31 REPERTORIO AMERICANO imaginación. Crea con esta fórmula Southey para la admiración del artista y del filósofo?
nn nuevo concepto de la historia que, a ser Y, dentro del orden contemporáneo. no aplicado corrientemente a la vida política nos sentimos atraidos a cada paso por mocotidiana, daría motivo a una curiosa crítica, vimientos de simpatía, y aun de admiración, y, sobre todo, a una nueva ética social. hacia hombres y acontecimientos que seguImaginese, en efecto, lo que sería un acto ramente no merecen tal tributo de nuestro de gobierno, una elección politica, una dis espíritu?
cusión parlamentaria, una ley cualquiera, La política tiene evidentemente dos plajuzgados exclusivamente desde el punto de nos: el plano en que se desarrollan los suvista estético. Y, sobre todo, imaginese lo cesos triviales de todos los dias, cuyo inque seria un motin, una revolución, una terés subalterno preocupa a los menos, y matanza, un saqueo, juzgados con el mismo ese otro plano en que se desarrollan los criterio. poco que el espectáculo intere sucesos trascendentales que interesan a sara a los sentidos, tendríamos el elogio. todos. En este plano, muy generalmente de la atrocidad y la barbarie. se vive a la altura de la historia. y es En la politica de todos los pueblos pasa, en él donde se aprende ese arte complejo sin embargo, un poco esto. No estamos, que participa de la estética de Southey, acaso, acostumbrados a admirar, en el orden pero que tiene sus fundamentos en los prin histórico, rasgos de ferocidad, de soberbia cipios inmutables de la ética.
y de satánico orgullo? La historia antigua Por lo que hace a la «pequeña jerarquía y moderna. no está llena de comediantes politica» de que hemos hablado, ella abarca y tragediantes cuyos gestos, muchas veces por igual a la muchedumbre que se mueve odiosos, nos conmueven hasta la admiraen los dos círculos, y decimos círculos porción? Ramos Mejia no ha dicho que Rosas que, a veces, estos hemisferios políticos es el tipo más original de la historia de traen realmente el recuerdo de los terribles América, y, para apoyar su juicio, no ha círculos dantescos.
afirmado acaso, que el león, grandioso porque devora y mata, no es menos grande Montevideo. junio de 1923 los planos, desde los superiores hasta los más bajamente subalternos. Es esta una plaga parasitaria del presupuesto, cada vez más frondosa y vorazı El demagogo hispanoamericano, cualquiera sea su ideologia, es, tal vez, preferible at politicastro. En él hay algo de idealidad y hasta de romanticismo. Șu demagogia es generalmente verbal e imaginativa. Muchos de ellos son en la intimidad excelentes y pacíficos burgueses. Estos demagogos son menos temibles y peligrosos que los profesionales políticos, y hasta tienen sobre éstos la ventaja de que muy a menudo evolucionan y se transforman en elementos út les!
El politicastro, en cambio, morirá en su ley, defendiendo su posición, abrazado al presupuesto, que es su verdadera y única bandera.
Esta pequena jerarquía debía comprender también a los dilettanti de la política, curio.
sos ejemplares que se lanzan a la vida pública sin más objeto que experimentar las sensaciones del éxito, de la derrota y del peligro, y saborearlas sucesivamente, sin persistir ni perseverar en la ación. Existe una clase, generalmente inferior y ¡cuán superior sin embargo! de hombres abnegados y leales que sirven a los politicos creyendo servir a su partido; que se entregan desinteresadamente a la más intensa acción sin pedir nada para sí; que se contentan con servir de escabel para que los demás se sienten cómodamente en el banquete del gobierno. Estos anónimos son la carne de cañón de la política, y su único premio, su sola gloria, es el abrazo que un dia les dio el caudillo ante la asamblea de un club de barrio, y el suelto necrológico con que les despidió el diario del partido.
Por fin, en el último peldaño de esta jerarquía. no estamos todos los que nos limitamos a asistir al espectáculo político desde la barrera y solamente nos reserva.
mos el placer de juzgar los pasajes de la larga comedia. No es esta también una manera de ser políticos, y tal vez, la mejor?
Por lo meaos es la más inofensiva, ya que ni nuestro juicio será tenido en cuenta, ni nuestras ideas influirán en lo más mínimo en el desarrollo de los sucesos. Después de todo, no hay mejor posición, dentro de la jerarquia politica, que esta que nos permite ver, estudiar y juzgar a nuestras anchas, sin que nos alcance la gloria, pero tampoco la responsabilidad que pesa sobre las es.
paldas de los que se dedican al difícil arte de gobernar a los hombres.
Amor en las breñas LLA tenia trece años y él algo menos. cualquier otro, la compañía del buen chico La chica era morenilla y delgada, de cuya mirada tristemente dulce la llenaba a gracia vivaracha y ojos de sombrío encanto. veces de vaga confusión, obligándola a ba«Va a ser muy alajita. decian todos, cuando jar los ojos.
pasaba la Milagro. Juan era un muchachuelo callado, un poco timido y de mirada triste. En la siesta de fines de otoño, nublada Los ranchos de los dos chicos quedaban y fria, la pandilla de chicos comenzó a supróximos, y sus familias eran amigas. Ellos bir por la falda del cerro. Veianse los pase habían criado casi juntos.
nuelos cafés o negros de las mujercitas y Algunas tardes, especialmente en invierno, los ponchos de vivos colores de los varoiban al cerro a buscar lena eni compañía de nes. Juntando una aqui, otra allá, lenitas de otros rapaces de la vecindad.
maravilla, de cedrón, de jarilla, de garaEn tales excursiones había nacido entre bato, rompian con sus voces y sus risas el Juan y la Milagro, poco a poco y sin que silencio de las breñas. Parado sobre una apenas ellos mismos se diesen cuenta, un pena uno de los chicos canto a pulmón sentimiento de atración reciproca. Con los pleno, con la cara enrojecida por el esfuerzo: días tal sentimiento fué arraigándose más Ayer canté en La Frontera y más, sobre todo en él. Si, en el sobre y hoy canto en El Sauzalito; todo. En el cerro, a pesar de su reserva y a mi me gusta cantar del temor de que los otros chicos lo adviren cada pago un poquito.
tieran, encontraba modo de agregar alguna Otro le contesto desde allá lejos, sin lenita en el hacecillo de la chica o de ofre dejar de tironear para arrancarla una planta cerle cualquier minucia: un caracolillo, una seca: flor o alguna hierba de las que buscan para Di ande será ese muchacho remedio.
tan metido en la maticia; Cuando no iba al cerro, pensaba todo el parece gallo chascón revolcao en la ceniza.
día en ella. De noche la soñaba a menudo.
Con esa facilidad dichosa con que los niños En el cielo, blanquecino de nubes, las resuelven las cosas de la vida, tenia dis cumbres distantes se recortaban muy azupuesto que la chica seria su mujer. Se ca les. El cerro, casi desnudo, vestia pobre.
sarian ¿por qué no? Claro que cuando el mente su pardo sayal de invierno. Estaba fuese grande, un hombre, y como Ramón triste el cerro. No se sentía en el ambiente Sosa Suárez, el hijo de na Justina, que ha la vecindad de las yerbas olor, ni los bia sido un muchacho hilachento como él, cardones entreabrian en alto el gran cartuhubiera vuelto de Tucumán o de Jujuy, bien cho blanco de sus corolas, ni la flor del vestido, con plata y montura chapeada. aire mostraba entre las quiebras su nieveElla por su parte, si bien no se había cita primaveral. No habia tampoco pasadicho cosas semejantes, preferia, a la de canas.
El arte de la política Esto del arte de gobernar a los hombres no es una cosa completamente arbitraria.
Southey, cuyas originales ideas sobre politica han sido muy agudamente analizadas por Macaulay, pretende hacer figurar el gobierno en el número de las bellas artes, Para el escritor inglés, todos los hechos que se refieren al gobierno de la sociedad deben ser juzgados como podría juzgarse una obra del ingenio, esto es, por el efecto que producen en la sensibilidad y en la Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica