Feminism

182 Repertorio Americano Motivos de la semana Editorial de El Figaro de la Habana, edición del 19 de abril de 1925.
ESTE Segundo Congreso Nacional de Mujeres, que ha contual, al severo paraninfo de la Academia de Ciencias, no logrará rectificar la opinión que tiene la señora Chapman Cat, del feminismo latinoamericano. Están nuestras amigas, las señoras del Sur y Centro América, cuarenta años atrasadas en comparación con las del Norte. ha dicho, hace poco, en un documento oficial, la presidenta de la Asociación Nacional Norteamericana del Sufragio Universal. La punzante verdad ha quedado intacta. Las animosas mujeres cubanas no han podido arrancar ese dardo que la severa dama de Norteamérica, ha clavado en el corazón de la mujer latina.
Pero si no ha sido este Congreso un paso de avance en el camino del feminismo, propiamente dicho, no puede negarse que esta vez nuestras mujeres han demostrado un entusiasmo consciente y una mejor organización en este gesto de pedir en público los mismos derechos que los hombres, que es, al cabo, propósito más o menos declarado de estos Congresos.
Ha habido discursos brillantes, trabajos bien intencionados y algunos muy notables como los dos de la Presidenta del Congreso que son dos piezas oratorias completas. Esta talentosa señora ha demostrado en ellos gran disciplina mental, vasta cultura bien digerida y un gran acierto en lo que pudiéramos llamar la arquitectura de sus trabajos. Lo mismo puede decirse de las admirables oraciones de Emma López Seña y Dulce María Borrero de Luján, dos profundos entendimientos femeninos; pero, en general, ha faltado originalidad, fisonomía propia, una audacia siquiera, que diera carácter al Congreso. Más de setenta discursos se han leído en sus laboriosas sesiones y en vano el observador atento ha estado esperando el que habria de emocionarlo o conmoverlo. Las gentiles damas discursantes, sin saberlo, le daban la razón a aquel famoso doctor Grancher, quien a los postres de un suntuoso banquete con que lo obsequiaron los médicos de la Habana hace más de treinta años nos echaba en cara sutilmente nuestra impotencia creadora. Son ustedes nos decia enormes consumidores; pero.
poco productores.
Esta vez nuestras hermanas, en su afán de ser en todo igual a los hombres, nios imitaron tan admirablemente, que bien puede incluirselas, conjuntamente con los hombres, en el anatema de Grancher.
Está bien que nuestras mujeres. siguiendo la corriente del feminismo universal, quieran intervenir en la vida pública de un modo más decisivo, aunque en realidad, no haya obra humana en la que la influencia femenina no sea formidable, según lo tiene probado, la sabiduría griega hace mucho tiempo; pero si dando de lado al genio heleno, insisten nuestras muJeres en su idea de que se las tenga como hombres para todos los «efectos legales. lo primero que deben hacer es demostrar su entrenamiento moral e intelectual para las nuevas funciones. Esa preparación debe ser piedra de toque, eaballo de batalla, de la grey feminista para que la sociedad encuentre fundamentadas las pretensiones de las mujeres, en vez de verlas con recelo.
En Cuba, ca pedirlo, la mujer tiene ya los mismos derechos civiles del hombre, y casi todos los derechos políticos. Muy poca cosa le falta, y entre esa poca cosa está el voto, al que se le da una importancia de que carece, a nuestro juicio. Qué cuestión trascendental va a resolver en Cuba el voto femenino. Van a dar batallas electorales, las mujeres, independientes de sus padres, de sus esposos, de sus hermanos, de sus hijos. Es que van a complicar, aumentándolo, el contingente de analfabetos, de nuestro censo electoral? Es que nuestras mujeres, tocadas un tanto de fanatismo religioso, o por lo menos, dejándose llevar fácilmente por el cura, nos van a obligar en lo de adelante a buscar en Belén la influencia electoral? Esas inquietantes interrogaciones son las que hubiéramos querido ver contestadas en la pulida prosa de las Jaboriosas congresistas. Al cabo, el Congreso que acaba de rendir su labor, era principalmente una asamblea feminista y estaba obligado por ello a hacer un alarde del esfuerzo femenino, poniendo de manifiesto sus gallardías y empuje. en esto es en lo que, precisamente, ha fracasado. Hasta para no perder un solo rasgo de la débil feminidad que ha acompañado a los trabajos del Congreso, vino a remacharla la inévitable falta de ortografia que antaño fué graciosa peculiaridad de la mujer. Las sonrisas del auditorto ante la ortografía caprichosa de las frases proyectadas en la pantalla cinematográfica con las cuales una vivaz disertante explicaba ideas, por otra parte muy amenas, estilizaron el ridiculo en una de las sesiones del Congreso.
Nuestras mujeres son, sin duda, magníficas en sus virtudes privadas. Poseen, además, gran talento. Superan a los hombres en carácter, en firmeza y en rectitud. Desconocen el instinto de lo irregular y lo equivoco, que hoy arrastra al hombre hacia el abismo; pero les falta acometividad, fortaleza espiritual, para hacer fectivas su claras visiones morales.
Se las ve con frecuencia, comprensivas y fuertes, ante el peligro, como dispuestas a heroicas resoluciones; mas pocas veces explotan en santa cólera para evitarlo; antes bien, muchas veces se dejan arrastrar por la corriente. Este estati. cismo inexplicable en almas tan superiores, es la causa de su fracaso en la vida profesional. Centenares de inteligentes cubanas han, salido de nuestra Universidad, diplomadas de doctoresas, después de una laboriosa, abnegada y brillantisima vida escolar; cpero cuántos de esos árboles frondosos han rendido el fruto que sus opulentas ramas anunciaba? Cruel tortura fué para muchas el aprendizaje de materias áridas como la anatomía, la disección, las matemáticas, la química.
De las que soportaron esas amarguras con valor y abnegación. cuántas son las que hemos visto luego triunfantes, auscultando un corazót abatido, o abriendo un vientre enfermo?
Las graduadas en Farmacia son las más numerosas y, sin embargo, iqué pocos casos se dan en que fa píldora salvadora haya sido moldeada por los finos dedos de la doctora, y mucho menos en los que el ojo femenino sea el que escndriñe en las reacciones químicas el mal oculto que mina la vida! Lo mismo las que profesan el Derecho. Muy pocas son las que se han abierto paso después de abrir bufete. Se acuerdan ustedes de la confusión y amilanamiento de la defensora de la muchacha que mató al corruptor de su hermana?
En la vida profesional se ha quedado la cubana, como cierto personaje de Eça de Queiros, en las fronteras. Sólo en la enseñanza, en el profesorado, nuestras mujeres pueden mostrar el brillante coronamiento de una carrera intelectual. No hablemos de los oficios menores en la administración pública y en los escritorios privados en que efectivamente la. mujer da mejores resultados que el hombre, pues con ello no se prueba la superioridad femenina, sino un más humilde espiritu de sometimiento. Si el orgullo de los hombres no hubiera creado al subalterno lo hubiera impuesto la mujer con su debilidad. es una frase de Nietzsche. si todo esto así. por que extrañarnos del poco éxito del Segundo Congreso Nacional de Mujeres? Reflejo de la impreparación que tiene toda Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica