Civil War

Repertorio Americano 139 de estratega como en los más triviales hechos de la vida. el principio de la revolución. muchos españoles, llámense Su vida y su obra tuvieron desde su principio luminoso bajo Arenales o Campo Elias, Mina o Pardo Zela, habían venido el cielo de Cumaná la limpidez y el impetu de una sola línea batiéndose con igual fe, con igual bravura y constancia que el recta. Línea recta fue su vida de teniente obscuro en el criollo por las banderas de la patria. si el enemigo no era oriente venezolano hasta dar con la facción. Ya sabéis que la el español, tampoco era España el enemigo. Muchos hombres, facción fué planta que se crió y aun fructificó en todas y y aun todo un partido, acompañaban desde España con sincada una de nuestras nacientes repúblicas, y también sabéis cera simpatía, si bien no llegaran hasta desearles el triunfo, como tales facciones fueron después cohonestadas así en el a los ejércitos de la independencia. El verdadero enemigo era Perú bajo la pluma de un Riva Agüero con el nombre de un régimen de usos y abusos universales, no españoles exclunacionalismo, aunque el nombre y la cosa en cierto modo sivamente, que, ya agonizante, forcejeaba por mantener su sean todavía hoy prematuros en América. Pero aquella linea imperio sobre América y Europa. el régimen se volvía enrecta, al tropezar con la facción, siguió imperturbable en su tonces contra la misma España, traicionada, humillada y renrectitud, poniéndose de parte de Bolívar, que era ponerse de dida sin lucha a los invasores. El ejército que, si bien cimenparte de la patria. desde entonces la línea recta ya no se tando los designios egoístas de un César, había, a través de detuvo en su maravillosa ascensión, culminando primero en Europa, llevado en la punta de sus bayonetas el prestigio y el tratado de regularización de la guerra que, de orden y la luz de las ideas liberales, ahora, en España, sofocaba, al según instrucciones del Libertador, ajustara con Morillo, el servicio de la Santa Alianza, las libertades españolas y resJefe de las fuerzas españolas expedicionarias en Venezuela y tauraba en el trono el absolutismo.
Nueva Granada, más tarde en Pichincha, después en Ayacu La revolución, realizada primero en los grandes espiritus cho, luego en la presidencia de la flamante república alto de entonces, desencadenada después de un extremo a otro peruana, y, por último, en las negociaciones de Cúcuta para del continente en innúmeros campos de batalla, acabo, justiimpedir la disolución de Colombia, hasta que la envidia y ficándose a sí misma; por condenar irrevocablemente aquel sobretodo el miedo a una autoridad y una gloria indisputa régimen en el noble torneo de Ayacucho. Las mismas potenbles, contenidas en el recio búcaro de una juventud vigorosa, cias de la Santa Alianza, mantenedoras de ese régimen, se la quebraran por siempre jamás, traidora y brutalmente, en decidieron a abandonar a su destino la política o impolítica la ruin asechanza de Berruecos.
del gobierno español, o si queréis, de Fernando séptimo, desA la justeza de líneas y movimientos en el genio del es. lumbradas por el nuevo horizonte que de repente se abría a tratega, correspondía el más exigente sentimiento de justicia la iniciativa, la industria y labor de sus nacionales. Del «rinarraigado en el espíritu del hombre. La justeza de líneas y cón de los muertos» brotaba un inagotable manantial de vida, movimientos del estratega traza, inmovilizando y anulando al no sólo para la América sino también para la misma Europa.
enemigo, el férreo cerco de Yaguachi, el vuelo de águilas del En Ayacucho se alcanzaba la independencia del Perú, se asePichincha y la táctica ondulante y paralela con que sigue, guraba la constitución y la independencia de Bolivia, se afiancopia, previene o envuelve la estrategia del contrario a tra zaba la independencia de Buenos Aires, de Chile, de Colomvés de los riscos y abismos de la cordillera, hasta arreba bia, de todas nuestras repúblicas, y se franqueaban por pritarle de las manos la victoria en la meta definitiva de Ayamera vez de par en par las puertas de la América a las cucho. Entretanto, de su exquisito sentimiento de justicia pro corrientes del comercio y la cultura occidentales. Ya el Libercedían las delicadezas, los escrúpulos y dudas que en el te tador, en la proclama en que ensayaron su preludio los clarirreno de la política lo asaltaban, como en los turbios días del nes de Junín, lo había anunciado cuando dijo qne «la libertad Callao o al pasar el Desaguadero, imponiéndole aquella invo del Nuevo Mundo era la esperanza del universo. luntaria y ambigua actitud que observadores contemporáneos Para imprimir carácter de revolución a nuestra guerra de demasiado suspicaces o nada psicólogos imputaron a una do independencia bastaria ese resultado. Hay, sin embargo, quien blez del todo extraña a su corazón.
afirme y es un español que nuestra América Española no Su espada era quizás, de México al Plata, la única espada ha contribuido hasta hoy a la historia de la humanidad con libertadora cuyo filo certero y leal podía muy bien hacer de una sola revolución verdadera. Niégase a la guerra de indefiel irreprochable en la balanza de la justicia. su justicia pendencia, con su carácter de revolución, su mismo carácter en Ayacucho había de coincidir necesariamente con la mag de americana. Tras de ironías más o menos fáciles y amananimidad y la clemencia. Después de la batalla, no hay ya bles a propósito del gran número de revueltas intestinas en vencedores ni vencidos. El vencedor tiende su mano y sienta que por más de media centuria se han desangrado lamentaa su mesa al vencido, y es el vencido, no el vencedor, quien, blemente nuestros pueblos, con acierto se ha dicho que el se refiere con maravilla a los hábiles movimientos del ejér nombre de revolución en el sentido trascendente y filosófico no cito patriota en el campo de batalla. Al vencido americano se lo merecen las que no pasan de ser meras protestas contra le abren los brazos y se le da el beso de la paz y el olvido. abusos del poder, sino aquellas otras que van contra los misY al vencido español se le repatria con el oro del Perú, o se mos usos y traen inscrito en sus programas o pendones algún le acoge en las filas del ejército patriota con igual rango y nuevo principio. Desde luego sería necesario entenderse restratamiento. Tal es la justicia de Ayacucho. Ni antes, ni mu pecto al significado de términos tan generales como los «usos»
cho menos después, hemos recibido nosotros, los americanos y «abusos» que, por ser tan generales, pierden al fin toda sig. podemos proclamarlo con orgullo una lección igual de la nificación. Así, era un abuso, y al mismo tiempo era un uso materna, grande y civilizada Europa.
consagrado por la ley y erigido en verdadera institución de El enemigo no era el español. Desde su mismo iniciarse, todas las naciones civilizadas de entonces, la infamia de la la revolución en toda América asumió los caracteres de una esclavitud, contra la que se pronunció desde sus primeros guerra civil. Ya fuese por un loable y diverso concepto de pasos la revolución de Hispanoamérica. La revolución fué, en patriotismo, que los inclinara a considerar con más lustre parte, sin duda, una protesta contra los abusos del poder, pero la patria haciendo parte integrante de la vieja nionarquía es. también se rebelo contra los usos de una civilización ya car.
pañola, ya fuese por otras causas, lo cierto es que, desde el comida y minada por la decrepitud, y de su propia sangre principio de la revolución, eran americanos en su mayoría los generosa exprimió principios nuevos e inmortales.
que sirvieron las armas del Rey; y asimismo, y también desde Tampoco fué, como se ha asegurado y muchos americanos Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica