132 Repertorio Americano El traje azul Una Luis Tejada ningún otro traje a ninguna otra mujer la rodeaba de enigma terrible: en el sutil velo azul encontraron sin duda aquella poche tanto misterio sus ojos fantásticos y (Da Mundo al Dia, Bogotá. su corazón contradictorio.
En realidad, en el traje residen toda la fuerza, todo el vez le dije. sabes? te sentaría bien el azul y el peligro, todo el misterio de la mujer. Desnuda joh ene.
oro, los colores de Fray Angélico.
miga! sólo eres un pobre sér prisionero y débil, un alma a la otra noche vino tocada de un traje azal leve cándida y cristalina que no tiene nada que esconder.
como la niebla. En el parque inmóvil todo estaba lleno de luna y de perfumes violentos. Entre el follaje de las LUIS TEJADA eras, su cabeza aparecía como una for mórbida y viva, erguida sobre el tallo celeste, una flor de ojos enormes cargados singularmente en aquel minuto con el hondo misterio del universo.
Yo me pregunté qué más podria apetecer mi felicidad que aquel traje azul dentro de aquella honda poche. Nada Vencido por cruel enfermedad, que destruyó en poco tiempo to más! la exaltación máxima me embriagó porque vi rea.
das sus fuerzas, falleció ayer (1)en Girardot Luis Tejada, y apenas lizarse en un instante fugitivo no sé qué soñadas simili.
si podemos lamentar esta amarga noticia. Dejamos para después tudes de color y de forma, de alma y de ambiente.
el homenaje que merece el amigo y el ilustre compañero.
Vi revelarse súbita y simultáneamente las dos cuali.
Nos abandona Tejada en plena juventud, cuando su hermo dades tutelares que busco con abisco en las cosas: la ar.
sísimo talento, uno de los más privilegiados de la generación monía y la sutileza. Cómo? No sé, pero sin duda en actual, estaba en una fecunda florescencia, y permitía esperar, aquel momento la figura maravillosa estaba dotada de un para gloria suya y de la patria, una intensa y noble producción.
secreto poder expansivo tan enérgico, que al presentarse, En el periodismo colombiano dejó Tejada páginas incompadió el tono en derredor: como por un extraño mimetismo, rables; páginas que perdurarán, por su forma impecable y por todo lo que había en torno se hizo azul: luz, aire, árboles, su fondo ideológico, siempre original y admirable. Tejada poseía, senderos y hasta mi alma misma subordinóse obediente como pocos, el arte único y supremo de escribir bien. Sus cro.
al matiz dominador de ese traje y de esos ojos; si, yo nicas eran una maravilla de estilo y de facilidad, y no había comprendí la analogía íntima de color que se suscitó entre lector que no encontrara en su lectura un delicioso placer. Ademi alma y la mujer azul y entre la mujer azul y el am.
más de un consumado estilista, fué Tejada un pensador, enamobiente sobrenatural. Hasta me figuro que en esta armonía rado de las ideas nuevas, revolucionario y demoledor. La actual increíble cupo su parte de influencia a los sonidos. Es organización social, por tantos aspectos inicua, indigoaba u Te.
verdad que comunmente el color de los sonidos y el de jada, que soño siempre con la ciudad futura, en que todos selas voces es imperceptible, pero eso no sigpifica que las rfamos hermanos, y seríamos felices; en que no habría odios ni voces y los sonidos do tengan color. En todo caso, hay envidias, ni miserias, ni todas estas abominaciones contra las instantes de revelaciones estupendas en que se perciben cuales pele6 Tejada con todas las fuerzas generosas de su alma, levemente las cualidades más inmateriales de las cosas. sin lograr, ay! ver realizado ninguno de sus anhelos.
Aquella vez, mi voz y la de ella eran azules entre la poche Pero Tejada no era tan sólo una inteligencia. Era también, y perfumada y parecía azul también la música inefable de acaso principalmente, un corazón de oro. El predicaba bondad las hojas.
y renovación, y amor, porque era bueno, porque nunca vió cosa El traje era sutil; es decir, ingrávido, inasible, fugi alguna de esta tierra bajo el ángulo del odio, porque sentía las tivo; soltándolo en el aire quedaría suspenso y titubeante ansias vivísimas de un cambio fundamental.
como un plumón; comprimiéndolo cabría todo entero Casado con una dama distioguidísima, Tejada fué el esposo dentro de la mano de un niño.
modelo, el compañero inseparable, que supo de todas las ternu.
Ahora bien: ella y su traje, al juntarse, penetrándose, ras. Dejar a su joven esposa, fué sin duda el supremo dolor de Be comunicaban un sinnúmero de virtudes bellas y lige. Tejada, que sin embargo tenía valor suficiente para mirar cara a ras; el traje, bajo las influencias estimulantes de la carne cara a la muerte.
y del espíritu, se hacía vivo, con vida sensible y sioga Enviamos nuestro pésame a la señora viuda de Luis Tejada y larmente humana, vida pequeñia y suave robada a ella, a toda su familia, y colocamos sobre su tumba el homenaje de integrada por sus fluídos y sus aromas, por esa parte nuestra admiración y de nuestro dolor, vaporosa del alma que sale al través de los poros y se is. Hacemos extensivo este pésame El Espectador, en cuyas corpora a los objetos que nos rodean, vitalizándolos un páginas dejó Luis Tejada toda su obra breve y admirable, para poco, animándolos casi. Vida robada a ella, pero que honra inmarcesible del colega, hoy enlutado por la pérdida de un asumía sin embargo tiba cierta independencia propia. En colaborador cuyo nombre queda inscrito con letras de gloria en efecto: al influjo de la sangre potente, la tela se desper los anales de nuestro periodismo.
taba, se desperezaba, se erguía, volviéndose mimosa y (El Tiemigo. Bogotá amorosa, iniciando el abrazo y la caricia, ciñéndose con ávida inquietud en torno de las formas, pegándose a los brazos desnudos, deslizándose en medio del pecho como to pálido líquido sumiso. en cambio de esa animula carifiosa y, humana que recibía de ella, el traje le daba a ella la alegría enérgica, la exaltación eufórica que despierta en el cuerpo el con.
tocto de las telas nuevas, suntuosas y flexibles; la exci.
taba a marchar, erguida sobre los senderos; le ipfandía algo de esa alma aérea y luciente de las sedas azules, haciéndola al mismo tiempo más lejana y más ágil, más ligera y más flexible; suavizaba los contornos de la carne maciza, y regía el movimiento el traje ipfuye siempre en el ritmo de la marcha imprimiéndole un paso dulce y firme, elástico y delicado; pero sobre todo y más que (1) mediados de setembre pasado murió Tejada. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica