1 334 Repertorio Americano Gabriela Mistral.
Fantasía XXI (Viene de la página 308. una calma: deleitosa, que era puro amor, el incrustado de unas hojas. Lo que la máquina habría acabado en un minuto, le robaba a él una hora. El mismo afán que pone el artista en la elección del adjetivo estaba en la mano lenta. y sabia del decorador indio. Entonces comprendió Gabriela Mistral para siempre que aquel hombre estaba sentado junto a ella en el mismo plano de la mente y de la emocion.
Por eso, dijo en su discurso de Washington. Distinta su casa de la mía, su oración de la mía. No importa! El se hallaba iluminado por igual luz de reveiación en el momento de crear. Yo supe allí que éramos iguales, no por la misericordia del mandato cristiano ni por la falsa igualdad ciudadana, sino por esencia; es decir, absolutamente. Gabriela ha fraternizado con el odio. Su obra se engrandece. Su conciencia artística ha ensanchado la conciencia religiosa. De la piedad ha pasado a la igualdad. Tal vez esa igualdad que Gabriela encuentra sea aún misericordia; tal vez las incrustaciones del decorador indio no valgan las imágenes y los ritmos y las maravillosas síntesis líricas de los versos de Gabriela; pero lo que nos importa es Gabriela junto al indio, Gabriela admirada, es decir, enamorada del indio, deseosa de probarle su amor, que hace siempre el mismo y único regalo: luz. Gabriela emprende la educación del indio. No la evangelización, que ya está el indio evangelizado, sino su educación, su adaptación a la vida civilizada y perfectible.
Cada paso de la vida de Gabriela dilata el horizonte de su ideal. Yo saludo reverentemente a esta mujer cristiana, a esta hija predilecta de Cristo. su imitadora feliz.
ALBERTO INSÚA.
Imposible dormir. Sobre mi sueño pesa, obsesor y terrible, tirano pensamiento. 10 imagino cual cuervo que anida en mi cabeza y clava en mi cerebro su pico de tormento. Un pensamiento fúnebre, tan profundo y amargo que vanamente quiero en un verso encerrar; mas tanto me atormenta, que trato, sin embargo, de darle exigua forma. Oh risible anhelar. Yo sufro el aletazo del ave prisionera al tratar de fugarse de la triste prisión; y cada nuevo golpe del ave traicionera repercute, tremendo, sobre mi corazón. Yo dudo que persista un dolor más ingente para el hombre, que el grave gestar del pensamiento; mas, jay! quizá la vida por eso es atrayente, por sufrir el estrago de este intenso tormento. Tanta saña, tal furia constantemente ensaya el ave prisionera que por fin ha logrado eludir el encierro. Mi corazón desmaya al sentir que por siempre el ave se ha escapado. Libre ya de la jaula, al ensayar el vuelo el cuervo pensamiento, encuentra un gran vacío, y sus débiles alas no secundan su anhelo, joh pobre pensamiento falto de poderío. Así son nuestros versos, cuervos que nos devoran el corazón, ansiosos de escaparse y volar; y cuando están ya libres, temerosos imploran por volver a su encierro y la vida ignorar. huérfano en la noche, fatal y tenebrosa, el pájaro escapado está casi rendido, sus alas entumidas y su vista borrosa, joh viador inexperto en la noche perdido. Tal imagino, en tanto que el insomnio domina, sórdido y tormentoso, en mis ojos cansados, al espíritu mío, el ánima divina que a veces se me escapa a planos ignorados; mientras que permanece en mi barro encerrada atormenta mi cuerpo por querer escaparse.
Mas cuando esté por siempre su libertad dictada, jalma mía. quién sabe si sabría alejarse.
Cada verso es un vuelo del alma prisionera; efímeros ensayos del gran vuelo mayor. qué otra cosa es la muerte que la fuga postrera del alma, realizada con intimo temor. Alna mía, yo temo que tus alas, por frágiles, no alcancen una augusta ascensión inmortal. Serán ellas tan fuertes, indestructibles, ágiles, que confiadas ahonden la región sideral?
EDUARDO URIBE En la hacienda Caminito de la hacienda va diciendo el corazón. Riquezas que amasa el llanto, no las gozará el patrón. Con el hambre y con la pena se está nutriendo el trigal. De harina que está tan negra, qué amargo ha de hacerse el pan. Rosal que a los cielos sube del pecho del labrador. qué olor ha de dar al mundo si es sangre del corazón. Pastura que al hombre cuesta tantos dias de pesar, ha de nutrir las vacadas con la amargura del mar. Por la ruta de la hacienda va diciendo el corazón. Riquezas que amasa el llanto no las gozará el patrón. JAIME TORRES Bodet. Poemas, México, 1224. de Costa Rica, 1924.
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