244 Repertorio Americano Pero los argentinos quisieron que fuese un profesor español quien fundase el Instituto de Filologia de Buenos Aires, y se lo pidieron a la Escuela de Filología, de Madrid, creada gracias al esfuerzo y a la perseverancia de Menéndez Pidal.
Yo fuí el designado para llevar adelante tan grata inisión.
He estado allt un año, y puedo asegurar que no he observado la menor prevención contra España. sustituirme ha ido ahora Agustin Millares. Todo ello se debe a la iniciativa del ilustre argentino y gran hispanófilo Ricardo Rojas, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, en quien el amor a su patria no quita a su acendrado afecto a España. estos sentimientos. son allí muy generales. Sí, sí. Entre la gente que cuenta, no hay hispanófobos en la Argentina. Visitó usted algún otro Estado. Sí. Estuve también en Chile, adonde fuſ igualmente invitado. observé allí una disposición francamente propicia a enterarse de nuestras cuestiones lingüísticas. ni alli ni en parte alguna observé ningún sentimiento particularista que se reflejase en el empeño de hablar o pronunciar de manera distinta que en España. este propósito, puedo citarle tres hechos halaglieños: el año pasado decretó el Gobierno chileno la ortografía única, es decir, la oficial en España, de la que tan solo la chilena difería, siquiera no fuese en mucho. De todas suertes, era una excepción enojosa, Portugal y el Brasil, en cambio, no han visto aún lograda esta unidad ortográfice.
Otro caso: el Gobierno de Bolivia acaba de decretar que se enseñe la pronunciación de la zeta, que los americanos, como los andaluces, hacen ese.
Buenos Aires, finalmente, crea, como le he dicho, un Instituto Filológico, y lo pone en manos de españoles. Qué más podemos pedir? Lo que podemos pedir no ha de ser a América, sino a la propia España; esto es: que fomente en su mismo terruño los estudios de lengua espanola. Esta es nuestra arma más formidable. Nos han vencido en todos los terrenos, menos en el del idioma. en la cuestión concreta de los americanismos y su uso. qué opina usted. Aquí tengo replica Castro, sin contestar por el pronto directamente y alargándome una cuartilla escrita unas cuantas palabras que se usan en América, y de las cuales muchas no son sino regionalismos, como los que tanto abundan en España. Vea usted.
Veo, en efecto, y veo que entre estas palabras hay algunas, no ya sólo admisibles, en nuestra lengua, sino preferibles a las que nosotros usamos: tales la linda, graciosa y archicastiza conventillo por casa de decindad; la lógica y justa estadounidense, que evita el despectivo yangul aplicado a los naturales de los Estados Unidos o que éstos acaparen el dictado de americanos, como si ellos fuesen los únicos habitantes del Nuevo Continente; y así se pudieran citar a centenares. Por qué, por ejemplo, no se ha de decir responsabilizar, por hacerse responsables. cansador por fatigoso. Muchas de estas palabras dice mi interlocutor son realmente españolas. Sólo que tienen otras sinónimas que son aquí las de uso corriente. Prometer, por ejemplo, se usaba antaño por asegurar y así la ve empleada en nuestros clásicos.
Otras son neologismos, algunos tan afortunados como acaba usted de ver. este punto, cito yo al maestro un neologismo oriundo de la plaza del Progreso. Noches atrás atravesaba yo tan céntrico paraje; detrás de mi venían dos castizos, y uno de ellos decía al otro. Lo que yo te digo es que no hay manera de entenderse con esa familia. Es mucha empedernidez.
Hácele gracia el neologismo al filólogo y aún lo tiene por feliz y aceptable. Luego me habla, confiado, del porvenir. Está ya vencida afirma con gesto optimista la época peligrosa, que culminó en 1900. Hubo por entonces un francés, apellidado Abeille, que se salió con un libro titulado El idioma nacional de los argentinos, y el idioma nacional de los argentinos consistía en decir pior por peor, aujero en vez de agu: Jero, páis por pals. Lo mismo podría ser infiero yo el idioma nacional de Villamanta o de la calle de Cabestreros. Exactamente. Aquel osado señor quería hacer creer a los argentinos que su verdadera lengua era la española corrupta y plebeya. Sólo que los argentinos, demasiado listos para caer en un lazo tan burdamente tendido, no le hicieron caso y le colmaron de ridículo. eso que en la Argentina es donde más peligro puede haber para nuestro Idioma, por ser allí la inmigración mayor que en nación alguna. Franceses, italianos, judíos, rusos. qué se yo. conviven en aquella torre de Babel. Y, sin embargo, el espanol se salva hasta ahora. ello contribuyen en gran modo estos grandes periódicos que se llaman la Nación y La Prensa (y el profesor extiende ante mi sendos ejemplares de los famosos diarios bonaerenses. que seleccionan y depuran su colaboración, donde la española tiene amplia parte.
La grata charla se prolonga tanto, que no puede ser toda ella recogida aquí. Vuelve a lamentarse Castro de la indiferencia de España para sus más vitales problemas. El abandono en que tenemos nuestra lengua es inconcebible dice. Carecemos de un buen diccionario, que no ya recoja las diversas acepciones de las palabras, sino que las califique y gradúe. Hace años lancé yo, como un grito de angustia, mi libro La enseñanza del español en España. Nadie me hizo caso. Fué la voz clamante en el desierto. Cómo vamos a enseñar español en América si empezamos por ignorarlo en España!
En América, repito, no hay prevención alguna contra nosotros. Les duele, si, que cerremos las puertas del idioma a palabras y locuciones allí corrientes, y que no sólo no lo desnaturalizan, pero que a veces lo nutren y enriquecen con palabras no nuevas siempre, sino sencillamente caidas en olvido. medida que aumenta la cultura, los idiomas se refinan.
Se habla ahora mucho del analfabetismo. Pues. y el ana.
grafismo? Quien no sepa escribir bien en su idioma, difícilmente podrá hablarlo. Ni pensar puede el hombre que no sabe escribir.
Su labor en el Centro de Estudios Históricos requiere al profesor. Me tiende éste la mano. de nuevo me veo en la calle de Almagro.
Este nombre evoca en mí la época heroica, la gesta de los conquistadores. Dejaremos perder del todo lo que ellos nos legaron?
Ahora, en vísperas de la Fiesta de la Raza, hagamos examen de conciencia y propósito de enmienda. Si hay algo esencial a la vida de una raza, es el idioma. Salvemos al nuestro para nosotros mismos y lo demás se nos dará de añadidural Ruiz de LA SERNA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica