12 Repertorio Americano obedece a tu madre cuanto te ordena. Madre responde aquélla. voy a seguirte, no quiero en ningún caso contradecirte, ve tú delante, que dándome el ejemplo, lo haré al instante. RAFAEL POMBO que esto lo hacía sobre unos pies tan pequeños que no había modo de que Petrona llegara a ver a «ous niños sin que le pidieran que los enseñase, lo cual ella hacia como quien no lo quiere hacer, sobre todo cuando estaba delante el piio Pedro. Las manos corrían parejas con los pies, tanto que algunas veces las piñas se las pedían y acariciaban; llevaba una simple saya de listado, y un camisolín de muselina trasparente, que le ceñia los hom.
bros y le dejaba desnudos los hermosos brazos y la alta garganta. Era el rostro de facciones graciosas y menudas, de tal modo que la boca, media abierta en el centro y recogida en dos hoyuelos a los lados, no era en todo más grande que sus ojos. La naricilla, corta y un tanto redonda y vuelta en el extremo, era una picardía. Tenía la frente estrecha, y de ella bacia atrás, en dos bandas no muy lisas, el cabello negro, que en dos trenzas copiosas, veteadas de una cinta roja, llevaba recogidas en cerquillo, como una corona, sobre lo alto de la cabeza. Un chal de listado tenía siempre puesto y caído sobre un hombro; y no había quien, cuando remataba una frase que le pare.
cía intencionada, se echase por la espalda con más brío el chal de listado. Luego echaba a correr, riendo y ha.
blando en una jerga que quería ser muy culta y ciudadapa; y se iba a preparar a la niña Ana, lo cual hacía muy bien, unos tamales de dulce de coco y uo chocolatillo claro, que era lo que con más gusto tomaba, por lo limpio y lo nuevo, nuestra linda enferma. mientras Apa los gustaba, Petrona Revolorio, con el chal cruzado, se sentaba a sus piés «no por servicio, sino porque le ha.
bía cobrado afición, y le hacía cuentos. El alba, sin que Petroda Revolorio estuviese a la puerta del cuarto de la niña Ana con su cesta de flores, que ella misma quería ponerle en el vaso y ver con sus propios ojos, como seguía la niñal Mi piñita: mírenla qué galana está boy: si le voy a decir al pifio Pedro que nos de un baile de convite a las señoras, y vamos a sacarla a bailar con el piño Pedrol él sí que es galán también, el piſo Pedrol Mire mi niñita: no le traigo de, esos jazminotes blancos, porque los de acá huelen muy fuerte; pero aquí le pongo, en este vaso azul, esos jazmines de San Juan, que acá se dan todo el año y huelen muy bien de noche. Conque, mi niñita, prepárese para el baile, y que le voy a prestar un chal de seda en.
carnada que yo tengo, que me la va a poner más linda que la misma pifia Sol. 1Cómo está que se muere el nifio Pedro por la niña Soll Pero yo no sé qué tiene la niña Adela, que está como aburrida. Quiere mi piñita los tamales hoy de coco, o de carnecita fresca? Ayer maté un cochito, que está de los más blando: era el cochito rosa y la carne está como merengue. IJest mi nipi.
ta, no me diga eso! Si yo me muero por servirla: mire que yo soy como las tacitas de coco, que dicen en letras muy guapas. yo sirvo a mi dueña. Voy a poner la puerta de mi casa llena de tiestos de flores, y a alquilar a los músicos, el día que mi pišita vaya a verme. IY eso que yo no se lo hago a nadie; aporque no lo hago por Bervicio, sino porque le he cobrado mucha aficiónlı LOS TERS QUEJOSOS Qué mal gritó la nonaque estoy sin rabo. Qué mal estoy sin astas. repuso el aspo. dijo el topo. Más debo yo quejarme, que estoy sin ojos.
No reniegues, Camilo, de tu fortuna; que otros podrán dolerse más de la soya.
Si se repara, nadie en el mundo tiene dicha colmada. HARTZENBUSCH RESPUESTA DE PERO GRULLO De frailes acompañado pasaba un entierro un día, y uno, a quien le parecía el entierro autorizado, a un fraile con inquietud. Quién ha muerto? preguntó. y el fraile le respondió. El que va en el ataúd. AGUSTÍN MORETO (Industrias contra finesas, jornada a escena XIII. NO ERA NADA LO DEL OJO Pegáronle una pedrada a un hombre por un enojo, tan en buen punto pegada, que le echaron fuera un ojo, como quien po dice nada.
Preguntóle al cirujano si el ojo, con el dolor, perdería; y él, ufano, le respondió: No, señor, que yo le tengo en la mano.
ANTONIO DE SOLÍs (El doctor Carlino, jornada 2)
José MARTÍ (Amistad wwasta. 45. Fábulas y cuentos en verso LA CANGREJA CONSEJERA Anda siempre derecha, querida bijita mamá Cangreja dijole a Cangrejita. para ser buena Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica