284 Repertorio Americano berano sobre dragones, tortugas y peces, donde los árbo.
les tienen esmeraldas por hojas y rubíes por fruta, y donde las escamas son plata y las colas oro?
JUAN VALERA. Cuentos. 19. Cántico de las criaturas De Francisco de Asís Lodato sia. Dio mio Signon, con tutte le tue creaturel Tordo, músico de las florestas, a las que alegra con sus silbos cadenciosos; allá, la Abubilla regiamente adornada y de zalameros contoneos; no lejos, el negro Cuervo, agorero y locuaz; acá, se dejaba ver el harmonioso Rui.
señor, captor de serenatas en los sotos silenciosos, a la luz de la lupa; aquí y allá saltaban las Golondrinas, las amadas de la primavera, y ana del Hombre. bien que éste no ama. No ama. Ni aun el Serafín de Asís amaba?
Por una excepción: por eso lleva tap hermoso título.
Serafin es palabra oriental que significa «ángel de fuego. que arde de amor. Comprendió Francisco que sus hermanos, los Hombres, fríos ante la Naturaleza, sólo pien.
san en odios, más o menos disfrazados, y se dió a amar las obras de Dios con carifio infinito. Parecía un loco.
Francisco se preparó, desde luego, a hablar a los habitantes del aire, recién llegados. Estos, bajaron de los árboles, se colocarop en ordenados grupos sobre la pradera florida y perfumada y, con piedad y compostura edificantes, prestaron atención.
He aquí la plática del Santo, tal cual la tomé, con respeto, de la encantadora crónica medioeval llamada Florecitas, verdadero ramillete de rosas de amor que un poeta desconocido formó con arte para eternizar las glorias franciscanas: iGloria, Señor, a ti y a todas tus criaturas! gloria a puestro Padre el Sol que nos da el día y es en el Universo nuestra antorcha fecunda, el Sol que alumbra el campo, los bosques y los ríos, cuya cáodida lumbre, radiante, benigoa, es un reflejo apenas de tu esplendor, ioh, Altísimo!
Gloria, Sefior, a ti por nuestra hermana luna, y todas las estrellas que brillan en el cielo: tan staves, tan remotas, tad tímidas, tan poras!
Gloria, Señor, ti por nuestro hermano el viento, y la lluvia y las nubes, y el bueno y el mal tiempo!
Gloria, Señor, a ti por nuestra hermana agua, que es útil y preciosa, y es humilde y es casta!
Gloria, Señor, a ti por nuestro hermano el fuego: por él la noche es clara, y es potente y risuefio!
Gloria, Señor, a ti por mis hermanas aves que tienen lindas plumas y trinos inefables!
Gloria, Señor. a ti por los mansos corderos, la alegre golondrina, la parlera cigarra, y por nuestros hermanos el buey, el asno, el lobo, y por mi hermana alondra, tan apacible y parca, que va por los caminos en busca de una espiga. y, cuando se remonta la alondra, nuestra hermana, es tan dulce su canto que los trabajadores su labor interrumpen y los ojos levantan. Pájaros, hermanitos míos, vosotros estáis muy obli.
gados a Dios, vuestro Criador, y siempre en todo lugar debéis alabarle con cáoticos y gorjeos; porque os ha dado graciosas alas para volar por toda la vasta región del aire; porque os ha dado el vestido duplicado y tripli.
cado y engalanado con variedad de colores; porque guar.
d6 vuestro germen en el arca de Noé, a fin de que vues.
tra especie no pereciese. Demás de esto, vosotros no sembráis y no segáis, y Dios os alimenta en la mesa de de su Providencia, dándoos los ríos y las fuentes para vuestra bebida, los montes y valles para vuestro refugio, y los árboles altos para hacer en ellos vuestros nidos; y conociendo que vosotros no sabéis ni hilar ni coser, Dios os viste a vosotros y vuestros hijos. Por todo lo cual, os ama mucho vuestro Criador; supuesto que os hace tantos beneficios; y de aquí el cuidado que debéis poner; Paja.
ritos míos, de no caer en el pecado de ingratitud, procu.
rando siempre bendecir y alabar a Dios. Silenciosas y muy atentas estuvieron aquellas avecillas: vociogleras y juguetonas. Francisco les dió su bendición y ellas se dispersaron en seguida, bulliciosas y alegres, formando eu el aire una gran cruz, que se delineaba con precisión y harmonía bajo el cielo limpio y azul de aquella comarca de Italia.
El Santo, derramando lágrimas de terobra, entono su himpo de Frate Sole, y desapareció en la siduosa vía.
Los árboles estremecian, a su paso, su follaje sonoro; las flores se volvían a mirarle y le enviaban an saludo de aromas; las nubes le hacían sombra con delicado silencio. el oraba.
JOAQUÍN ANTONIO Uribe. Cwadros de la Naturalesa. IGloria, Sefior, a ti y a todas tus criaturas. Trad. de CORNELIO HISPANO: El plas Cancunas. 20. San Francisco y los pájaros El sublime apasionado de la Cruz y dulce amante de las obras de Dios, Francisco de Asís, iba cierto día de viaje, jinete en su proverbial y mortificado «caballito. Parece que se detuvo cabe una fuente por contemplar enamorado a Sor Agua que, contentísima, se puso a murmurar o cantar a media voz frasecillas cristalinas y sonoras mientras el la galanteaba llamándola utilísima, humilde, preciosa, con otros muy graciosos requiebros.
Ella sonreía y se iba corriendo, carriendo, agradecida y vergonzosa.
Vieron los pajarillos de aquellos contorno al Santo en coloquios con el Agua y quisieron también disfrutar de su verbo caluroso y divino. Como lluvia prodigiosa, cayeron sobre los árboles.
Por allt bullía la Alondra, que capta volando y se remonta hasta las pubes; muy cerca estaba el. Gorrión, casero, atrevido y retozón; en otra rama. se mostraba el Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica