Repertorio Americano Sobre un pensamiento de Leonardo de Vinci. Página leída por el autor en el acto literario que se efectuó el sábado 17 de enero de 1925 en el Salón de Exámenes de la Universidad Central de Caracas, con motivo de la 111 conferencia correspondiente a la serie organizada por el Centro de Estudiantes de Derechos Señor Rector, damas y caballeros: resto de la existencia, constituyen un venero de comunes recuerdos e ideales, Os agradezco profundamente, por mi a través del espacio y del tiempo. De parte, vuestra asistencia a este platónico manera tal que si fuese posible que nuesentretenimiento.
tra Universidad desapareciera definitiJóvenes estudiantes: vamente un día, con ella moriria la cédula social que mejor mantiene y fomenta No soy orador, puesto que, además uno de los sentimientos fundamentales de de otras excelencias, me falta en abla conciencia nacional.
soluto el don de exaltar a las multituY a propósito de tiempo, comprendo des con la riqueza sonora del verbo.
que abuso del que me ha concedido vues.
Tampoco soy conferencista, porque catra benevolencia. Llegó la hora de pediresco igualmente de la fértil memoria ros perdón y de hacerme perdonar de que, apoyándose en simples notas o apuntaciones, recorre segura el hilo de una vuestros profesores. Porque, qué dirán ellos y qué diréis vosotros al ver discudisertación, hasta producir en el audito.
rio la certeza de que se improvisa sobre rrir aquí, en un centro de laboriosos e studiantes, al perezoso discípulo de antaño?
un tema. Sencillamente, no paso de ser Pero vosotros, por vuestra amabilidad, un lector, como lo veis ahora y lo fui siempre, aun durante mis intermitentes sois mis cómplices y sin duda me guardaréis el secreto de esta desordenada apariciones de aficionado a las letras.
En realidad cuanto he escrito para el lectura, que he de hacer lacónica, único mérito que recomiendo a vuestra pacienpúblico han sido glosas de lecturas, ya cia, acerca de un tema que, que aunque de libros, ya de los jeroglificos y eniga distancia, creo que tiene alguna relamas que la vida teje en la trama confusa de los días.
ción con las disciplinas en que en breve daréis nuevos lauros al Foro venezolano.
Lo que sí es inaudito es que me haya atrevido a aceptar la generosa invitación Más enigmático que su propia Gioque, a nombre vuestro, me hizo el exceconda, es aquel inmortal Leonardo de lente poeta y condiscípulo de vosotros, LEONARDO DA VINCI Vinci, cuyos manuscritos tenemos que Pedro Sotillo, una tarde en que casualdescifrar con un espejo, donde, reflemente nos encontramos bajo uno de los árboles de la Plaza jados a la inversa de como fueron trazados, podemos leerlos Bolívar, irónicos testigos de tantas ocurrencias caraqueñas. según nuestros hábitos occidentales. Pues, por sabido se tiene, Si vuestro camarada, buen observador como es, se fijó en mi, que Leonardo escribía de derecha a izquierda, sea porque en ese instante, notaría en mi rostro una súbita vergüenza. fuese zurdo, porque le agradase la manera oriental de escriY es que su invitación, para esta incoherente plática, evocaba bir en esa forma, o bien porque, a causa de las circunstancias en mí el recuerdo de que fuí un pésimo estudiante de Dere de su época y de su carácter, quisiera hacer de ese modo sus cho que, apenas remontaba la cuesta del Código Civil, cayó doctrinas más discretas o recónditas.
perezosamente rendido, para entregarse a vanos sueños.
Tanto como contemplando la boca sinuosa de su Monna Sinembargo, aunque sin título alguno y non tan poco lim Lisa y sus ojos ligeramente sesgados y sin cejas, podemos pias credenciales estudiantiles, yo me he sentido siempre un entregarnos a oda suer de suposiciones al margen de los poco universitario, siquiera por haber pasado muchas de mis manuscritos de Vinci, que se guardan en la Biblioteca Laumejores horas de juventud en estos venerables claustros. rentina, de Florencia, o en el Instituto de Francia. Tal me. Hoy mismo, cuando siento caer sobre mis canas la penumbra ocurrió con aquel apotegma suyo, conciso y geométricamente de los corredores de nuestra Universidad, mi corazón palpita, delineado, según sus gustos y estudios. Naturalmente, toda como en lejanos años. Mi mejor disciplina intelectual es aun cosa desea conservarse en su esencia. Apotegma que apenas la que exhalan la sabiduría y la suave sonrisa de mis viejos completa, en otra de sus notas, cuando compara el rio que maestros, tan graves bajo el sombrero de copa y el traje cere corre sin desviar el curso de sus aguas, a la disposición que monioso, según uzanza de aquella época, pero tan tolerantes todo en el universo tiene a mantenerse en la integridad de con nuestras bulliciosas locuras, cual corresponde a los que su ser.
saben descubrir, en la algarabia de un plantel de adolescen Leonardo, que en la pintura fué el creador del sfumato, tes, las voces que se están armonizando para el himno del del claro oscuro, y que amaba los matices más que el color porvenir.
desnudo, en sus Tratados advertia que no los leyeran quienes Otro concepto, de orden ético, adquirí desde entonces, en no fuesen matemáticos, porque «el lo era siempre en sus prinmedio del olor de los nobles árboles de estos patios y del cipios. Con esos contrastes espirituales nos revela Leonardo aroma añejo de sus aulas: el de que no sólo es nuestra Uni un aspecto de las complicaciones de su alma, en la que se versidad la Casa de las ciencias, sino un seminario de la combatian la precisión científica y los métodos extraidos de indispensable solidaridad nacional, puesto que, con frecuencia, la experiencia, con el mis que envuelve la oración de en sus cátedras, se atan, entre estudiantes venidos de todas la obra de arte y la vida del hombre indagador de su destino.
las regiones de la patria, vinculos que perdurando durante el ¡Cuántas cavilaciones no provoca el Cristo de su famosa Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica