sidra se pusieron a beber ajenjo.
Donde caben todas las esperanzas, caben todos los temores. Así no me cansaré de repetir la palabra: responsabilidad.
EUGENIO Ors (auero Junio, Madrid. Imprenta y Librería Alsina. San José de Costa Rica Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica