316 Repertorio Americano (Bien aventurada Patria que tales hijos engendras que tanta virtud abarcası. Con la greda purpurina me enseñaste tú a crear, y me diste en tus canciones todo el valle y todo el mar. Ay, qué hermoso niño el tuyo que jugando te pondrá en lo alto de las parvas y en las olas del trigal. GABRIELA MISTRAL. Desolacidx. 28. Sobre las abejas 2Obra tan hábilmente ejecutada es única? No; este florero debió tener un compañero con el mismo terceto y con el Sello de armas de la República de los Estados Unidos de América en una cara y en la otra el retrato del Libertador Bolívar. Tal obra debió ser obsequio man.
dado desde París por algunos de sus tantos admiradores en esta capital, después de la creación de Colombia, como la Baronesa de Villars, Rocafuerte, José Fernández Madrid, Olmedo, Palacios, etc. etc. La época en que se hizo este presente debió ser en 1826, días en que el céle.
bre Enrique Clay, en un banquete dado por el Gobierno norteamericano al General Laffayette, a Bolívar llamándole el Washington de la América del Sud; al mismo tiempo que la familia de aquel fundador de libertad, agasajaba con espléndida e histórica dádiva al mis.
mo Libertador por el intermedio de Laffayette.
Domida en este regalo una sola idea: la gloria de las dos Américas, representada por los dos Washington. Por esto aparecen trocados los Sellos de armas de cada Repú.
blica, como para mapifestar el lazo que debe upir estas dos porciones del Hemisferio Oceápico; la una en la cual se eleva majestuosa el águila del Norte, la otra en la cual se posa el cóndor de las eterpas nieves sobre los volcanes, atalayas del mundo de Colón.
ARISTIDES ROJAS. Siete estudios de Aristides Rajas, Caracas. Un trozo de diálogo. Es verdad, mamá, que las abejas forman su miel de las flores. Sí, queridito, y con ello nos dan un hermoso ejem.
plo de perseverancia, de paciencia, de laboriosidad. Ima.
gínate los viajes que tendrá que hacer cada una de ellas, al cabo del día, a fin de reunir, entre todas, los elemen.
tos necesarios para completar un gramo de miel. siendo tan pequeñas y pensando que a veces realizan trayectos de kilómetros y kilómetros a selvas distaotes, a jardines apartados, comprende cuanto puede ser su amor al trabajo. Además, viviendo en comunidad, como viven, son muy ordenadas y justas, y a fin de repartirse equitativamente la tarea, sin que haya confusión de obli.
gaciones, cumplen éstas por grupos: unas, que preparan la cera y hacen las geométricas celdillas del papal; otras que traen los jugos melíficos; otras que cuidan de las larvas y otras que se encargan de la limpieza de la colmena y la vigilancia de la puerta. Todo con tal orden, con tal disciplina, que una colmena puede servir de ejemplo para la organización de un país o de una casa.
Asombra, también, el sentimiento de perfecta justicia que anima a la colonia. Todas las abejas trabajan por igual, todas realizan su tarea sin rebeldía ni pereza. Yo quisiera convertirme en abeja. Sin necesidad de ello, hijito, puedes ser ordenado, juicioso, trabajador y justo, con lo que yo estaré may orgullosa y tu seras un muchacho querido de todos.
Algo así como una buena y útil abejita.
27. Obrerito Madre, cuando sea grande lay! qué mozo el que tendrás!
Te levantaré en mis brazos, como el viento alza el trigal.
Yo no sé si haré tu casa cual me hiciste tú el pañal o si fundiré los bronces, los que son eternidad.
JUANA DE IBARBOUROU.
Qué hermosa casa ha de hacerte tu niñito, tu titán, y qué sombra tan amante el alero te va a dar. Lycoplario. 29. Parábola de los segadores Yo te regaré una huerta y tu falda he de colmar con las frutas perfumadas: para miel y suavidad. mejor te haré tapices y la juncia he de treozar; o mejor tendré un molino, el que capta y hace el pan. Ay! qué alegre tu hombrecito en la fragua va a cantar, o en la rueda del molino o en las jarcias en el mar.
Llegaron a segar un campo dos segadores. El uno, ansioso de segar mucho, empezó a corter sio cuidarse de afilar la guadaña y al poco rato, mellada ella y embotado el filo, derribaba la yerba, mas sin cortarla. El otro, deseoso de segar bien, se pasó casi toda la mañana en afilar su instrumento, y al caer de la tarde ni éste di aquél habían gapado su jornal. Así hay quien sólo se cuida de obrar sin afilar ni pulir su voluntad y su arrojo, y quien se pasa la vida en afile y pulimento, y en prepararse a vivir le llega la muerte. Hay, pues, que segar y pulir la guadaña, obrar y prepararse para la obra. Sin vida interior no la hay exterior.
MIGUEL DE UNAMUNO.
Cuenta, cuenta las ventanas que estas manos abrirán; cuenta, cuenta las gavillas si las puedes tú contar. Vida de Don Onljote Sancho. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica