Repertorio Americano 12 28. 18 ¿Cuál es su mejor poesía?
Coal, entre las mías, es la poesía chos con el trasiego diurno por entre las obras de los contemporáneos, él fatigaba las antologías griegas, descitraba autores latinos, perseguia en los sabios modernos, como Gompers y Zeller, el intimo sentido de los viejos poemas y de las antiguas teorías filosóficas. Santo Cano, Letras Colombianas. La Revista de América. Paris. 1913. undo al dia, Bogotá. Alción Dilectae Thetidi alcyone, VIRGIL Pájaro que adoraron los amantes sio ventura, en edades muy remotas; pájaro de los tristes navegantes que al escuchar tus agoreras notas Elesan sus clamores hasta el cielo; pájaro cuyo canto es una queja. nuncio de tempestades y de duelo; are infausta, augural, cual la corneja.
Tú sobre el mar lamentas tu destino y haces el nido en la encrespada onda: cuán sabio tu vivir, Alción divino!
La playa olvidas y la opaca fronda, ALCION Fué en ese ambiente literario en el que nacieron, y fue en las páginas de Esfinge donde por primera vez se pu.
blicaron mis versos «decadentes, como fileja mejor lo más sincero y recóndito de mi ser? He aquí lo que preguntan despectivamente se llamaban entonces los Directores de Mundo al Día, viejos las poesías de los que habíamos olvi.
amigos, camaradas y hermanos desde dado a Zorrilla y Núñez de Arce, los aquellos días de la juventud en que, Arboledas, Gutiérrez y Caros, por apenas desaparecido trágicamente Sil.
Baudelaire, Leconte de Lisle, Moreas, va del escenario de nuestra literatura, Verl y Paul Fort.
Poco después, apartado de mis com.
un grupo de barbipungentes aprendices pugnábamos por recoger su herencia, pañeros, entre los cuales recuerdo con no inventariada y casi desconocida, placer al más gentil y entusiasta de en las páginas audaces e inolvidables todos, a Javier Acosta, ausente de la de Esfinge, efímera hoja periódica que, Patria casi desde aquellos días poco guardadas las proporciones, corres.
después mi gusto y predilecciones se orientaron definitivamente hacia la pondió en Bogotá a la La Vogue, Lu.
tece y Le Symbolisme, de París, donde pura fuente de belleza, la Grecia eter.
cosecharon sus primeros lauros los na, de donde no han regresado sino simbolistas franceses, brillantes jóve.
para oficiar en el antiguo santuario de los dioses patales.
nes que hacia 1885 se congregaban en torno de Stéphane Mallarmé, el ponEntonces pació El Centauro, intertífice, a quien admiraban como al más pretación en versos castellanos de la perfecto de los poetas y al más sabio prosa armoniosa de un insigne amante de los hombres, porque, como ningún del Atica; y más tarde el Jardín de las otro, les daba la ilusión de escuchar Hespérides, custodiado por la sombra un puevo Sócrates, reposado, sutil, esclarecida del divino Andrés, griego dulcemente irónico, benévolo, pero de sangre, hijo de Gálata. Luego las también maestro de exquisito tacto Eleglas Caucanas, o la tierra de la in para retener o distribuír el elogio.
fapcia, con sus florestas y sus ríos y Eran los días en que ya había ama sus grapjas y sus cigarras y sus cirueDecido en el horizonte la estrella de los y granados florecidos.
Valencia, el de «Los Camellos. y Fue en aquel tiempo también cuando también los bellos días de las peregri.
bajo el sortilegio de una tarde incompaciones dominicales a la Villa Ca.
parable del Valle del Cauca, mientras seria, donde los povísimos rebeldes de miraba correr las aguas purpuradas las Letras íbamos a deleitarnos con la del Guadalajara y revoletear, en torno palabra docta y fraternal de Baldomero de las peñas escarpadas de La Muralla, Sanín Cano, que así traducía para nos.
el martin pescador, sentí los preludios otros de las difíciles lenguas del Norte, de la elegia Alción, esa ave de nuisterio y también del inglés y del italiano, los y de leyenda que me obsesionó desde cantos o las filosofías de los astros de la nifiez, como si un secreto instinto la literatura de última hora, como nos me dijera que un día habría de amar iniciaba, sencilla y naturalmente, en sus símbolos sublimes, sacrificar en los secretos del arte moderno, de la sus altares caídos y cantar su divina estética contemporánea.
tristeza. Por eso, sobre la Egloga FluAllí, en torno de una mesa donde, vial, que es la canción del dulce te.
horas después, había de servirse el té, rruño, amo la elegía al Alción, que es unos cuantos jóvenes, que más tarde la canción a la eterna Belleza y a la disperso la varia suerte, vivimos horas sagrada tierra donde floreció y fructi.
de deliciosa intensidad intelectual para ficó maravillosamente.
siempre impresas en la memoria. So.
CORNELIO HISPANO bre las mesas y los sofás, y aun por el suelo alfombrado, teníamos al alcance. Por los años de 1898 y 189) emde la mano las últimas entregas de se pezaba Cornelio Hispano a figurar en lectas revistas de ciencias, arte y lite. los círculos literarios de la capital coratura de Berlin, Londres, París, Ro. lombiana. Era un joven de presencia ma; las obras, húmedas todavía de la austera, de una seriedad inquietante.
impresión, y llegadas por el último El rumor que hacían por el momento correo, de Nietzche, Jorge Brandes, las nuevas teorías literarias atrajo su Teodoro de Wyzewa, Ibsen, Carducci, curiosidad, pero no cautivó su inteliWilde, Verlaine, Annunzio, Ada. gencia ni su gusto. Su seriedad le llatole France, Bourget, Barrés, Jules maba a escudriñar las fuentes de la Laforgue, la pléyade de los escritores poesía en el estudio de los viejos mnocontemporáneos, no superados, pi aun delos. al par que sus compañeros de igualados hasta hoy.
lira y de entusiasmo estabau satisfe.
Dejas la fresca linfa de las fuentes que brotan entre el liques de las peñas, el olor de los campos florecientes, las viejas torres que aman las cigueñas, alrededor de inaccesibles rocas, loy como ayer, tu grito desolado lanzas, y, sobre el agua acerba, evocas el exánime cuerpo de tu anado.
Yo confuodo tu queja con mi queja, y mi lamiento junto a tu lamento: ave iufausta, augural, cual la corneja, liija del mar azul, hija del viento.
En esta noche etipiera tu canto llega más melancólico al oído, y se siente como un ansia de llanto, y se siente como una sed de olvido.
Yo sueño conio tu con otros puertos, otra edad, otro clima, otro horizonte, y mis Dioses también están ya muertos y bajo escombros yace el sacro monte Que ilumin6 tus símbolos un día, cuando, en las blancas ágoras de Atenas saludaba el augur tu epifanía y dejaban las márgenes helepas, En jubilosa banda, los pilotos; cuando, rayando el sol, tus raudos vuelos seguían por los piélagos ignotos la sacra pave que bogaba a Delos. Tú recogiste el vuelo en la palmera que el ciego Homero veneró en su exilio. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica