REPERTORIO AMERICANO 69 marán consejeros referendarios del tados Unidos de San Pedro y Mique Son el orden, son la prudencia, son mismo Tribunal, consejeros de Estado, lon, que codician los yanquis para el temor, son la austeridad, imponen generales, almirantes, ingenieros y ahuyentar los contrabandistas de al a los funcionarios una mayor intenjefes de los distintos ministerios. Ya cohol que allí se han establecido, sidad de trabajo, y a los financieros, muchos desconfían de que basten las Caillaux recibe toda suerte de suy provedores que cercan a toda Hareducciones en los gastos. Los arbi gestiones para restaurar la abundan cienda pública, un menor apetito de tristas surgen de todos lados, y pro cia francesa. Sin embargo, el hacen apoderarse de bienes que ve defenponen al ministro medidas radicales. dista que tiene fama de osado no pone didos. entonces el contribuyente, Desde la proposición presentada por en esta ocasión su fe más que en la viendo su dinero bien administrado, los socialistas a la Cámara, regla medida prudente de hacer economías, paga con mejor voluntad y paga más mentando la rebaja del 10 por 100 en hasta el dolor, hasta la privación, e inicia el superávit. Porque la vertodos los valores del Estado, hasta hasta el sacrifício de todas las vanidad es que no son los ministros, sino en los billetes de Banco de 100 fran dades del Estado. esta fe estriba, los contribuyentes, quienes crean la cos en adelante, al realquilamiento de no sólo en que el menor gasto será abundancia en las naciones.
los monopolios y a la venta de los la nivelación, sino en que la práctica ferrocarriles y a la cesión a los Es forzosa de las economías moraliza. El Sol, Madrid. en UNO No de mis sueños de chico fué La palmera mer árbol que ha aprendido a dibujar llegar a ver un día la avenida con sus dedos infantiles, es la palde las palmeras, en Rio de Janeiro.
mera. El ave ideal, es la de paraíso.
Cuando pude realizarlo, vinieron a Daría ella la vida por una sola mi memoria las palabras con que un todas las rosas del cuadrante, a 40 noche en los trópicos, arrullada por viejo señor observó una espléndida metros de la tierra madre.
el mar, las palmeras y la voz de un fotó de dicha avenida, que yo en Los jardines suspendidos de Babi bien amado.
aquel momento contemplaba.
lonia no debieron ser otra cosa. Sobre helos aqui: el mar, las palmeras Esto no da impresión de lo que las columnas, lisas y como estucadas, y su amor. Ha ofrecido su vida por es dijo. Es preciso verla.
que se afilan y acercan allà arriba, Tenía razón el sujeto. Los testigos ellos, y vive. Oye por fin la voz de se extiende aquella selva de verde su amado, y no ha muerto. Reclinada de comparación, humanos casi siem profundo, sin una liana de transición en el hombro de él: pre, que se estilan al pie de los que la una a tierra, perfectamente grandes monumentos, no logran nun sola bajo el cielo esierto. Oh, mi bien amado. murmuraca exaltar la grandeza de aquéllos. Siento que nunca, nunca podremos Sus grandes hojas de seis metros, despertar de esta felicidad. En las fotografías de la avenida en que la brisa balancea apenas cuestión, se percibe claramente, por grandes arcos, caen a veces a través El ambiente, de suprema dulzura, la pequeñez del hombre al pie de las de la atmósfera cálida, como grandes se ajusta, grado por grado, al ensuepalmeras, que éstas deben ser veinte pájaros dormidos.
ño de la joven noruega. Pasa sobre o treinta veces más altas. Esta deduc. el rostro como una lenta caricia de ción se verifica ante una minúscula aire. Allá arriba, altísinas; las palmnecartulina 9X12, bellísima de colores.
ras recortan sobre el esplendor de En realidad, las palmeras tienen Un par de enamorados, dos jóve la luna sus inmensas hojas. Los ojos 40 metros. Pero es preciso ver lo nes rubios de raza nórdica, desem de la joven se alzan al cielo noeque es una columna viva de esta barcan en Rio, en viaje de novios. turno.
altura, en cuya sola cúspide, surgienNo hay dicha comparable a la suya. Mira, Olaf. murmura todavía.
do como por fantasía, puede decirse Ella, por haber realizado su sueño de ¿Crees que el Señor puede haber que está la planta.
trópico, y sentirse bien amada. EI, otorgado sus mercedes a otros cliNada en el suelo se advierte de por saberla feliz y adorarla.
mas. Oh, mis palmeres. Mis divinas apariencia vegetal. Ni un tono verde, Desde que la joven noruega ha noches tropicales!
ni una gota de rocío. lo go de abierto los ojos al sentimiento, el Es el trópico, en efecto, dulce y la vista, sólo una doble y estrecha paisaje tropical ha constituido el imán sedante. Allà arriba, dulcemente, una fila de columnas grises, casi blancas, de su vida. No ha sentido nunca la gran hoja de seis metros acaba de perfectamente inmóviles e iguales. La belleza de su clima natal, de sus desprenderse, y cae. Cae a través vista se alza, y nada se percibe tam abetos encapuchados de hielo. Su de la dulcísima atmósfera, planeando poco más arriba que tenga aspecto joven existencia se ha deslizado en sin acierto ni medida, suspensa a vegetal. Pudieran ser columnas de un escalofrio glacial durante el día, veces en el aire, precipitándose otras artificio, de algún orden arquitectóni y en un cálido ensueño, durante la como un cometa, con su gran cola a co, pacientemente calculadas y cons noche, de islas ultraoceánicas, con la rastra.
truidas con dolor, piedra sobre piedra, torneadas de palmeras más negras, Esa caída desde 40 metros es deen una demora sin fin. Seria esto, bajo la noche ecuatorial, que los rinmasiado grave para que la frente de en verdad, un triste, frío y estéril cones de cielo percibidos entre las una joven noruega pueda resistirla.
remedo.
estrellas.
Desde su primera infancia, ella ofrePero cada columna de esas está La poesía y la salud, el amor y el ció su vida y su misino corazón, si viva. La inunda desde el pie a arriba, encanto de dejarse vivir, lo ha apren un día latía, por la dulzura sin limites una ardiente vida que la ha hecho dido, desde que abrió los ojos, en el de un paisaje tropical.
surgir naturalmente de la tierra con paisaje tropical. Ha contemplado en El país tropical le ha cogido la sus solas fuerzas, y que la alza, la sus carteles de escuela, en una pers palabra.
alza cada vez más, no para recrear pectiva de aeroplano, las islas polinuestra vista remedando una columna nésicas dormidas en un lago que HORACIO QUIROGA sino para dar apoyo a sus inmensas rodea un gran circulo de corales, y hojas, que esplenden, por fin, hacia contra los que el mar rompe. El pri (Caras y Caretas, Ailes. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica