Repertorio Americano 327 me dió la mano y dejó entre las mias su palluclo cmpapado mortales los brazos rigidos de la cruz que se alza a su cabcen llanto.
cera, pero jamás me he atrevido a mirar el pañuelo que me Cuando yo quería evocar su figura, cuando queria sentir dió su último adiós, aun cuando sé que al acercarlo a mi ros.
junto a mí su corazón amigo, sacaba el pañuelo y lo tenía tro, volvería a sentir el calor del suyo, y que algo de su ser largas horas entre mis manos, impregnado alli me diría por unos instantes que mi madre no Todo el pasado dichoso acudía como un conjuro, y la sole ha muerto!
dad moral, que es el peor de los dolores de un preso, se Todos los lenguajes de la vida, los retratos y los cabellos transformaba para mí en un inefable encanto de añoranzas. de los seres amados, no tendrán jamás para nosotros lo que Allí estaba mi amiga de los días dichosos, alli estaba guarda un pañuelo.
acompañándome en mi cautiverio y sufriendo conmigo.
Joaquis Quijano MANTILLA Si hubiera sido su retrato, de seguro no la habría sentido. tan cerca, tan intima y tan consoladora; porque el cartón de E1 Epiro, agosto 21 de 1923.
un retrato no puede penetrarse de nuestro sér, ni es sufi(El Tiempo, Bogotá. ciente a contener el amargo recuerdo de nuestras lágrimas.
Días después, al recobrar mi libertad, el pañuelo que había sido mi compañero y mi consuelo, hubo de ser hecho pedazos para vendar las heridas de un amigo que yacia morPárrafos talmente herido, y su misión fué tan noble como lo había sido tomados de una confereneia dada por Mr. Eren los días de mi aislamiento y de mi cautiverio.
Pero el pañuelo que ha hecho en mi vida la más. honda nest Wood en la Biblioteca Nacional de huella, es el que guardo en el fondo de una caja de recuerSantiago de Chile, en 1923.
dos, y que nunca he querido mirar desde el dia en que llegó. Además del sentimiento de solidaridad, hay dos grandes a mis manos, como el más triste mensaje que un hombre emociones que pueden inspirar a los estudiantes a vivir y puede recibir en la vida.
trabajar y en las cuales se regocijan nueve sobre diez de los Mi madre, ya moribunda, había ordenado que se colocaran que no han estado demasiado recluidos en un ambiente de en la humilde estancia donde iba a exhalar el último suspiro, egoísmo y desgaste de su virilidad: son el Patriotismo y. la dos sillas y un ramo de flores. El día de su muerte llamó al Devoción y Aspiración religiosa.
doctor Roberto Albornoz, su médico, para darle las gracias y En algunos de mis colegios en la India, fijé lo que llamapara recomendarlo al agradecimiento y al cariño de sus hijos.
bamos el Periodo Patriótico, un tiempo de cuarenta y cinco El doctor Albornoz, que sabia el temple de su alma, me minutos cada semana, durante los cuales los maestros y alumdijo en su presencia que no la molestara con nás remedios, nos de todos los cursos se reunían en un gran salón. En el y ella respondió sonriente: escenario poníamos el retrato de uno de los grandes persó Usted no debe afanarse por este viaje que todos debe. najes hindúes de los tiempos pasados o presentes, adornado mos hacer. La ciencia nada podrá contra lo inexplicable, ni con flores, siguiendo así la costumbre con que en la India se usted hará tampoco nada en mi favor con sus lágrimas. honra siempre a quien se quiere distinguir. Empezábamos Después de despedirse del doctor Albornoz y de repetirle puestras reuniones con un cántico patriótico en el que todos sus agradecimientos, me dijo. tomábamos parte describiendo la belleza y fertilidad de la Haga usted que me lean algo que se relacione con la madre patria. Después uno de los profesores o también a otra vida.
veces uno de los alumnos más adelantados, pronunciaba duA su cabecera se instaló una dama gentilísima que leyó rante media hora un discurso preparado anticipadamente, reladurante un rato las consideraciones sobre la eternidad. tando la vida y trabajos del gran hombre a quien se trataba De pronto dió un profundo suspiro, apretándome la de honrar, y los beneficios que reportó a su patria y a sus mano, exclamó como si volviese de un sueño: conciudadanos. Durante el año escolar podiamos así hacer. Qué larga se hace esta agonía!
conocer a los alumnos más de treinta de sus prohombres: Más tarde volvió a cogerme las manos, y después de ha religiosos, soldados, hombres de estado, poetas, reformadores, cerme mil recomendaciones para mis hijos y para mi esposa, científicos, artistas, etc. El orador se escojía en cada ocasión, me dijo: entre los admiradores del elogiado, y se le dejaba en libertad Yo no quiero despedirme de usted, pero tampoco deseo de tratar el tema; esto permitía acostumbrar a los estudiantes que crea que no sé a qué horas me voy a ir. Cuando sienta a oir con tranquilidad, diferentes puntos de vista nopiniones que llega la muerte, le entregaré el pañuelo que tengo en y a juzgarlos imparcialmente. Esto los enseñaba a ser fuertes mis manos, como mi postrer mensaje de cariño, y para que. y reservados como el perfecto caballero de quien habla Con.
vea que usted embarga hasta el último instante de mi vida fucio. Un caballero es siempre imparcial; pero nunca neutral. toda mi atención, No puedo describiros la emoción de los escolares en estas Desde aquel momento, no volvió a articular una sola frase, reuniones, los vivas, el fuego del entusiasmo y de la resoluy siguió pasándose el pañuelo por la frente y por el rostro, ción que se despertaba en sus jóvenes corazones, ni el vigor periódicamente. medida que la fatiga la asediaba, iba pa de esos cientos de voces entonando el himno final, sándoselo con más intervalos, y sus ojos cerrados dejaban De un modo semejante teníamos también el Periodo Relinotar las profundas ojeras que iba marcando en ellos la muefte. gioso, en que se trataba de las vidas y pensamientos de es.
De pronto, dió un suspiro, y haciendo un esfuerzo supremo, clarecidos religiosos y santos de la India, y de otras partes buscó mis manos, y puso en ellas el pañuelo que habia de del mundo. Sólo una condición podia hacer que este trabajo llevarme el más doloroso mensaje que el hombre puede reci fuera provechoso: devoción sincera de parte del orador, y bir en la vida.
perfecta independencia de dogmas o de espíritu de propaVertí sobre aquel pañuelo todo el raudal de mi llanto, y ganda de parte de las aytoridades del colegio. Eļ orador cuando mis manos buscaron las suyas, ya el frio de la muerte podia elogiar cualquier Maestro o doctrina; pero no debía las habia invadido y su alma viajaba hacia lo inescrutable. hablar mal de ninguna; esa era la única restricción. Creiamos Mas tarde, he ido a su tumba, he tocado con mis manos en el triunfo de la verdad, en el corazón humano; que las Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica