Repertorio Americano 121: Reminiscencias de Margarita Gautier El día 15 de enero de 1924 se celebró en el Teatro Sarah Berpliardt, de París, un centenario escénico sin precedente.
El 15 de enero fué el centenario del nacimiento de Alfonsina Plessis, más conocida con el nombre de María Duplessis y el personaje original de La Dama de las Camelias.
Por ella, por María, esta página: Más sobrio, el croquis que de ella nos hace Teófilo Gautier, adquiere sin embargo mayor relieve: lo trazo durante una de esas representaciones de gala en la Opera o en de esta mujer, figura el que publicó el cro los Italianos, al brillo de las cuales parecía nista de Le Siecle, Matharel de Fiennes, a contribuir la presencia de esta Aspasia.
raíz de su muerte. Quién no ha observado, en el más bello «Me parece que la veo todavía: grandes palco del teatro interroga a esa joven muojos negros, vivos, dulces, llenos de asou jer de distinción esquisita, y admirado su bro, casi inquietos, y en los que se revelan casto obalo, sus bellos ojos negros ensombrecidos por largas pestañas, sus cejas de un arco tan puro, su nariz de un corte tan fino y tan delicado y su aris.
tocracia de formas que le da. ban el rango de duquesa. Pero lo que más profun.
damente enamoraba de ella a sus contemporáneos, erau las señales de un fin pre.
inaturo que descubrían en los círculos sombríos que iban formáudose bajo sus bellos ojos, la transparencia de la piel cruzada por finí.
siuias venas azules, la ideal blancura de su cutis y el aire de desesperación que envol. vía a toda su persona. El más alto elogio que de ella puede. bacerses, decía Paul de Saint Victor, uno de sus contemporáneos, si es que no fué uno de sus amantes. consiste en que su alma. tiene suficiente vida para po.
ner en movimiento al cuerpo, y que la está tnatando para poner un fo a todo. Alejandro Dumas hijo, en plena juventud, y con la libertad de costumbres a que le acostumbró desde muy pequeño el libertino de sa padre, el autor de Los Tres. Mosqueleros, no había cuns. plido aún veinte años cuati.
do por circunstancias que sería prolijo enumerar, tuvo ocasión de comer una noche. en la casa de María Duplessis. Esta sábitamente aban.
donó la mesa ya sus invita: dos, para retirarse a su MARIA DUPLESSIS, alcoba a donde la siguió Du«LA DAMA DE LAS CAMELIAS mas profundamente coumo.
vido, sorprendiéndola en un (Dibujo, según fotografía, de GARCIA CABRAL. acceso de tos, síntoma ine.
quívoco de la enfermedad sucesivamente el candor y los vagos deseos; que estaba minando a aquel organisoio jucejas admirables, eran de terciopelo negro venil. La Duplessis no se conmovió mey parecían hallarse colocadas sobre su frente nos que su joven visitante, al observar que para hacer resaltar el blanco mate de la piel éste dejaba escapar lágrimas de dolor ante y el brillante cristal de los ojos; una boca aquella vida que se iba agotando precipita.
que parecía sólo entreabrirse; cabellos espa damente, y de ahí pació entre ellos un afecñoles por el color y franceses por la gracia; to que no tardó en trocarse en pasión, y que en una palabra, un conjunto tan encantador quedo inmortalizada por la faniosa obra en y tan poético, que cualquiera que veía a Ma. la que Dumas supo poner un girón de su ría Duplessis, así fuera cenobita, octogenario vida, y una herida de su corazón.
o colegial, no tenía otro recurso que enamo María Duplessis era una cortesana en toda rarse perdidamente de ella. la extensión de la palabra, cuyos favores se verdadera Dama de las LA Camelias nació el 15 de enero de 1824 en Nonat lePin, habiendo sido inscrita con el nombre de Alfonsina Plessis, que más tarde, al lanzarse a la vida galante, cambio por el de María Du.
plessis, que a su vez Dumas transforp16 eu el de Margarita Gautier.
Huérfana de una comerciante en pequeño, que liabía sido la esposa mártir de un abominable borracho, Marino Plessis, la futura Dama de las Camelias fué en un principio mendiga en los camiuos públicos, moza de granja a orillas del Lago de Ginebra, sirviente en su país natal, lavandera en París, en la calle del Echiquier, modista en la calle Saint Honoré, cerca de la calle del Arbol Seco, para encontrar al fin su destino en la galantería, de baja especie primero y la más elegante después.
Vendida a los doce años por su padre, un día que aquel hombre moría de sed, a los quince años hacía las delicias de la juventud dorada de París; a los diecisiete era la cortesana más famosa de Europa, mereciendo las alabanzas. no siempre desinteresadas. de poetas, artistas y hombres de talento, que se desvivían por encomiarla, y entre los que figuraban hombres de la talle de Teófilo Gautier, de Néstor Roqueplan y de Julio Janin.
Era bella y elegante. Tenía una cabellera magnífica que sabía arreglar con arte inimi.
table. Su boca era pequeña, sus dientes blancos y brillantísimos, mientras que sus manos y sus pies eran no menos finos y adorables que su cuerpo, perfecto por la gracia y la distinción.
Entre tantos testimonios elogiosos que nos han llegado de sus contemporáneos acerca. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica