Repertorio Americano 239 de oro.
Finales de fábulas LA EDAD DE ORO EL CUERVO El Cuervo que había pretendido ser águila y.
Lecturas para niños quedó preso eu la lana del cordero, al querer levantarlo, murió poco después de que el pastor lo cortó (Suplemento al Repertorio Americano)
las alas.
Antes de morir, agonizante ya, fué arrojado en el polvo, frente a la choza del pastor.
Estaba a punto de arrepentirse de su osadia, LA GALLIXA DE LOS HUEVOS DE ORO cuando un niño, al pasar, llamó a otros diciéndoles. Miren un pájaro grande. Será un águila. Era fea. Tenía la crestita pálida y las plumas Al oírlo, el Cuervo se irguió, agitando los muñode un blanco amarillento. Sus patas eran grandes, nes de las alas cortadas, como si fuera a volar y toscas. Solía caminar con el pico abierto y las alas murió sin arrepentirse.
colgantes, con el aspecto de un campesino que llega. a la ciudad.
LA TORTUGA LA LIEBRE Los. gallos: nunca se fijaron en ella, cuando fue Mientras la Liebre dormía, con sus patas, estirapollita; no le hicieron jamás la corte, extendiendo al das, la Tortuga con la que había apostado una caala, como un abanico, sobre el espolón agudo.
rrera, se le acercó poco a poco, cargando su concha Así pasó mucho tiempo en el gallinero, y estaba gris, y la iniro.
a punto de ser sacrificada, la víspera de un banquete, Sintió deseos de despertarla, para burlarse de su cuando al levantarla del nido su dueño vió en la pereza. Quiso echar a rodar una piedra, para asuspaja un huevo dorado, como de latón brillante.
tarla; pero recordando la apuesta prefirió dejarla Lo tomó en sus manos y al cogerlo escuchó en dormir.
el interior del huevo un claro retintín de moneditas Pasó junto a la Liebre y se alejó con suavidad sobre la yerba, caminando como si remara.
EL. AsxO, QUE SE DISFRAZÓ DE LEÓX UN RATONCITO Bajo la piel del León, el. Asnio reia enseñando El Ratoncito aquél había huido de la ciudad, los dientes y sentía deseos de rcbuznar a cada moporque tenía el gruñir amenazante de los perros y.
mento.
las uñas de los gatos que lo perseguían cada vez Halló en su camino a otros asnos, y al verlos que pretendía pascarse.
venir temblo, pensando que pudicran ser leones disRefugiado en los montes vivió contento, gastando frazados con pieles de asno; pero cuando reconoció sus largos dientes en toda la madera que encontraba. entre ellos a una asnita amiga suya, no pudo domiUn día escuchó ruidos bruscos, gruñidos subte narse y rebuznó.
rráncos y creyendo que lo perseguían perros giganHuyeron los asnos. creyendo que el León imitaba tes, salió corriendo por entre los montes y bajó a la su rebuzno, para sorprenderlos.
ciudad. el, Asno reia, moviendo las dos colas y las en la ciudad vió que todos, esperando al hijo cuatro orejas.
do los montes, lo miraban asombrados y sonrientes.
FRANCISCO MONTERDE LA ENCINA LA CAÑA (ta ajaritu de Papei. Club de México. 1924. Al otro día, pasada la tormenta, un lenador, caminando detrás de su burro, llegó al sitio en que el viento furioso había arrancado la Encina y la Maestro de escuela, Fabre so inicia había tendido en tierra, como una muerta, con las ramas rotas, en el estudio de los insectos Junto a ella, erguida y libre de cuidado, la Caña se contoneaba con la brisa, ufanándose de su buena Entre las materias enseñadas, wa nos gustaba suerte, especialmente, tanto a los maestros como a los alumEl leñador pasó el día entero luchando con su nos. Era la Geometría a campo raso, la agrimensura hacha por cortar en trozos las ramas y el tronco de práctica. El colegio no tenía ni uno de los instrula Encina.
mentos necesarios; pero con mis grandes emolumenCuando llegó la noche suspendió el trabajo, cargó tos, 700 francos al año, ya podía permitirme el lujo su burro con los trozos de madera olorosa y para de adquirirlos. Cadena de agrimensor y jalones, pihocerlo caminar arrancó la Caña y lo golpcó con quetes y nivel, escuadra y brújula, todo se adquirió ella.
cuenta mía. Un grafómetro minúsculo, apenas En la casa del lenador, la Encina llameó en la mayor que la mano, que bien valdría cinco francos, chimenea, dando un calor grato, que hacía sonreír me lo procuró el establecimiento. Faltaba el trípode, do felicidad a su mujer y a sus hijos.
y lo mandé hacer. Ya estaba provisto de instruLa Cana sólo sirvió de postre al burro del leñador. mentos. 1 a Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica