168 Repertorio Americano Los trabajos del infatigable creador Pio Cid (2 tomos. 1898.
Libro de Granada (en colaboración. 1899.
El escultor de su alma, 1904Epistolario, 1904.
Hombres del Norte, El porvenir de España, 1905.
Las ha reeditado la Libreria general de Victoriano Suárez. Madrid.
Date, oh vida, a la fiebre de esta mano nerviosa, a la sed de este labio y al hambre de este diente!
Date al ansia temprana que me hiende filosa, como una fruta nueva, la poma de la frente.
Ya siento en los obscuros horizontes vedados, fijos en mí, en la sombra, grandes ojos abiertos.
Los hombres de mi raza me contemplan callados. y alzándome purísimo, yo les grito a mis muertos: Se compran estos números del REPERTORIO AMERICANO: Del tomo I: Números 7, 9, 10, 18 y 23, Del tomo II: Números 1, 3, 5, 20 a 23, 25 a 28, y 30.
Del tomo IV: Números 19 y 23.
Del tomo V: Números y 10.
Del tomo VI: Número Del tomo VII: Número 21. Abuelos solitarios, cilenciosos abuelos, mercaderes, pastores, artistas, héroes, santos.
en mi barro dramático junto vuestros anhelos en un haz doloroso. que me deshace en cantosi Conmovido y vibrante, como una antena viva, en mis nervios aguzo vuestros nervios dormidos, en tanto va esparciendo mi vehemencia nativa la exaltación triunfante de mis cinco sentidos!
Un canto de vida (La Nación, Buenos Aires. Contra mi pecho joven, tú estás desnuda, vida. Afelpada en silencios, o en ritmos encendida, caliente de esperanzas, plena, sensual y ruda, en una lenta y honda caricia estremecida, apretada a mi carne, vida. tu estás desnuda!
Vagas sombras inquietas me empañan la mañana.
Grávida de agrios signos, tiembla una alarma obscura en los clarines roncos de la muerte lejana. me hiere el alerta. como una mordedura!
Sobre tus flancos amplios, fuertes y palpitantes, borrachos en tus savias y en tus zumos retintos, divinamente ciegos, violentos e ignorantes, como cachorros sueltos, retozan mis instintos!
Silenciosos y lentos, unos dedos helados hacen siembra de miedos en mis carnes morenas, mientras mis ojos puros contemplan afiebrados los soles que se apagan, día a día, en mis venas.
Mi pupila ama el lujo de tus soles ardientes, el regocijo blanco de tus huertos floridos. los oros extenuados de tus largos ponientes y el azul delirante de tus cielos tendidgs.
Apresúrate vida! Ya esperan impacientes las mil larvas voraces y ciegas del fracaso, se acallará el tumulto de mis sienes ardientes y el mediodía rubio se extinguirá en ocaso.
En la brisa salvaje, bebo tu aliento puro.
Te recojo en el grito y en el canto divino, y te sorbo en la sangre del racimo maduro, en las bocas jugosas, en la miel y en el vino.
Me sellarás los labios con encendidos lacres.
Me ligarás las manos con implacable venda. has de seguir goteando todos tus jugos acres sobre la carne viva de mi angustia tremenda!
Bruñida de intemperies, de lluvias y nevadas, mi piel busca el mordisco de tus vientos serranos, el dulce escalofrio de tus lunas heladas, y los alcoholes rojos de tus agrios veranos.
Olfateando en la noche, como un puma en acecho, mi deseo, irritado y arisco, te vigila.
Un latido profundo se me rompe en el pecho, y en la espera. Se ahoga de sombras mi pupila.
Frente a mi asombro inquieto y a mi espera anhelante, tú despliegas tus, pompas en suntuosos derroches. yo te amo en toda tu desnudez cambiante, castigada de auroras. o pálida de noches. Nunca el vaso suntuoso de una joven entraña te brindara su savia romántica y huraña con este recio impulso viril que me levanta! yo te amo, vida, en este cuerpo mio, ágil, sensual y fuerte, elástico y profundo, donde tiembla la vena de un fantástico río, y se copian los ritmos dislocados del mundo. Oh vida. Vida. Vida. Fiesta maravillosa. Nadie ha de amarte nunca con la avidez rabiosa de este muchacho flaco y ardiente que te canta. CARLOS RODRÍGUEZ PINTOS Montevideo, 1924.
NOTA. De los recortes que ahora le envío, me agradaria que reprodujera los versos del poeta uruguayo Rodriguez Pintos.
Pedro HENRIQUEZ URERA (Fragmento de una carta.
Desde La Plata, Yo te ofrezco mi joven audacia. mi dulzura.
inis cóleras espléndidas. esta impaciencia loca, que me enciende en pavesas toda la entraña obscura, y sube, rota en gritos, a sangrarme la boca. Yo te ofrezco mis calmas y mis ímpetus rojos.
Mi voluntad magnífica. Mis violencias lozanas.
y este limpio entusiasmo que encabrita en mis ojos.
la alegría insolente de mis vísceras sanas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica