Repertorio Americano 285 نین Página lírica de Delmira Agustini MIS AMORES Las ojeras que ahondamos la tarde y yo inconscientes, la palidez extraña que doblé sin saberlo, ven a mi: mente a mente; ven a mi: cuerpo a cuerpo!
Tú me dirás qué has hecho de mi primer suspiro, tú me dirás qué has hecho del sueño de aquel beso.
Me dirás si lloraste cuando te dejé solo. me dirás si has muerto. Si has muerto, mi pena enlutará la alcoba lentamente, y estrecharé tu sombra hasta apagar mi cuerpo. en el silencio ahondado de tiniebla, y en la tiniebla ahondada de silencio, nos velará llorando, llorando hasta morirse nuestro hijo: el recuerdo.
MI PLINTO Es creciente, diríase que tiene una infinita raíz ultraterrena.
Lábranlo muchas manos retorcidas y negras muchas piedras vivas.
Muchas obscuras piedras crecientes como larvas.
Hoy han vuelto. Por todos los senderos de la noche han venido a llorar en mi lecho. Fueron tantos, son tantos!
Yo no sé cuáles viven, yo no sé cuál ha muerto.
Me lloraré yo misma para llorarlos todos; la noche bebe el llanto como un pañuelo negro.
Hay cabezas doradas a sol, como maduras.
Hay cabezas tocadas de sombra y de misterio, cabezas coronadas de una espina invisible, cabezas que sonrosa la rosa del ensueño, cabezas que se doblan a cojines de abismo, cabezas que quisieran descansar en el cielo, algunas que no alcanzan a oler a primavera, y muchas que trascienden a las flores de invierno.
Todas esas cabezas me duelen como llagas.
Me duelen como muertos. Ah. y los ojos. los ojos me duelen más: son dobles. Indefinidos, verdes, grises, azules, negros, abrasan si fulguran, son caricia, dolor, constelación, infierno.
Sobre toda su luz, sobre todas sus llamas, se iluminó mi alma y se templ6 mi cuerpo.
Ellos me dieron sed de todas esas bocas.
De todas estas bocas que florecen mi lecho; vasos rojos o pálidos de miel o de amargura, con lises de armonía o rosas de silencio de todos estos vasos donde bebi la vida, de todos estos vasos donde la muerte bebo.
El jardín de sus bocas venenoso, embriagante, en donde respiraba sus almas y sus cuerpos, humedecido en lágrimas ha cercado mi lecho. las manos, las manos colmadas de destinos secretos y alhajadas de anillos de misterio. Hay manos que nacieron con guantes de caricia, manos que están colmadas de la flor del deseo, manos en que se siente un puñal nunca visto, manos en que se ve un intangible cetro; pálidas o morenas, voluptuosas o fuertes, en todas, todas ellas pude engarzar un sueño.
Con tristeza de almas, se doblegan los cuerpos, sin velos, santamente vestidos de deseo.
Imanes de mis brazos, panales de mi entraña como a invisible abismo se inclinan a mi lecho.
Como al impulso de una omnipotente arana las piedras crecen, crecen; las manos labran, labran. Labrad, labrad. oh manos!
Creced, creced, oh piedras!
Ya me embriaga un glorioso aliento de palmeras:1 Ocultas entre el pliegue más negro de la noche, debajo del rosal más florido del alba, tras el bucle más rubio de la tarde, las tenebrosas larvas de piedra, crecen, crecen.
Las manos labran, labran, como capullos negros, de infernales arañas. Labrad, labrad. oh manos!
Creced, creced. oh piedras!
Ya me abrazan los brazos de viento de la sierra.
Van entrando los soles en la alcoba nocturna, van abriendo las lunas el carmin de nácar.
Tenaces como ebrias de un veneno de araña las piedras crecen, crecen; las manos labran, labran. Ah, entre todas las manos yo he buscado tus manos!
Tu boca entre las bocas, tu cuerpo entre los cuerpos, de todas las cabezas yo quiero tu cabeza, de todos esos ojos, tus ojos solos quiero!
Tú eres el más triste, por ser el más querido, tú has llegado el primero por venir de más lejos. Ah, la cabeza obscura que no he tocado nunca y las pupilas claras que miré tanto tiempo. Labrad, labrad, oh manos!
Creced, creced, roh piedras!
Ya siento una celeste serenidad de estrella. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica