58 Repertorio Americano Página lírica de Rafael Alberto Arrieta Del tomo SUS MEJORES POEMAS, Cooperativa Editorial Buenos Aires. MCMXXIII LIED Soñaba en la otra ribera.
El agua entre ambas corria, indiferente y ligera. el, mirándola, decía: iquién contemplarte pudiera desde la otra ribera!
TRIPTICO LAS VOCES Nélida, que al llegar la tibia primavera besó mucho, en secreto, sus manos y las rosas, en estío descubre el alma de las cosas.
confiándoles la suya, como una compañera.
Sonia, que ya no cede su alma a la quimera y ha convertido en humo reliquias dolorosas, al sol de enero mira, sin lágrimas medrosas, como florece en plata lunar su cabellera.
En la suya florecía primero la primavera; y el soñador no veía las flores de su ribera: sólo en la otra nacfa, para él, la primavera. soñando siempre, un día abandonó la ribera.
El agua entre ambas corria, indiferente y ligera.
No vió más la primavera.
Ambas, las sienes próximas y las manos unidas, en el jardín escuchan, calladas, conmovidas, las invariables voces del único cristal. oyen a un mismo tiempo, sobre el pilón sonoro, Nélida, el madrigal de su mañana de oro, y Sonia, la elegia de su tarde otoñal.
CRISTALOMANCIA JARDINES EN EL CREPÚSCULO Jardines en el crepúsculo, misteriosos, musicales.
Soledad, piadoso olvido, éxtasis. Los ojos suaves. Deseo sin voluntad, dulzura de abandonarse.
Cual dos frutos gemelos en una misma rama, a un tiempo inclinan, dóciles, Dora y Esther, la frente, pues por sus propios nombres parece que las llama desde su cielo líquido y especular, la fuente. Qué imágenes, qué voces les brinda el compartido cristal? Ambas sonríen y callan, reflexivas; luego, absortas, se alejan llevando el dividido secreto que separa sus frentes pensativas.
Se oye en la verja el graznido del cerrojo y de la llave.
Si yo tuviese un jardín abierto como una calle!
Ya no ha de verlas juntas el engañoso cielo que cada una sueña, total, en dulce arrobo, con egoísmo culto y tácito recelo.
Mas volverán aisladas rivalidad discretacon la fruición medrosa de cometer un robo, a consultar el vago cristal del agua quieta. Viajero desconocidodiría, al caer la tarde, entra y descansa; no hay puerta que te lo impida; el instante divino goza. La noche exige purificarse a quienes marchan con ella.
Viajero que aquí llegaste: renueva tu provisión de paz, de belleza, y parte. LAS ARMAS DE EROS Si Ruth, bajo la hoguera del astro, desafía sus llamas con las nieves de su carne de luna, Inés, en el paisaje nocturno, es como una irradiación vibrante de sol a medio día.
LA MEDALLA Sólo el neutral crepúsculo las une con su broche e identifica al cielo en que su lumbre arde: Inés quema la antorcha postrera de la tarde y Ruth enciende el cirio primero de la noche.
Grabar quiero esta hora nocturna en la medalla flotante, que recorta la pantalla sobre el papel inerte bajo la pluma activa.
Mi lámpara semeja cosa viva.
Un ramo de violetas sahuma el aire. Síento fluir, casi sonoro, el pensamiento.
Fuera, la calle sola, nostálgica de luna, no espera a nadie. Es dulce mi soledad como una mujer que en la acuarela del muro mira y calla mientras grabo la hora fugaz en mi medalla.
Cuando el amor, a un tiempo, las llame a su floresta, pondrá dardos de oro y plata en su ballesta y encordará de plata y oro su salterio.
Unidas luego al cetro del divino tirano, Inés será la fruta tentadora en su mano y Ruth el vaporoso cendal de su misterio. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica