Repertorio Americano 139 Ensayo sobre las poesías de María Eugenia Vaz Ferreira (Concluye. Viene del número anterior. Otras poesías Allá por el camino, triste y cansada, la viejecita viene con paso lento cantando con voz queda como un lamento el autiguo estribillo de una balada.
Aunque muere en sus labios ya la tonada, aunque es como un suspiro débil su acento, concentrando en la estrofa su pensamiento ameniza lo rudo de la jornada.
Mas de pronto se nubla su faz serena y calla. qué recuerdo le causa pena?
Su semblante se enciende de houda tristeza y un sollozo se escapa de su garganta, que es la nota apagada con que ella empieza la balada más triste de las que canta. Este poemita de un ritmo casi musical, de un septi.
miento tan tierno y hondo, tiene su historia, su antece.
dente, como todo lo humano. Niña aún, la poetisa pasaba con su madre por un bazar, y allí de una mirada divisó un cuadrito sugestivo; quiso comprarlo, pero por circunstancias ajenas po lo hizo suyo. Pero, para el poeta, poseer es cosa fácil: con su imaginación todo lo abarca y todo lo acaricia su musa amorosa. Cuando el cerebro tiene una idea, el alma tiene sus alas, dijo el di.
vino Platón.
De esa poderosa sugestión nacieron esos versos.
Para expresar esos pesares que las almas selectas co.
nocen a fondo, esa suprema neurastenia, ese hastío más o menos pronunciado que llevan de la vida todos los poetas, María Eugenia Vaz Ferreira acude en primer término, a la sinceridad de oro de su corazón, fuente de la energía y de las emociones intensas que produce su poesía, en segundo a la paturaleza, hermosa y eterna promesa de un más allá más justo para la poesía y para los poetas.
Creo que los numerosos ejemplos citados de esta poe.
sía fuerte y honda, justifican las premisas sentadas al principio de este ensayo.
Tres poetas, a mi modo de ver inductivo, en el Uruguay, por la época en que andamos, llevan en su obra y en su vida. la belleza de su originalidad y la marcada indivi.
dualidad; ellos son: Zorrilla de San Martín, María Vaz Ferreira y Julio Herrera y Reissig. Para mí, cada uno de éstos, es upa personalidad y representa una in.
fluencia: Zorrilla, la tradición bispana y cristiana; Maria Eugenia Vaz Ferreira, la tendencia nórdica de cantar la vida interior. s99 sueños y sus aspiraciones. su concep.
ción tempestuosa o luminosa de la belleza y de la ver.
dad. sus visiones. y Julio Herrera y Reissig, el alma modernista de París.
Tres escuelas, dos principes y una princesa, a cuyas cortes respectivas vienen a ventilar sus ansias de lo bello y de lo extraño, sus gustos de aristócratas intelectuales, las pléyades juveniles y todos los demás poetas.
Para precisar bien estas ideas, me voy a permitir tra.
ducirlas por una imagen o una alegoría, figura favorita de las almas inquietas.
Supongamos una reunión de los poetas uruguayos como las que tenían lugar en la genial Atenas, alrededor de Platón, Sócrates o Aspasia: en la Edad Media, en los castillos ancestrales, y hoy, en los salones del estético París. En el fondo del jardín de esta novel academia ática está Zorrilla de San Martín conversando con Magariños.
Cervantes y Figueroa, pobles pioneers, mientras cruzan por su imaginación y razón claras las sombras de Artigas y de Tabaré. Muy cerca de estos areopagitas, están las poetisas María Sabbia y Oribe y Ernestina Méndez Reissig, amistosamente entrelazadas como dos atenienses, sopríen al bardo cristiano y se cuentan sus vidas senci.
llas, pero bellas. Más allá, tendiendo sn mano hacia un brazo de la lira zorrillapa, está Raúl Montero Busta.
mapte, pensando en cantar a los héroes de la patria. lo lejos se avista una cabalgata poética guiada por Roxlo, hecho una llama, tan intensa en su inspiración fogosa: canta con calor a la tierra en que nació y soño. Lo acom.
pañan Elias Regules, Antonio Lussich, De María y otros bardos que adoran la vida del campo americano.
Cerca de éstos cabalgan también, tres trovadores del gayo amor: Guzmán Papini y Zas, Emilio Frugopi y Ri.
cardo Passano. El primero se inspira en la exhuberante vida de Andalucía; el segundo busca en Italia la suavi.
dad y melancolía de su musa; el tercero en el hogar, en los sentimientos nobles del corazón escucha sus inspira.
ciones.
La burbuja de champaña que en tus labios se evapora, la dorada crisantema que en el mármol de tu mesa se refleja, todas esas moribundas son mis pálidas hermanas; todas esas que te dan su vida entera, todas esas que te dan toda su alına tiernamente, dulcemeute, tristemente, sio que tenga su agonía ni siquiera la piedad de tu mirada. Este es el canto último del libro manuscrito, y para mi simboliza la extrañia tristeza, ela melancolía medio neurótica» que siempre acompaña a la musa de la poetisa.
En idioma de selecta riqueza de imágenes, que rivali.
zan en belleza, nombra a sus pálidas hermanas: las tris.
tezas extrañas y sin fin, los amores que nacen bellos para concluir en pesares. Conclusiones. El motivo de esta pocs a. Su ex.
presión. Sitio ocupado por María Eugenia Vaz.
Ferreira en el Parnaso Uruguayo. Alegoria al respecto.
Lo triste, aquello inevitable de desilusión que llevan como gérmenes fatales todas las cosas humanas, constituye el gran inspirador de nuestra poetiaa. 1) TAINE: Notes sur Angleterre, pág. 362. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica