Omar DengoViolence

261 Repertorio Americano María Cristina Para la Corona Púnebre de Dña. MARIA CRISTINA de HERDOCIA voco su figura de princesa, como Su piedad fué como un río de frescas aguas fertilizando las calcinanífica en la serenidad de su herdas comarcas en que los parias gimosura.
men su angustia; como una perpetua Tenía la presencia de las jóvenes lluvia de rosas sobre los páramos reinas que ven el mundo efímero desde ardientes. las cumbres en que irradian deslumSu Fe. fuerza primordial de su bradoras: que miran, con ojos magvida, la retuvo a toda hora suspensa nánimos, la sempiterna vanidad de entre la tierra y el cielo, como las las cosas y las brumas de las almas: palomas blancas que reposan a meque sonrien, en las mañanas fragandias sobre los árboles con las alas tes, a las formas simples y puras de abiertas. Pudiera decirse que su la naturaleza; y que pasan fugitivas planta se deslizaba apenas por el dejando en los corazones un recuerdo.
mundo, con el espíritu y los ojos fijos perfumado.
en las alturas misteriosas.
Elegante y bella en su gracia corÚnica en los diversos aspectos de pórea, era aún más bello su espíritu su terrena encarnación como hija, luminoso, pródigo ante el dolor ajeno, como esposa y como madre su hoderramándose en bálsamos de misegar fué un oasis florido iluminado ricordia sobre los humildes, consopor sus virtudes.
lando las desventuras, alzando una Dña. Maria Cristina de Herdocia Pasó resplandeciendo de amor y voz de divina esperanza en las suMurió el de octubre de 1921.
de caridad; y hoy es sólo una sompremas desolaciones.
bra en las regiones de ultratumba.
Bendita su mano pálida, que fulguró en la pe Pero el Olvido no borrará jamás: su remembranza numbra de las crueles miserias como una celeste melancólica, suave y triste como las remotas músicas flor preciosa; que enjugó cálidas lágrimas y acarició oídas en los sueños.
a los huérfanos anónimos: amparo de los hambrienFROYLÁN TURCIOS.
tos, redención de los caídos, abierta siempre para ofrecer sus dones y para levantar al desgraciado.
Tegucigalpa, de noviembre de 1924.
Baldomero. Sanin Cano es el otro aspecto del asunto. Que no ha habido, que no hay colegio en el país más combatido y maltratado por toda forma de murmuración y hostilidad. Los graduados, víctimas en muchas ocasiones de la mala voluntad que conspira contra la Escuela o que persigue a sus directores. se han encontrado obligados a reaccionar contra el obstáculo, a veces con violencia. Se han acercado más intimamente, en otros casos, a la institución, al sentirse perseguidos, y ella, a su vez, ha experimentado la complacencia de una lucha en que la apoyan o en que apoya a los hijos.
Pero la verdad es que la Escuela no ha hecho todavla suficiente trabajo, ni bien dirigido, para servirle a esos hijos.
Como no lo ha hecho para beneficiarse de la estimación que le profesan, más activamente. En el primer aspecto, debe tender a crear medios de contribuir al perfeccionamiento de las tareas de sus graduados. En el segundo, debe interesarse por recoger la creciente experiencia de ellos a fin de aplicarla a la rectificación y así al enriquecimiento de los estudios que modestamente puede ofrecer.
Habrá que hacerlo con entusiasmo y firmeza, aun cuando con ello llegue a ser mayor la razón para que se la acuse de exclusivismos. Pues mientras estos no sean vehículos de odios, ni de ambiciones, ni de sectarismos, no habrá qué reprocharles. Sino que a la Escuela, en tanto que expresen lealtad hacia ella, devoción o fe, le traerán honores.
Después de diez y seis anos de ausencia regresó a Bogotá ayer don Baldomero Sanin Cano, uno de los más altos exponentes de la intelectualidad colombiana, y quien ha hecho en el exterior honor al nombre de su Patria. Sanin Cano en Londres, en Madrid y en dondequiera que residio, ya como corresponsal de la Nación de Buenos Aires, ya en otros, altos puestos, hal16 el suyo en la primera fila. Su poderosa mentalidad, su ilustración vastísima, sus cualidades personales de todo género, se imponían el respeto y la consideración de cuantos frecuentaban su trato. sin embargo, es él la misma persona modesta, sencilla, afable, el mismo filósofo amable y peripatético que conocimos en Caserta, su residencia de Chapinero, a donde iban en peregrinación hace cinco lustros los intelectuales bogotanos a oir de sus labios todas las teorías modernas, los comentarios sobre el último libro. Sobre libros y teorias que aún hoy son nuevas entre nosotros.
Sanin Cano es miembro de la Representación Nacional. Su presencia en el país, en esta hora en que la más grave de nuestras crisis es la crisis de hombres, la carencia de personal directivo, tiene una grande importancia.
Nosotros presentamos al ilustre viajero nuestro saludo muy cordial y ponemos a sus órdenes las columnas de este diario.
OMAR DENGO (El Tiempo, Bogotá. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica