REPERTORIO AMERICANO 169 Mencha González.
Se inspiran estas lineas en mocorro juvenil, dejándonos en el tivo sagrado: unos grandes alma una eterna pregunta y una ojos tiernos que se cierran, unas angustia no sentida hasta hoy.
mejillas frescas y rosadas ayer ¿Por qué esta bella flor ha sido que ahora palidecen, un corazón cortada, así, súbitamente, cuando joven que se duerme.
aún no había emanado de si su En el aula escolar habrá hoy perfume, lo suficiente para sael mismo aire fresco entrando ciarnos? Fué siempre oportuna, por la ventana, el mismo sol nunca le pareció estar lo basamigo tiñendo de paja cuanto tante cerca de nosotros; dejaba a su paso se ofrece, la misma la impresión de ser fugaz, sutil.
bondad de la mañana. Pero ya Clemencia fué una de las criaalli no se escuchará más el turas más privilegiadas en inteacento dulce de la joven de ligencia y corazón; su amistad ojos grandes y tiernos, la de se saboreaba como se saborea las mejillas sonrosadas y fresuna fruta dulce; fué leve, silencas, la amada maestra amiga ciosa a ratos, amable, pura, de cuyo corazón ya duerme. al inteligencia radiante de vivacicomprenderlo así las pequeñas dad, calmosa; ella sabia que su llorarán en silencio, se mirarán sér superior y. angelical estaba las unas a las otras con los por sobre las congojas y vaiveojos interrogantes, no dirán panes de esta vida; vivía de su labra, dejarán tras sí la puerta interior, y lo exterior parecía y un hondo sollozo quedará flointeresarle poco. Vidas como la tando en la estancia.
de esta amada amiga, muerta Unos grandes ojos tiernos que en plena juventud debieran sese cierran; unas mejillas frescas guir su paso por el mundo para.
y rosadas, ayer, que ahora palidulcificarlo todo; para calmar el decen; un corazón joven que se ansia de los que en las rudezas duerme.
del camino han escanciado las RUBÉN Coro ánforas de la alegría; para hacer florecer otras vidas que necesi30. 925.
tan el blando apoyo de una alma sensible y hermosa como la suya. Clemencia parecia no Una mañanita, la encontramos amar la vida; pienso que su sér, dormida en su cama blanca, Su demasiado fino como el ala de cabeza tan noble se hundía suaun ángel, no podía luchar convemente en la almohada y sus tra el dolor y los males matebrazos se entrecruzaban sobre riales; había de ser muy pronto el pecho. Lirios blancos eran En trazds de campesina huésped de una mansión más costarricense.
su frente y sus mejillas, lirios digna de la transparencia de su morados las cuencas de sus alma. Clemencia! Nuestra vida ojos. No dormía, estaba muerta.
intima escolar se estremece de Así la vimos sus amigas, sus dolor y de ternura al recordar compañeras; y poco a poco la estan parable, formaba este velo de som este nombre, suave como una caricia cia se llenó de rosas, de jazmines y bras, imponiendo a la Naturaleza, si infantil! Ella era quien nos daba los de azucenas.
lencio, majestad y duelo.
mejores ratos con sus interesantes Fuera, brilló el sol, y una lluvia Y, alli la dejamos, cubierta de rosas, relatos e impresiones de su vida de fina y suavecita refresco la tierra, de jazmines, de azucenas, hundida su escuela. Era esta dulce niña una naesta tierra a la cual debíamos más noble cabeza en la almohada, cruza rradora amena; pintaba tan a lo vivo tarde entregar la muerta.
das las manos sobre su gran cora y natural cada una de sus historias, Bien preparada estaba ella para zón, como blancos lirios su frente y que vanamente reprimiriaznos el gesto este viaje; consigo llevaba el. morra sus mejillas, como morados lirios las de amargura y no podríamos secar lillo de su dulce gentileza, de su leal cuencas de sus ojos, porque Mencha de pronto la lágrima que sale al retad probada, de su inteligencia sutil no dormía. estaba muerta!
cordar todo lo que ella sabía contar.
y de su humilde bondan.
Se llevó este encanto que nos la dejarla fuimos a la puerta misma Ana Rosa CHACÓN.
hacia doblemente amada indispende la Ciudad Serena, esa tarde oto 25 sable. Más de una vez llegábainos a ñal de grises y purpurinos celajes.
escucharla, atraidas por las risas de cuando la queda del Angelus sosus tompañeras. es un cuento de nara y la tumba se abriera para reciMencha oíamos decir a alguna; jah birla, nubes muy oscuras y muy Sonó la hora fatal en que debía Clemencia. Qué deſocurrencias salian densas ensombrecian el cielo infinito! truncarse una bella existencia llena de esa inteligencia singular. Mil ve¿Por qué no brillaron las estrellas? de juventud y de encantos espiritua ces lamentamos tan inesperada huida. Por qué los fanales no iluminaron les. Silenciosas, mirándonos con ex si nuestro cariño fuera creador te el firmamento?
presión de dolor, permanecimos ante daría otra vez la vida que valía un Era que el dolor que del pecho la sentencia que el Destino tenía re tesoro, querida Mencha. Tu pérdida arrancara la ausencia de la compa. servada a nuestra vida escolar. Cle ha sido para nuestro grupo, la de un ñera querida y de la amiga incom mencia ha desaparecido de nuestro talismán maravillosoj de Noviembre de 1925. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica