Civil War

1 192 Repertorio Americano es La sequía ¿Cuál la obligada consecuencia de esto? El hambre de millares de infelices; la muerte del escaso ganado; la dispersión o fallecimiento de las familias Corrían dias (1) terribles para las comarcas azuayas. indígenas, siempre las peor libradas. Caen las gentes Dios hizo de ellas un colmado canastillo, puso la por docenas, por centenares, en los caminos, en los perpetua verdura primaveral en sus campos, regados recovecos ignorados, en las apartadas chozas.
por multitud de ríos y torrentes, que los fecundan; Pues con la sequía, la peste. Los ríos son chorros dióles la sombra de bosques seculares bajo la inmen inisérrimos y sucios; la falta perpetua de la más pri. sidad de un cielo azul y cristalino, y las pobló de mordial higiene pública, fea característica de las pogente laboriosa y humilde, sincera y devota, que se blaciones serraniegas, multiplica por miriadas de contenta con poco para llenar sus horas de satisfac miriadas los gérmenes patógenos; y como los labrieción y alegría.
gos se disputan con las aves y con los animales Mas, según el miserable juicio humano, fruto del inmundos granos verdes y raíces malsanas, no dolor y la desesperanza, Dios raras veces es completo, niucho que la disentería, el escorbuto, el tifus, se y no parece sino que busca la aplicación de la ley propaguen de modo incontrastable.
de compensaciones con el objeto de no labrar en el en aquel año fatal había en Cuenca. hambre, bajo; mundo la plenitud de la dicha de sus pobres. peste. y el espectro de la guerra civil que llamaba criaturas; y Dios, al hacer un Edén esa bendita tie a. las puertas; y como ya comenzaba a arder la conrra, se reservó el derecho de aflijirla de vez en tienda armada en lejanos ámbitos de la República. el cuando con las angustias de la sequía y la horrible. odio político hacía de las suyas, persecutor e iracundo.
desesperación del hambre. para que nada faltasen al espanto de los hu¡La sequía. El sembrío está en floración esplén mildes e ignorantes, todas las noches recorría, solitaria, dida. brota, crece, se expande el germen generoso. los espacios una estrella de vivo resplandor con una abriendo a la esperanza los corazones de ricos y po enorme cauda lumínica, que parecía un abanico desbres. Las campiñas son inmensas sabanas de verdura, plegado en la inmensidad profunda: a cuyo paso ya medio amarillenta con los frutos tempraneros, y ululaban los indios, balaban y mugían lastimeramente el Sol, una bendición del Cielo, que alegra las almas los rebaños, aullaban los perros con las cabezas vuelde los creyentes campesinos.
tas hacia arriba; y sollozaban los ciudadanos dándose sucede que en una noche cualquiera ese cielo golpes de pecho, de rodillas en calles y plazas. de inisericordioso se pone de un azul profundo, metálico, instante es instante se enrojecia el firmamento con en cuyo fondo brillan las estrellas con inusitado súbitas llamar las que incendiaban con fulgores de resplandor. Vuélvese la atmósfera de una diafanidad meteoro los horizontes perdidos entre el azul del fatigante, y corre frío, mucho frio, un frío húmedo y cielo y la negrura de las montañas. Qué dias, ya enervador, sobre todo, qué horror de noches!
Inquiétanse los labriegos; los hacendados se enfu Hambre, peste,. guerra. y cometa: año terrible.
rruñan; aldeanos y habitantes de la ciudad alzan con Los fieles cristianos inas devotos que nunca acuangustia los ojos a la altura, y murmuran todos: dían en tropel a la iglesia catedral a ofrendar su La Lanchal angustia en las aras de la Madre Piadosísivia, ya ¿Qué es la lanchal. Díganlo meteorólogos y más.
puesta su última esperanza en la misericordia divina.
hombres de ciencia, No es la nevasca; no hay nieve en aquella zona, sino es en las distantes y altísimas El gran templo (1) estaba materialmente lleno. En cumbres, extrañas a la vegetación aprovechable; no la ciudad de Cuenca de ahora cuarenta años ir, a la es el pedrisco, el granizo, porque éste suele venir iglesia era costumbre, un hábito social; y en el caso envuelto en ráfagas de grandes lluvias, y resulta a que estamos refiriéndonos, había, además, la curioinofensivo; no es la escarcha, porque no cae una gota sidad de oir a orador tan aventajado.
de mal relente. y apenas el suave rocío vesperal hu¿Qué decía. La plática fué corta, y admiróso el medece los campos. Es algo peor: un súbito enfriaauditorio al advertir cuán bruscamente se había intemiento de la atmósfera, una congelación circundante.
rrumpido. Pero en el ániyo de todos estaba la şenY así, en una noche, los gérmenes mueren, las plan sación de que algo iba a ocurrir. Se aumentó, de tas tiernecitas y prometedoras se agostan, se quema pronto, la iluminación del altar mayor, y descubrióse hasta la grama de los prados, y caen las flores de el Santísimo, con el acompañamiento coral de los himlos buertos; y cuando amanece, un sol fúlgida en un nos rituales. Entonces se levantó el predicador, que.
firmamento sin nubes, de azul turquí, alumbra una durante esta mudanza había perinanecido de rodillas vasta extensión amarilla, de color de cadáver. Con dentro del púlpito, y, ante la postrada multitud meses de anticipación, se han perdido las cosechas!
comenzó a hablar nuevamente. es lo terrible que el suceso se repite noche por (l oncluir en la próxima entrega)
noche, en cientos de leguas de extensión; y a estos enfriamientos suele acompañar el agotamiento de los raudales que bajan de la montaña, que son agua (1) La vieja Catedrul de Cuenca, Ecuador.
potable, riego, higiene, salud y vida; y cesan las Iluvias y hay en la Naturaleza un gran dolor y un gran silencio. 1) Año de 152. Ea Azuay, Ecuador.
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