AnarchismLenin

Repertorio Americano 141 Yo soy flamenco El pensamiento de Guerra Junqueiro (De El Sol, Madrid. Soy de Brujas la Maerta, gótico impenitente, loco de primitivos trípticos, medioeval con nostalgia de aquella desmesurada gente que sube, sube, sabe por la fecha ojival.
Carlos el Temerario, Felipe el Atrevido y Juan Sin Miedo, nuestros duques de cuerpo entero, mayúsculas soberbias del tiempo florecido, hombres alto relieve de rostro verdadero (Concluye, Viene dol námero pasado. me están haciendo falta, pues, que todas las cosas ahora simuladas, con subrayado bueno, dicen todos en coro, labras engañosas, y araia caza moscas, pasa Luis el Onceno. Siento mucho Lenine! Vivías en acecho, eras como Luis Once, caza moscas, arafia; decías: El estado, la razón y el derecho soy. iQue viva Felipe Segando rey de España!
Soy de Brujas la Muerta, muchas veces más viva que todas estas muertas cosmópolis de ahora; soy de Brujas la Muerta, mi luz contemplativa es niña de doce años, esquiva, tembladora, tímida, silenciosa, como la luz aquélla de Memlinck, en los cuadros del hospital San Juan: Nuestros ojos hermanos, por una misma estrella de calladas nostalgias, embebidos están. Luz de las mañanitas, mopja benedictina del Jam lucis a Prima, Sor Clara Silenciosa bañada en las tres aves de la fuente divina, luz de virgen María, tres veces toda hermosa.
Esta luz rezadora de Brajas ha pintado en mis horas vividas ou claro madrigal de ojos claros, serenos, sin marcha de pecado, exactamente como, si yo fuera canal.
Uno de estos canales de Flandes, que dormidos y monótonos pasan cogidos de la mano, con sus inseparables novias los escondidos beaterios, sagradas islas del mar profano.
Guerra Junqueiro era, en lo más profundo de su ser, un alma esencialmente religiosa, entendiendo por tal la que busca, por la razón o el sentimiento, un sentido finalista al universo, y, por lo tanto, un destino al hombre. En apariencia demoledor inexorable, era, como muchos anarquistas, un fanático del orden, claro está, de un orden superior. Ocurre con frecaencia que los temperamentos más revolucionarios lo son por sentimiento exacerbado de la idea de perfección, que es el orden supremo, y muchos conservadores que piensan, sin limitarse a conservar biológicamente los frutos del azar individual o histórico, lo son por no creer en la perfectibilidad del hombre, por estar seguros de que siempre habrá desorden en el mundo, llegando a la conclusión de que, desorden por desorden, mejor es el mediano presente conocido que el excelso futuro por conocer. En el fondo, todo hombre tiene algo de anarquista, entendiendo por este vocablo, no la idea de perfección social, utópica y crónica, que conciben sus doctrinarios, sino el sentido vulgar y corriente que se asigna al partidario de cualquier desorden humano. Sólo que unos son anarquistas conservadores o estáticos, por sostener que ningún orden futuro será mejor que el desorden actual, y otros son anarquistas liberales o dinámicos, por suponer que ningún desorden venidero será peor que el orden vigente.
Guerra Junqueiro pertenecía a esta última categoría Su conciencia estaba abrasada de sed de equilibrio y justicia. no sólo creía que ningún desorden desconocido podía ser peor que el pre.
sente, sino que creía también en la posibilidad de un orden abso.
luto, que era la idea de Dios. En ninguna parte aparece tan claro este pensamiento como en el prólogo que escribe para Pobres, de Raul Brandao prólogo que podría enaltecer cualquier antología de estilos en prosa. Hay en Guerra Junqueiro una tendencia a las concepciones trinitarias, muy característica de las mentalidades religiosas y metafísicas. Abundan en sus escritos, como hemos de ver. Detengámonos primero en la que describe en el prefacio al libro de Brandao. El alma humana pasa por tres fases emotivas.
Primera, la emoción dinámica o cósmica, la emoción panteista en que el hombre se siente arrastrado y aturdido hasta el infinito por el juego sin fin de infinitas fuerzas naturales. Todo vive, todo vive: el hombre, la fiera, la roca, el lodo, el agua, el aire, hogueras de mundos, aluviones de nebulosas, incorporeidad genésica del ser. Hervidero de vidas insondables que el tiemqo no agota, porque la muerte creadora lo desorganiza continuamente y lo reproduce en formas nuevas y diversas. INaturaleza. Universo!
Vidas infinitas circulando eternamente en una vida única. Asombro, esplendor, pavor, deslumbramiento! El hombre vacila, des.
maya, quiere equilibrarse. Pero donde si no bay tierra en que posar ni muro en que recostarse? Todo impalpable, fugaz, incierto, ilusorio, ilimitado. todo vida, todo sueño, todo vorágine. Segundo estadio: la emoción social o humana, la vida en común. Aquí el verbo de Guerra Junqueiro destroza como un hierro candente; pero su belleza no es inferior a su furia. La vida es el mal. El progreso marca la distancia que va del salto del tigre, que es de diez metros, al curso de la bala, que es de veinte kilo.
metros. La fiera, a diez pagos, nos perturba. El hombre, a cuatro leguas, pos hinche de terror. El hombre es la fiera dilatada.
Al pie de Napoleon, on megalosauro es ana hormiga. Hay hom.
bres que cenan en una noche ana barriada fúnebre de mendigos.
La letrina de Vanderbilt costó aldehgelas de miserables. Hom.
bres que tienen imperios y hombres que no tienen hogar. La Humanidad, en fin, es la victoria de los arrogantes sobre los haUno de estos canales de Flandes, compafieros del beaterio siempre, novios trascendentales cogidos de la mano, nostálgicos viajeros, bajo este cielo gris de nocturnog iguales.
Este cielo de Flandes para los ojos míos, que prefieren cerrarse como aquel volteriano vargasvilista pasa, pues los ojos impíos manchan con sus miradas, el resplandor lejano de mis ojos serenos, verdaderos y grandes que Jesús Luminoso de claridades bafia: Como aquél de Bretaña este cielo de Flandes, este cielo de Flandes como aquél de Bretaña.
Soy de Brujas la Muerta, de Gande, de Malinas, es Amberes mi dicha, mi descanso Bruselas, son góticas mis prosas, y mis versos las finas encajeras de Flandes, las dulces acuarelas de esta luz Sor Clarisa, flor de luz entreabierta, que sin entrar deshoja su paz en las ventanas, Bella Durmiente clara de mi Brujas la Muerta, para leer estos versos de penumbras lejanas. PALLAIS, Pbro.
Lobo, Nic. de agosto de 1934. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica