278 Repertorio Americano doctor Carlos Arturo Torres. Toca sólo al Gobierno hacer cumplir esa ley, Página lírica El Presidente de la República, en uso de sus facultades legales, y considerando: de Juan Ramón Jiménez (Vlaxse los números 10. 17 del torxo en CNTs. DESNUDOS (Adioses. Ausencia Regreso)
Que acaban de llegar a Colombia los regtos mortales del doctor Carlos Arturo Torres, fallecido en Caracas, en donde ejercía el cargo de Ministro Plenipotenciario de Colombia, en momentos en que representaba con brillo a la Patria en las fiestas del Centenario de la Independencia de Vedezuela; Que el doctor Torres ocupó puestos eminentes en la política del país y desempeño el cargo de Ministro de Hacienda en momentos difíciles de la vida nacional; Que fué además un preclaro publicista y hombre de letras, poeta de alta inspiración filosófica y autor de obras que honran el nombre de Colombia y ha contribuido a mantener su prestigio literario en el ex.
terior; Que con obras doctrinarias y con sus escritos trabajó con espíritu por facilitar una Inteligencia entre los partidos y fué un abogado constante y valioso de la paz, decreta: El gobierno rinde justo homenaje a la memoria del ilustre colombiano doctor Carlos Arturo Torres en el momento en que sus cenizas llegan al seno de la capital, en donde deben reposar para siempre. la llegada a la capital de los restos del doctor Torres, se le tributarán los honores militares correspondientes.
Nacía, gris, la luna, y Beethoven lloraba, bajo la mano blanca, en el piano de ella.
En la estancia sin luz, ella, mientras tocaba, morena de la luna, era tres veces bella.
Teníamos los dos desangradas las flores del corazón, y acaso llorábamos sin vernos.
Cada nota encendía una herida de amores. El dulce piano intentaba comprender nos. Por el balcón abierto a brumas estrella. das, venía un viento triste de mundos invisibles.
Ella me preguntaba de cosas ignoradas.
y yo le respondía de cosas imposibles.
CASTILLO (Crepúsculo absordo)
Pedro Nel Ospina. Domingo de primavera)
Un pájaro, en la lírica calma del mediodía, canta bajo los mármoles del palacio sonoro; sueña el sol vivos fuegos en la cristalería, en la fuente abre el agua su cantinela de oro Es una fiesta clara con eco cristalino. en el mármol, el pájaro; las rosas, en la (fuente; igarganta fresca y dura; azul, dulce, argentino temblar, sobre la flor satinada y reciente!
En un ensueño real, voy, colmado de gracia soñando, sonriendo, por las radiantes losas, henchida el alma de la pura aristocracia de la fuente, del pájaro, de la luz, de las (rosas. La soledad sonora. Yo no sé quién la olvidó.
Me la encontré por la yerba.
Al cogerla, sentí como si alguna mujer me viera, Tenía un aroma vago, que vol6 al instante; queda solo el recuerdo del sueño del placer de aquella esencia.
Tocando con ella, vi como novias, como estrellas. un prado lleno de rosas, un alba de primavera; una cosa tierna y pura. que me inundaba de pena, que empezaba sonriendo y acababa entre querellas.
Melancólico o alegre, sonrío o sollozo en ella, y siento en mi alma como si alguna mujer me oyera. Le he puesto una rosa fresca a la flauta melancólica; cuando cante, cantará con música y con aroma.
Tendrá una voz de mujer, vacilante, arrulladora, plata con llanto y sonrisa, miel de mirada y de boca. será cual si unos finos dedos jugasen con sombra por los leves agujeros de la caña melodiosa. Tonada que no sé yo, oída una tarde en la fronda; tonada que fuí a coger y que huía entre las hojas!
Para ver si no se iba, la engafé con una rosa: cuando llore, llorará!
con música y con aroma. La Rauta y el arroya. La lluvia deja solitarios los jardines, y las hojas adornan de amarillo los bancos.
De vez en cuando, el aire tiene olor de jazmines podridos. Mudo, un mirlo mira los cielos blancos.
En la nostalgia inmensa, crepuscular y agreste, torpa el fantasma antiguo a sentarse a mi ſlado: esta mujer vestida de un tornasol celeste, con los brazos despudos y el pecho desco(tado.
Frío. Sus ojos grandes y anegados. imploran de mi piedad. Revive no sé qué vago dejo de una voz. Las arañias de un baile anti guo, doran las silenciosas plumas de un abanico viejo. El Tiempo, Bogotá, de junio de 1924. Se pide cooperación POEMAS MAGICOS DOLIENTĖS PRIMAVERA AMARILLA Víctor Manuel Solano, maestro de la Escuela JUAN RAFAEL MORA, en esta lad, estima la sección La Edad de Oro, que hace poco viene publicándose en el REPERTORIO. Cree el señor Solano que en hoja volante y Bparte, La Edad de Oro podría llegar a manos de los niños de las escuelas, al precio mínimo de ctmos. Uds. señores maestros, dirán si el Sr. So.
lano está errado o no, Como es cosa de él, dirijarse los que simpatizan con este proyecto al Sr. Solano y prés.
tenle apoyo. Por mi parte, cuidaré de tal modo La Edad de Oro, que no de.
fraude las esperanzas del Sr. Solano y de quienes con él quieran cooperar en una obra de progreso, relacionada con el magno problema de la lectura que debe sustentar al ciudadano que viene, y ahora en formación.
Abril venía, lleno todo de flores amarillas: amarillo el arroyo, Amarillo el vallado, la colina, el cementerio de los niños, el huerto aquel donde el amor vivía.
El sol uogía de amarillo el mundo, con sus luces caídas; lay, por los lirios áureos, el agua de oro, tibia; las amarillas mariposas sobre las rosas amarillas!
Guirnaldas amarillas escalaban los arboles; el día era una gracia perfumada de oro, en un dorado despertar de vida. n. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica