Repertorio. Americano 2453 57 Juana de Ibarbourou. Tuana de Ibarbourou es demasiado miento de los egoísmos desatados, Epoca de desquiciamento, de des equilibrio, en que vivimos nosotros, que alejados del escenario de la trage. dia teníamos un poco más de sere.
olvido, quemó alegremente en los últi.
nidad, vimos, decía, extrañamente conocida para que necesite haceros mos rescoldos de la guerra, sus gran. sorprendidos, a las viudas recientes, su presentación. Y, sin embargo, por des preocupaciones trascendentales; y aligerar sus velos y acortar sus faldas conocida que ella sea en alguna de sus la Idea, grave y profunda, se inclino, para danzar más libremente; vimos di composiciones, aun es ignorada en vencida ante la Imaginación deslum. los inválidos olvidar sus heridas para ciertos matices de su alma, acaso los brante y engañadora. Fué el reino de bailar grotescamente en un doloroso de mayor valor.
la povela de aventuras, de los dan espectáculo de heroísmo ridiculizado; Intimos y afectuosos lazos de amis. cings y de los cinemas. Los hombres vimos a Europa enloquecida, reir, reir tad que a ella me ligan, me permiten se rebelaron tepazmente a pensar y en su danza frenética alrededor de la tal vez mejor que a nadie, descubriros a sentir, en una salvadora reacción hoguera en donde terminaba de con esos matices, que hacen de Juana algo de su sensibilidad, abocada a la lo.
sumirse una civilización magnífica, y más que la ninfa bella y despreocu. cura de la Risa Roja, o al embota en donde echaban todavía fulgores!
pada de sus poesías deslumbrantes, adites más conocidas, de perecer, los últi.
Fresca, iuvenil, mos ideales de pure.
encantadora, Juana za, de rectitud y de apareció en el escedesinterés.
nario lírico de Amé.
rica, en el instante las pasiones desatapropicio que necesidas, había de aquie tara su triunfo.
tarlas otra vez. La Nuestro mundo salvadora reacción occidental, el único de la sensibilidad la que consideramos en conservó, y aun la nuestro egoísmo coafinó. El placer. no mo existente, salía podía colmar el vacío apenas de la pesadilla enorme que dejara de la Gran Tragedia.
en las almas el fra.
El espíritu, intoxica.
caso de todo ideal.
do de horror, aneste.
En una humanidad siado ya para el sufri.
profundamente sacute miento por el exceso dida, cada espíritu mismo de la sangre se afianzó en una y la devastación que raíz diversa; y, como habían superado a la monstruoso tentácu.
más exacerbada de lo que quisiera. aga.
las imaginaciones, rrarse del cielo para saturado de dolor, no caer, se levantó la moral y físico, enve.
nueva fe del misticis.
nepado de Barbusse, mode post guerra de Andreieff y de Tal era el estado Leonard Franck; es.
espiritual del mundo cuchó una mañana do Occidente, cuan.
inesperada, la fresca do en este perdido voz de agua de arro.
rincón de América, yo, de brisa perfuma.
se oyó la fresca: y da, de alondra madulce voz de Juana de tutina, cuyos acentos Ibarbourou; y ávida había olvidado ya de serenidad, de paz entre el fragor de las y de alegría, Amé.
ametralladoras y la rica escuchó suspenatmósfera irrespira.
sa y estupefacta, el ble de los gases as.
cantar de esa alon.
fixiantes.
dra que, como el rui.
La tormenta bíbli.
señor del monje del ca, el terrible castigo Valle Inclán, le hizo del Jehová irritado olvidar el rápido cocontra los humanos, rrer de las horas y se alejaba ya bajo la de los días. Como sombra pacificadora tipa voz de la Natu.
de Versalles. Era enraleza que nada sabe tonces, la reacción.
de sí misma, esta violenta de la postchicuela venida de guerra. La humani.
Melo por los azares dad, sedienta de plade un matrimonio jucer, de frivolidad, de. JUANA DE IBARBOUROU. CO!
venil, cantó su verso. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica