Violence

Reper torio Americano 233 El hombre que sentía pasar la muerte Inédito. De Las Fantasias de Juan Silvestrenovelas, cuentos, crónicas, obras de teatro de todos los intelectuales del país.
Es quizá la primera vez que se intenta aqui un movimiento serio para levantar el libro colombiano, haciendo publicaciones metódicas y seleccionando una colección que puede ofrecer, en el exterior, un panorama exacto del movimiento intelectual que, más ahora que nunca, se agita en esta República. por primera vez se le buscará mercado a nuestros libros en Sur América, con lo cual se estrecharán los vínculos de simpatía que hagan cierta la ponderada fraternidad hispana. la cabeza de la nueva empresa se halla don Germán Arciniegas, cuyo solo nombre es una prenda de éxito, por su vasta ilustración, su fino gusto literario, su claro talento y porque tiene el don divino del entusiasmo, y aspira a realizar obra bella y fecunda.
Somos testigos de los trabajos que lleva adelantados la nueva empresa editorial, y todo nos hace confiar en que será un éxito seguro. De El Tiempo, Bogotá. Doctor CONSTANTINO HERDOCIA De la Facultad de Medicina de Paris MEDICO, CIRUJANO Enfermedades de los ojos, oídos, nariz y garganta.
Horas de oficina: 10 a 11. 30 a. y de a 5, mn.
Contiguo al Teatro Variedades.
Teléfono número 1443 LEO LEGÓ a mi casa solo, diciendo simplemente que deseaba conocerme. Por qué. Quién le habló de mi? Nunca quiso responderme sino con vaguedad.
Se presentó bajo el nombre, de Lázaro da Cunha, proce. dente del Brazil, pero más tarde me confesó que éste era un nombre de su invención. Me gusta llamarme como aquel amigo de Jesús, buen hermano de una cortesana que murió y fué sepultado, y cuando ya hedia resucitó a la voz del Cristo que lo llamaba de nuevo a la vida me dijo. Parecía extranjero, de origen latino. Estaba muy joven pues apenas si acabaría de doblar la treintena. Era un hombre feo, con la sonrisa más atractiva que he visto en mi vida. Se ponía a sonreir y al punto uno sentía que se le metía corazón adentro; sus facciones toscas, algo aindiadas se transformaban; se pensaba que dentro de ellas se encendia una estrella. Su voz era tan suave, que mi oído sentía cuando él hablaba, como si sus frases entraran calzadas de seda. Cuando algo le interesaba mucho, se ponía nervioso, y se tenía la impresión de que su voz ondulaba cual serpiente que huye; también sus labios gruesos adquirían esa imperceptible palpitación que hay en las brasas en el momento en que se apaga la llama. veces lo crei loco. Por lo general las gentes que nos tenemos por cuerdas, consideramos desiquilibrados a quienes expresan opiniones extrañas al ambiente y a la época.
Mis parientes y las relaciones íntimas de la casa honorables personas lo miraban con desconfianza y lo juzgaban inmoral. Para mi era más bien un amoral, o mantenía la pose.
de tal con admirable espontaneidad: tenia un modo tan infantil e inocente de preguntar a quien condenaba o elogiaba un acto. Por qué es eso malo. Por qué es eso bueno. que su, interlocutor se quedaba en la duda de si en realidad no tenía noción de la maldad o bondad del asunto. así que le explicaban, soltaba una de sus paradojas contundentes que dejaban frío a cualquiera, o se encogja de hombros con su acostumbrado. nada se puede asegurar. Una de las cosas suyas que más me impresionó, fué sui facultad de presentir la muerte. En las ocasiones en que insistí para que habláramos de ese misterioso asunto, la única explicación que me dió, fué ésta. En eso soy como los perros. cambiaba de conversación.
He de advertir que jamás le vi la menor punta de espiritismo ni de teosofía, ni parecía afiliado a religión alguna.
Un día desapareció sin despedirse. Hace ya dos años que lo ví la última vez, y desde entonces no he vuelto a tener la menor noticia suya. Un día del mes pasado, el corazón me palpitó con violencia al oir llamar a mi puerta como el llamaba: un repiqueteo nervioso con las yemas de los dedos. Abri con mano temblorosa, pero quien llamaba era un pobre vendedor de escobas.
Muy a menudo tengo nostalgia de su compania extraña, tan diferente de cuantas en mis dias he compartido, con aquellas sus extrañas opiniones que le sugerían hombres, y paisajes y cosas, bien distintas de cuantas acostumbro oir y de las mias propias.
Quiero relatar algunas de las manifestaciones que tuvo en mi presencia en esto de presentir la muerte a que me he refe. rido anteriormente: LA COLOMBIANA Sastrería Francisco Gómez La mejor en su clase. Ultimos estilos Trabajos modernos Calle del Tranvía. Frente a la tienda Kepfer.
REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO de cultura hispánica.
De Filosofía y Letras, Artes, Ciencias y Educación, Misceláneas y Documentos.
Publicado por GARCÍA MONGE Apartado 533 SAN JOSÉ, Costa Rica, ECONOMÍA DE LA REVISTA La entrega 50 El tomo (24 entregas)
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