Repertorio Americano 253 al agua del río un lindo lucero. la rueda, rueda: que la princesita para sus cabellos quiere la estrellita. la rueda, rueda: que se epoja el rey y dice a los pajes que no se la den. la rueda, rueda: que llega el galán y a la princesita se la ofrecerá.
también de la más poble acción en favor de sus jefes y de la patria; Sucre la alza y le contesta con estas bellas palabras dignas de los Antoninos. Alce usted, señora, y enjugue su llanto. El delito de su hijo ha sido linicamente contra mi persona, y esta circunstancia mitigará el rigor de la ley que le castigue.
Espero la ley que he pedido al Congreso designando mis atribuciones, y en ella se hallará la de conmutar la pena de muerte, y será usted servida. pocos días confino al reo a uno de los departamen.
tos de la República. Marchaba aquel desgraciado por los caminos públicos, desdefiado de todos, como el réprobo que había querido asesinar al padre de la patria; abru.
mado de dolor y vergüenza no se atrevía a pasar por los poblados, sino que esperaba la noche para acostarse a orillas del camino, y tan pobre andaba que no tenía con qué comprar un pan. Registrando su maleta una tarde se quedó atónito al encontrarse con un paquete de dos.
cientos pesos en monedas de oro, sin poder atidar con la persona que hubiera podido darle aquella limosna. Nada Be pudo averiguar entonces; pero pasado mucho tiempo, declaró don Felipe Alvarez, mayordomo de palacio del mariscal, que aquellos doscientos pesos habían sido tina dádiva reservada del General Sucre. Así cumplía con espíritu verdaderamente cristiano, el precepto de Jesús, cuando decía a sus discípulos en el sermón de la mon.
tafia. Mas tú, cuando hicieres limosna, Do sepa tu iz. quierda lo que hace tu derecha. no bien se hubo expedido por el Congreso la ley en que se le daba el derecho de gracia para los condenados a muerte, cuando dictó en Ancoma, departamento de Potosí, a 25 de mayo de 1827, el siguiente decreto: ANTONIO JOSE DE SUCRE, ETC. ETC. ETC.
Considerando: que deseo celebrar de un modo digno de los principios clementes del Gobierno el ani.
versario del primer día en que los pueblos de Bolivia invitaron a la América a la gloriosa insurrección que ha emancipado el Nuevo Mundo; en uso de la atribución 28, art. 83 de la Constitución: la rueda, rueda: que se casarán y el rey y la reina a la boda irán.
Cantadla, nifiitos. veréis qué lindo es el juego de la Rueda, rueda.
JUANA DE IBARBOUROU. Ejemplario. DECRETO: Art. 39 El reo Valentín Matos, condenado a muerte y conmutada esa pena en destierro que actualmente sufre por el asesinato premeditado contra mi persona, queda exento de toda pena por dicho delito en virtud de la autorización que obtuve del Congreso Constituyente para indultarlo. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE. Facundo Infante.
El reo regresó a Bolivia en 1828, y murió muchos afios después en Cochabamba de muerte patural; y dicen que, cuando ofa nombrar al mariscal, bajaba la cabeza y se le arrasabap de lágrimas los ojos.
LAUREANO VILLANUEVA. Vida de don de Suerd.
13. El poder de la ilusión Al regreso de cierta comisión olímpica, detávose Mercurio a descansar en la isla de Nío. Era noche cerrada; y hallándose próximo el dios a una cabañia de pescadores, propúsose, conforme a su indole, atisbar el interior por una rendija.
Hilaban junto al fuego las tres hijas del pescador; y para divertirse, entrecontábanse sus ilusiones. Yo, dijo la primogénita que se llamaba Halia, la salada, y que lo era, en efecto, por su gracia picante, yo quisiera casarme con el gran sacerdote de Apolo. des.
barato la excesiva pretensión en el cristal de una carca.
jada. Yo, repuso la seguoda, cuyo nombre era Klymene, la famosa, y que lo merecía por sus magníficos cabellos, quisiera casarme con el joyero que tenga las mejores per las en el emporio de Corinto. Qué diadema me barſal. evaporó el enstrefio imposible en las alas de un suspiro.
En cuanto a la pequefia, llamada Phanión, claridad, por la luz de sus ojos azules, afirmó may seriamente y sin vacilar. Yo quisiera casarme con el hijo del rey, Como las jóvenes eran hermosas, lo que ponía a Mer.
curio de buen humor, y como le era simpática la gente de las Cicladas, propásose colmar, al cabo del año, los de.
seos de las tres ilusas. cada una recibió la suerte que habla esperado.
La mayor casó con el sacristán de Delos, en quien pensaba realmente aquella noche. La segunda, con el de pendiente de un perlero, pues tal había sido su verdadera aspiración.
Pero Phapión la pequeña, desposóse con el príncipe que naufragó al efecto en la costa, y que salvado por ella le pagó así la deuda de la vida pues a la vida, en efecto, sólo puede pagársela con amor porque en la perfección de su sinceridad había deseado ser realmente princesa.
LEOPOLDO LUGONES.
12. Los juegos Saben muchos juegos estos piſos. Pero, uno de los que más les gusta es tomarse de la mano, hacer una rueda y captar mientras dan vueltas rítmicamente. Titán, que no sabe cantar, ladra de una manera ruidosa, sal.
tando en torno. menudo Abel también viene a hacer cabriolas junto al grupo, con lo que todos rien. los niños cantan la canción de la: Rueda, racda Alla rueda, rueda: que cayó del cielo. Filosoflawla. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica