332 Repei torio Americano EL ARBOL VIEJO CARLOS WYLD OSPINA luces de fosforescencia semejan astros caidos.
El firmamento ha enjoyado su regio traje enlutado.
Detrás de la angosta franja, de una ribera, brilla la media luna amarilla como un gajo de naranja. Yergue sobre el camino polvoriento. su figura sin flor y sin follaje; entre sus ramas, como en un cordaje, aún se puebla de músicas el viento.
Aferrado a la tierra, corpulento, diríase, en la calma del paisaje, un peregrino de haraposo traje que se detuvo a relatar un cuento.
Musgo afelpado su corteza viste, y cuando el sol, ya agonizante, es triste, en medio del ambiente silencioso EL INSTANTE Al maestro GARCIA Moxan!
destaca su esqueleto en el Ocaso como el lecho de un rio caudaloso que pintara un crayon de firme trazo.
MARINAS LA MAÑANA El oriente se colora de suave tinte rosado; está el mar adormilado en la calma de la hora.
Inclinada hacia un costado, veloz y madrugadora, mar adentro se ha internado una barca pescadora.
Hay una vela inmóvil sobre el agua.
Está pronta a partir, y sólo espera que tus manos solícitas le den algun mensaje.
Que no se ofusque tu visión tranquila con torpes inquietudes del momento: guarda serenidad, pues de otro modo no darás lo que quieres. Recoge en lo profundo de tu alma la palabra mejor, el pensamiento lleno de gracia pura, la idea que cual flor enjoyada de rocio, venga empapada de sinceridad, y ponla en esa vela, que en su viaje ha de volver a ti.
Que no te halague la falaz confianza de que otras velas llegarán. Es cierto. Pero si toda línea se haya hecha de una invisible sucesión de puntos, toda tu vida encuéntrase formada por invisible sucesión de instantes. Sopla el aura tenue, fria, en tanto allá en lejanía cubierto de luz dorada surge el sol esplendoroso, como joya rescatada de un naufragio fabuloso.
LA TARDE Cada vela que huye roba un punto a tu línea, y día llegará en que no tengas como enviar tu presente, y en que al impulso de una fuerza extraña hayas de huir tú mismo, como cualquier instante. Sobre el mar color de acero trama la espuma su encaje.
La luz del primer lucero asoma tras un celaje.
Sólo se oye en el austero mutismo de aquel paisaje, el rumor del oleaje y el canto de un marinero.
La tarde muere callada como una novia olvidada. flor de mar soñoliento Entonces mirarás con infinito dolor tu propia sumbra que va tras de tus huellas. fiel y torva cual un remordimientoseguida de la hilera interminable de tus velas vacias!
una ave sin rumbo vuela como un pedazo de vela que hubiese arrancado el viento.
LA DESPEDIDA LA NOCHE. Banaba el sol la tarde en reflejos dorados; el otoño lloraba sus hojas amarillas, y en nuestros mudos labios. hoy ya tan distanciados. palpitaba uri anhelo de palabras sencillas.
Están los aires henchidos de una híbrida esencia.
Esclavo de su impotencia, lanza el mar roncos gemidos.
Junto a los barcos mecidos en una suave cadencia, Cubría nuestras almas, como un oscuro manto, ese silencio augusto de toda despedida, y al ver que sus pupilas se anegaban en llanto, como un cristal sonoro se me rompió la vida. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica