REPERTORIO AMERICANO 123 esa lección de moral y de psicologia que él descubre, la expresa en símbolos amenos e ingeniosos: sus cuentos, sus admirables cuentos. muchos jóvenes escritores. Podriamos citar páginas sobre el sentimiento religioso y la muchos.
unidad católica en España. en cuanto a Oviedo escribe Clarin en su fantasia los otros elementos los nuevos ricos el sobre Campoamor, Oviedo, que podria ser mismo Clarin, pocas lineas más abajo de una Atenas en pequeño sin la oposición de las citadas, escribe, hablando, no de esos cierto elemento seudo levitico, y sin la apa nuevos ricos, sino de la burguesia ovetense: tia para lo estetico y lo cientifico de cierto «Las clases acomodadas en Oviedo son elemento rico y nuevo. Oviedo debe hon amables, rumbosas y ricas, rar a Clarin, Los elementos conservadores Ha llegado la ocasión de demostrarlo una no pueden oponerse a que se enaltezca la vez más.
memoria de quien ha escrito en Un disAZORIN.
curso, en Ensayos y revistas tan soberbias (A C, Madrid. Se habla de un homenaje a Clarin. Deben cooperar a ese acto jóvenes y viejos.
Pudo tener alguna inadvertencia Alas como en el caso de Rubén Darío; pero Clarin fué quien amparó en sus primeros pasos a muy lindas.
CONCLUA el primer acto de Tristán La muerte de Isolda por suerte. segundo, porque usted, mi joven amigo, es perfectamente de ese día, me quedé en mi butaca, incapaz de pretenderla, después de lo muy contento de mi soledad. Volvi que va a oir. Oigame: la cabeza a la sala, y detuve en se Se conocen me dije y no poco. La conocí hace diez años; y duguida los ojos en un palco bajo.
En efecto, después de la mitad del rante los seis meses que fui su noEvidentemente, un matrimonio. EI, acto mi vecino, que no había vuelto vio, hice cuanto estuvo en mi para un marido cualquiera, y tal vez por a apartar los ojos de la escena, los que fuera mía. La queria mucho, y su mercantil vulgaridad y la diferen fijó en el palco. Ella, la cabeza un ella, inmensamente a mi. Por esto cia de años con su mujer, menos que bra, lo miraba también. Me pareció poco echada atrás, y en la penum cedió un dia, y desde ese instante mi cualquiera. Ella, joven, pálida, con una de esas profundas bellezas que más pálida aún. Se miraron fijamente.
amor, privado de tensión, se enfrió.
Nuestro ambiente social era dismás que en el rostro, aun bien herinsistentemente, aislados del mundo tinto, y mientras ella se embriagaba con moso residen en la perfecta solidaen aquella recta paralela de alma a la dicha de poseer mi nombre, yo ridad de mirada, boca, cuello, modo alma que los mantenía inmóviles.
vivía en una esfera de mundo donde de entrecerrar los ojos. Era, sobre Durante el tercero, mi vecino no volme era inevitable flirtear con muchatodo, una belleza para hombres, sin vió un instante la cabeza. Pero antes chas de apellido, fortuna, y a veces ser en lo más mínimo provocativa; y de concluir aquél, salió por el pasillo esto es precisamente lo que no en. lateral. Miré al palco, y ella también Una de ellas llevó conmigo el flir.
tenderán nunca las mujeres.
se había retirado.
La miré largo rato a ojos descu Final de idilio me dije melancóteo bajo parasoles de garden party a licamente.
un extremo tal, que me exasperé y biertos porque la veía muy bien, y porque cuando el hombre está así en El no volvió más, y el palco quedó la pretendi seriamente. Pero si mi persona era interesante para esos vacío.
tensión de aspirar fijamente un cuerpo juegos, mi fortuna no alcanzaba a hermoso, no recurre al arbitrio femeprometerle el tren necesario, y me lo nino de los anteojos. Sí, se repiten sacudió largo rato dió a entender claramente.
Comenzó el segundo acto. Volvi la cabeza. Todas las situaciones Tenía razón, perfecta razón. En aún la cabeza al palco, y nuestras draniáticas pueden repetirse, aún las consecuencia flirteé con una amiga miradas se cruzaron. Yo, que había más inverosímiles, y se repiten. Es suya, mucho más fea, pero infinitaapreciado ya el encanto de aquella menester vivir, y usted es muy mu mente menos hábil para estas tortu.
mirada vagando por uno y otro lado chacho. las de su Tristán tam ras del tête a tête a diez centimetros, de la sala, viví en un segundo, al bién, lo que no obsta para que haya cuya gracia exclusiva consiste en sentirla directamente apoyada en mi, alli el más sostenido alarido de pa enloquecer a su flirt, manteniéndose el más adorable sueño de amor que sión que haya gritado alma humana. uno dueño de sí. esta vez no fui haya tenido nunca.
Yo quiero tanto como Vd. a esa obra, yo quien se exasperó.
Fué aquello muy rápido: los ojos y acaso más. No me refiero, querrá Seguro, pues, del triunfo, pensé enhuyeron, pero dos o tres veces, en creer, al drama de Tristán, y con él tonces en el modo de romper con mi largo minuto de insistencia, torna las treinta y seis situaciones del dogma, Inés. Continuaba viéndola, y aunque ron fugazmente a mí.
fuera de las cuales todas son repeti no podía ella engañarse sobre el Fue asimismo, con la súbita dicha ciones. No; la escena que vuelve como amortiguamiento de mi pasión, su de haberme soñado un instante su una pesadilla, los personajes que su amor era demasiado grande para no marido, el más rápido desencanto de fren la alucinacion de una dicha muerta, iluminarle los ojos de felicidad cada un idilio. Sus ojos volvieron otra vez, es otra cosa. Usted asistió al prelu. vez que me veía llegar.
pero en ese instante senti que mi dio de una de esas repeticiones. Si, La madre nos dejaba solos; y aunvecino de la izquierda miraba hacia ya sé que se acuerda. No nos co que hubiera sabido lo que pasaba, allá, y después de un momento de nociamos con usted entonces. habrla cerrado los ojos para no perinmovilidad por ambas partes, se sa precisamente a usted debia de ha der la más vaga posibilidad de subir Judaron.
blarle de esto! Pero juzga mal lo que con su hija a una esfera mucho más Así, pues, yo no tenía el más re vió y creyó un acto mio feliz. ife alta.
moto derecho a considerarme un hom liz. Oigame. El buque parte dentro Una noche fui allá dispuesto a rombre feliz, y observé a mi compañero. de un momento, y esta vez no vuelvo per, con visible malhumor, por lo Era un hombre de más de treinta y más. Le cuento esto a usted, como mismo. Inés corri abrazarme, pero cinco años, de barba rubia y ojos si se lo pudiera escribir, por dos ra. se detuvo, bruscamente pálida.
azules, de mirada clara y un poco zones: Primero, porque usted tiene. Qué tienes? me dijo.
dura, que expresaba inequívoca vo un parecido pasmoso con lo que era Nada le respondi con sonrisa luntad.
yo entonces en lo bueno únicamente, forzada, acariciándole la frente. Ella a Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica