138 Repertorio Americano Ayacucho en la Revolución de Hispanoamérica Plata, bajo el nombre de Provincias Unidas. Una misma doctrina, y aun las mismas palabras fundamentan las distintas!
declaraciones de independencia. Por encima de las fronteras de la colonia, provisionales e indecisas, fraternalmente se tienden unos a otros las manos. Reconócense los hombres, de Discurso pronunciado por el Dr. MANUEL Díaz RODRIGUEZ uno a otro país, como hermanos de armas, como ciudadanos en su Recepción como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia. Caracas) el de Diciembre de 1924. de una misma nación, de una misma patria: la América. Porque desde su primero y más pálido albor la revolución de. La tierra del sol, como era justo, no necesitó sino de un independencia fué siempre, hasta la mañana de Ayacucho, día para ganar su independencia. Poco importa que ese día franca y esencialmente americana.
tuviera su noche siniestra en la quebrada de Corpahuaico, Ya los granadinos acudían a la independencia de Venezueporque a la faena libertadora bastaron la tarde de Junín y la la, y en el corazón de Girardot encontraba símbolo supremo mañana de Ayacucho.
la cooperación heroica de la Nueva Granada; ya los venezoHace hoy un siglo quedaba adquirida la independencia pelanos en Boyacá refrendaban con la sangre de sus venas la ruana, y terminaban, coronados con glorioso remate de cumindependencia granadina. Tramontaban los ríoplatenses la corbre, quince años de afán continuo y heroico por la indepen dillera para ir a batirse por la independencia de Chile, y dencia de América. La exigua llanada de Ayacucho se exalta argentinos y chilenos movían luego su cruzada libertadora a en la luz de la mañana que era en aquellas latitudes manalos campos del Perú. Concurrian argentinos y peruanos, como na de primavera hasta hombrearse con la cima del Cundur a una cita de honor, al coronamiento de la independencia cocunca, y el Cundurcunca mismo aparece más enhiesto y como lombiana, cuando, obedientes a la espada de Sucre, las falanempinándose en el futuro, consciente ya de ser el término ges y banderas de la libertad, anulando el empuje de las que irrevocablemente separa, con la inmaculada pureza de su armas del Rey, dominaban las alturas del Pichincha en un casco de nieve, dos épocas de la historia. Ayacucho dejó vuelo incontrastable de cóndores. en seguida, ecuatorianos, de ser el «rincón de los muertos. para trocarse en inagotavenezolanos, granadinos, los hijos de Colombia, irlan de Junin ble raudal de enseñanza y de vida.
al Desaguadero, sembrando por las altas mesetas de los Andes «La América del Sur está cubierta de los trofeos de vuesdel Perú un pensil de fábula y de sangre.
tro heroísňo dirá el Libertador en su proclama al EjércitoUnas veces los esfuerzos, dispersos y limitados, como los pero Ayacucho, semejante al Chimborazo, eleva su cabeza mismos hombres, aparecían aislados y egoístas; otras veces, erguida sobre todo. Es repetirá más tarde, al trazar los concertados y harmoniosos, trasponían las fronteras con de rasgos biográficos del vencedor la cumbre de la gloria ame cidido movimiento de expansión deliberada y coherente.
ricana, y la obra del general Sucre. sin duda es la obra Pero todos, esfuerzos, hombres y pueblos, reconocían enede Sucre, por cuanto hace a la ideal estructura de la batalla, migos e ideales comunes. así las energias de unos y otros a los limpios y clásicos movimientos con que la habilidad y hablan de converger necesariamente a un mismo fin, a enconla visión del simpar estratega acaban arrancando, con las pal trarse concordes en la gloria de Ayacucho, a cristalizar en la mas del triunfo, toda esperanza a las armas realistas. Pero en «cumbre de la gloria americana. Para elevar esa cumbre, en cuanto a su inmensa y honda significación, la victoria de allegó cada quien su material: el uno su grano de arena o su Ayacucho no fué la obra exclusiva de Sucre. No fué la obra guija de arroyo; el otro, su noble piedra sillar, española o exclusiva de Colombia o del Perú, de Buenos Aires o Chile, incaica; y hubo quien allegase también su bloque de márde ninguno de los pueblos que tuvieron la fortuna de verse mol preclaro, albo y sin mancilla como la nieve del Cundurrepresentados, siquiera por alguno de sus hijos, en la última cunca; pero, como era uno mismo el fervor, el bastó a trasgran batalla de la Independencia. No fué la obra exclusiva de mutar tan diversos materiales en una sola substancia divina.
un hombre o pueblo determinado, sino la obra de todos. Era Virtualmente quedaba terminada en Ayacucho la obra mila obra de los presentes a la jornada, y lo era también de litar de la revolución, porque epilogo forzoso de esa batalla infinitos ausentes que, en un ímpetu de simpatía o de volun hablan de ser, de una parte la rendición del Callao, y de otra. tad generosa, acompañaban desde lejos en espíritu las armas parte la independencia del último, territorio ocupado todavía de la libertad. Era la obra de cuantos vivieron aquella triun por las huestes del Rey, o sea el territorio de las provincias fal mañana de primavera, transfigurados de heroísmo y or bajas del Rio de la Plata que, al verse emancipadas por las gullo, y era también la obra de muchos que ya de tiempo armas de Colombia, y propicios el pensamiento del Libertaatrás yacían bajo la tierra convertidos en polvo. Era la obra de dor y los Congresos de Buenos Aires y el Perú, se organilos libertadores y lo era también de todos los precursores zaron, conforme a su voluntad categorica y manifiesta, en el. hombres de Chuquisaca o la Paz, de Quito o el Socorro, nuevo estado soberano de Bolivia.
de Caracas o México de cuantos precursores brillantes u Terminada la acción, el hombre, el político y el estadista obscuros, Pumacahua o Carrera, Murillo o Miranda, de México que alientan en el héroe de Ayacucho fevalidan moralmente a Chile y del Plata al Orinoco habían, por la misma causa de la revolución americana. Las capitulaciones que en el mismo bien, terminado en el patíbulo, o desaparecido sin dejar ni el. campo de batalla ofrece el vencedor al vencido justifican rastro de sus huesos en la noche de las prisiones, o sucum revolución a los ojos del universo. ningún otro podia el bido en las penalidades del destierro, o muerto, los más felices, genio de la revolución y de América fiar el encargo de hacer aunque sin recibir sobre sus frentes el beso de la gloria, en justicia en Ayacucho. Jamás como al pie del Cundurcunca se anónimos campos de batalla.
puede decir de Sucre lo que Pereyra, el noble historiador En todas y cada una de nuestras repúblicas floreció la mexicano ha dicho de él: que fue el copo de nieve sobre la planta del precursor en rosas de martirio. cuando en 1810 charca de sangre.
la obra de los precursores se evidencia y afirma, todos nues. La vida y la obra de Sucre podrían tener síntesis cabal tros pueblos adoptan casi simultáneamente iguales procedi en las líneas netas y precisas de una figura geométrica, tal mientos y lenguaje. En todos ellos se establecen juntas que como un diamante de aguas clarísimas, y de espléndidas faceson como un eco de las juntas españolas, y todos ellos, o la tas pulidamente labrado por un artifice glorioso. Limpio de mayor parte de ellos se constituyen, de Centroamérica al corazón, era extremoso de pulcritud asi en sus concepciones Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica