Repertorio Americano 125 tt Me engañan, me engañan; las avecitas de enero golpear en mis cristales sus amorosos cantos vinieron.
de mi boca, sol de amores, encendido en tus pupilas cenicientas, van los besos a morir de tus cabellos en la vasta noche degra. Por favor, luz de mi vida, no me dejes un momento, que sólo el biev de tus ojos contra mis angustias tengo. La misma Eva, de quien adivinamos el gran pesar, pudo escribir estos versos de profundo espíritu lírico: La poesía Núm. XXIV, encierra un pensamiento amable y luego, una amargura terrible.
El número XXV, que pudiera bien llamarse: Para siempre, posee de Invicta, la fibra de energía inven.
cible que en cosas del arte, ostenta la poetisa. Toda la nieve, toda la nieve de un polo eterno siento en el pobre corazón mío, grande y obscuro como el invierno, como el invierno triste y sombrío.
Pesan las penas, sobre mi alma triste y doliente, sobre mi vida pesan las horas de angustia llenas. 1)
Aunque los agudos dardos me claves de tus desdenes de tu luz seré la sombra para siempre, dueño mío, para siempre, Dos retratos sugestivos y bellos del ideal bien amado aparecen en los versos XIX y XXVI: aunque una herida me abras a cada paso que sigo, mi vida irá con la tuya para siempre, para siempre, dueño mío.
Grises como las brumas del otoño son los ojos que tiene el dueño mío; hay algo en ellos, algo melancólicamente sugestivo. Ve no más como un fantasma tras el supremo deleite del amor y de la gloria, para siempre, dueño mío, para siempre.
El otro es fácil y fuído, ático en su sencillez y dol.
cemente hondo en la idea: Que después que te hayas muerto, yo me volveré al olvido, y te guardarán mis brazos para siempre, para siempre, dueño mío. Era su canto melodioso y lento, era lleno de luz sa pensamiento, su faz de soñador extraña y bella, y admiré eu primor con la tranquila beatitud de una largaida papila que ve pasar una lejana estrella. Esto es bellísimo, sentidísimo, para qué decirlo! Hay aquí algo de la melancolía suprema que acompaña al vocablo «eterno. Ese para siempre, para siempre, dueño.
mío, suena como el compás de una berceuse infinita, eterna, que mientras exista la mujer, repetirá en coro invisible el corazón secreto.
La poesía XXVIII es un canto flébil, en el cual el corazón de una esposa amorosísima no correspondida, vierte en el ánfora de la poesía, sus amargas tristezas, No sin experimentar honda emoción se leen estos versos, hellos entre los bellos: Diríase esta descripción en estilo poble y bello, el retrato de Marco Aurelio por Taine.
iQué divina visión de un amor intenso, poético e ideal proyectan estas estrofas! Cantan a ese bien amado o amada con que todos soñamos, mientras la sincera diosa Juventud besa puestras frentes ardorosas, pero rara vez despierta de su sueño en la selva encantada, ese principe o princesa. En el deslumbramiento de mi vida por largo tiempo quedaré vencida, contemplativa, silenciosa y quieta; mientras que el oro electo de mi alma irá a posarse a modo de una palma en su lírica frente de poeta. Como chispas escapadas a algún astro que en la noche moribunda se perdieran, de mi boch, sol de amores, encendido en tus papilas cenicientas, van los besos a morir de tus cabellos en la honda noche negra.
Mas tú sigues inconsciente como el pico de las rocas que las aguas acarician con sus olas planideras.
Como el lago en que doblado llora un sauce sus cadencias.
Como el aye fugitiva por quien llaman desde el nido las nostálgicas endechas; más tú sigues por la luz y por la sombra!
por el duelo y por el fausto de tu senda, inconsciente de los lauros o el consuelo que te llevan esos hijos infelices engendrados en las horas de mis penas Todo un drama del inquieto corazón representan esas líneas sinceras. Del fondo de un alma es ese grito, por ello es tan hermoso y tan sentido. Cuando intentan mos.
trar su amor y simpatía ciertas almas, para quienes algo significa la vida interior, y no se ven correspondidas, les asalta indecible amargura, y luego con la calma viene un recuerdo sereno, de una dicha, única que hace olvi.
dar casi por completo el desengaño. Algo de este senti.
miento sutil y complejo, existe en la postrer estrofa.
De la dulce calm de los versos anteriores, pasa.
mos a la inquietud devoradora de un corazón que ama delirante. d¡Cómo baten, como baten sin cesar sus negras alas de tus grandes ojos bellos las inquietas mariposas, Como chispas escapadas a algún astro que en la vida moribundas se perdieran. 1) Poesía número XXX Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica