Repertorio Americano 91 299 El cincuentenario, de la muerte de Manuel Acuña El conocido y celebrado semanario mexicano; Revista de Revistas, dedica su Num. 709 al cincuentenario de la muerte del poeta Manuel Acuña.
Un espléndido retrato del poeta (el pismo que exorba esta página. por García Cabral, aparece en la portada. En el texto, láminas alusivas, autógrafos, recuerdos numerosos y sentidos. Reproducimos el párrafo de Jaime Torres Bodet y la apreciación de José de Núñez y Domínguez.
Ya en alguna otra ocasión he expresado mi sentir acerca de Acuña. Creo que la muerte nos arrebató en el a uno de los más vibrantes espíritus de poeta de nuestro México. Su Nocturno a Rosario, que ha recibido ya la consagración del pueblo que es, a despecho de los pedantes, la úpica que importa es una ardiente voz de poesía, Un homenaje a Acuñia es siempre motivo de hopra y de amor, porque encierra una reintegración dentro de la poesía pura de los románticos de la que por desgracia nos hemos separado demasiado.
JAIME TORRES BODET.
MANUFL ACUÑA Retrato de GARCÍA CABRAL Por la gloria de Acuña. Palmas, triunfos, laureles, dulce aurora de un por venir feliz, todo en una hora, de soledad y hastío cambiaste por el triste derecho de morir, hermano mío!
Así clamabadon Justo Sierra, la mañana del diez de diciembre de 1873, ante el féretro que guardaba los despojos de Mapuel Acuña y que habían conducido suis camaradas, hasta el hoy extinto cementerio del Campo Florido.
En el frío ambiente matinal, aun más melancólico por la tristeza que se elevaba de los corazones, la inspirada voz del autor de Playeras, debe de haber tenido resonan.
cias únicas.
Eran los bellos tiempos románticos en que aún por nuestra literatura, paseaba, arrastrando su capa de trovero medioeval el juglaresco Zorrilla de las leyendas y los romances; era la época en que hacía sonar el cascabel de sus Humoradas, el ático Campoamor y en que Núñez de Arce soplaba en la trompa bélica que arrebató la muerte de las manos de Quintana. don Justo, como se le llamó después, recogió en sus versos elegiacos esas voces múltiples, las mismas que habían dejado sus sonoridades en la lira del suicida bardo. estudiante.
Desarrollábase la fúnebre escena cuatro días después de que Acuña había apurado el tósigo fatal que le llevó a la tumba. todo el México intelectual de aquel enton.
ces ceñíase crespones luctuosos ante la desaparición del irópico y mordaz autor de Nada sobre Nada y La Vida del Campo.
Hoy, a través de cincuenta afios, la gloria de Acuña perdura intacta cono radió a raíz de su inesperado fin.
Su poesía ha tenido la suprema virtud de triunfar sobre la muerte y el olvido, y eso sólo revelaría a los ojos del espíritu crítico más escéptico, la pureza de su consis.
tencia y la eternidad de su emoción. Acuña, pues, es un poeta de todas las edades, y el rememorar los timbres que lo enaltecieron es una obra más que de reparación, que no ha necesitado, de justicia rotunda.
iAcuña. Ha pasado por fortuna el simán de too.
terías que se abatió sobre el cadáver del liróforo. Como las del Desierto después de la tenipestad de arena, esta pirámide de nuestra lírica, permanece ya, incólume, solitaria, serena.
Ya Kronos, padre de prodigios que le llamó Eskilo, ha desprendido de los hombros del poeta el manto de vulgaridades que le ciñeran los aristarcos hueros y los admiradores enragés. disipada esa pube, ha surgido la figura tal cual es: huwana, riente, simpática; la figura del estudiante que hace versos, la del muchacho que, tras de investigar los misterios de la carne atormentada por el dolor, escribe a la novia lindos poemas, se burla de los problemas trascendentales y sueñia con la gloria entrevista en los ojazos azorados de una chica de la esquina!
Acuña simboliza al poeta estudiantil, tipo que va perdiéndose en puestras aulas. El mismo estereotipó con su altivo gesto de renunciación, el modelo que otros más tarde han imitado.
En provincia, en plena adolescencia, apebas abandonados los bancos de la Primaria, el candidato a escolar metropolitano ya lleva en sus labios el amargo brevaje de los versos desencantados de Acuña. En la ventada idealizada por la luna, vibra la queja de paloma del Nocturno y en las horas de desesperanza, se acompasa la pepa interior, a la música desgarradora de Hojas Secas.
Luego, en los corredores de la Preparatoria, se vive la vida del trovador infortunado, y no es raro contemplar a un mozalbete, el rostro apoyado en la wano, que tal vez ve cruzar por el Colegio Grande. la enteca silueta del (Pasa a la página 30. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica