REPERTORIO AMERICANO 61 Página lírica de Alfonsina Storni Del tomo Ocre. Poesías. Editorial BABEL, Buenos Aires. 1925.
Una hora de encanto ha sido para nosotros el trato con esta alma singular y bella de Alfonsina Storni. El aroma penetrante de sus palabras se lo traemos a nuestros amables lectores en esta página. Digannos. Gracias!
SOY y me embriagué, comprendo que este vino no es para mi, mas juego y rueda el dado.
Yo soy ya la mujer que vive alerta, tú el tremendo varón que se despierta y es un torrente que se ensancha en río más se encrespa mientras corre y poda.
Ah, me resisto, mas me tienes toda, tú, que nunca serás del todo mío.
Soy suave y triste si idolatro, puedo bajar el cielo hasta mi mano cuando el alma de otro al alma mía enredo.
Plumón alguno no hallarás más blando.
Ninguna como yo las manos besa, ni se acurruca tanto en un ensueño, ni cupo en otro cuerpo, así pequeño, un alma humana de mayor terneza.
Muero sobre los ojos, si los siento como pájaros vivos, un momento, aletear bajo mis dedos blancos.
Sé la frase que encanta y que comprende, y sé callar cuando la luna asciende enorme y roja sobre los barrancos.
DUERME TRANQUILO PALABRAS MI MADRE Dijiste la palabra que enamora a mis oidos. Ya olvidaste. Bueno.
Duerme tranquilo. Debe estar sereno y hermoso el rostro tuyo a toda hora.
Cuando encanta la boca seductora debe ser fresca, su decir ameno; para tu oficio de amador no es bueno el rostro ardido del que mucho llora.
Te reclaman destinos más gloriosos que el de llevar, entre los negros pozos de las ojeras, la mirada en duelo. Cubre de bellas víctimas el suelo!
Más daño al mundo hizo la espada fátua de algún bárbaro rey. tiene estatua.
No las grandes verdades yo te pregunto, que, no las contestarías; solamente investigo si, cuando me gestaste, fué la luna testigo, por los oscuros patios en flor, paseándose. si, cuando, en tu seno de fervores latinos, yo escuchando dormía, un ronco mar sonoro te adormeció las noches, y miraste, en el oro del crepúsculo, hundirse los pájaros marinos.
Porque mi alma es toda fantástica, viajera, y la envuelve una nube de locura ligera cuando la luna nueva sube al cielo azulino. gusta, si el mar abre sus fuertes pebeteros, arrullada en un claro cantar de marineros mirar las grandes aves que pasan sin destino.
ODIO CANCION DE LA NOVIA Conozco tu secreto, cuerpo mio: tuviste una imagen latente en tu rojo ramaje: detrás de las pupilas, entre la carne triste, la imagen realizaba su callado tatuaje: Te penetró en el pecho con tan viva agudeza, que el corazón de cera, celoso de llevarla, para mejor ceñirla, para mejor guardarla, llegó a tomar la forma de la arada cabeza.
Si ya el amor es odio, y vergiienza, y despecho, a riesgo de morirte, la arrancarás del pecho como Sansón, un dia, volteara los pilares. si quedaran rastros de sus dos ojos bellos te vaciarás los vasos sanguineos y por ellos harás correr el agua salada de los mares.
En el corredor fresco, que los valles domina, a pequeñas puntadas coso la blanca tela; de vez en cuando miro la paloma que vuela y el insecto de oro en la tenue cortina.
Se me acercan, descalzos, deliciosos chiquillos, y en su nariz pequeña, de transparente cera, mi dedal se introduce. Reimos. Uno espera a mi lado con una canasta de membrillos.
Grandes cactus sedientos sobre arenas doradas, y cigarras sonoras, y piedras calcinadas, se asoman a mis largas siestas, sin que concluya este lento desfile de puntos por mis manos.
Ya ratos, en el aire que impregnan los manzanos, van y vienen dos frases: Eres mia. Soy tuya.
CARA COPIADA. TU QUE NUNCA SERAS.
Sábado fué y capricho el beso dado, capricho de varón, audaz y fino, más fué dulce capricho masculino a este mi corazón, lobczno alado.
No es que crea, no creo, si inclinado sobre mis manos te senti divino Es la cara de un niño transparente, azulosa, como si entre los músculos y la piel de la cara una napa de leche lentamente rodara.
En ella solamente la boca es una rosa. detrás de ese cutis de lavada azucena otra cara se esconde, fuertemente esculpida; es aquella del hombre que le ha dado la vida y se mueve en sus rasgos y los gestos le ordena: Mira con inocencia y es dura su mirada.
Su sonrisa es tranquila y en el fondo es taimada: hay huellas en la fresca ternura de su pulpa.
Ya en la boca se pinta la blandura redonda que dan los besos largos y en su nariz la honda codicia de la especie. carece de culpa. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica