Repertorio Americano 247 Herejía del Casal le tocaba ocupar en el movimiento de renovación efectuado en la lírica hispano americana. Isaac Goldberg, Alfred Coester, Max Henríquez Ureña y Julio Cejador y Frauca estudian, en sus respectivas obras: Studies in Spanish American Literature, The Literaty History of Spanish America, Rodo y Rubén Dario e Historia de la Literatura Castellana, el aporte de Julián del Casal en dicha renovación. Arturo de Carricarte, en un largo ensayo publicado en el año 1815, intentó la revisión de Casal. También la ha intentado Rafael Estenger en El Cubano Libre, Santiago de Cuba, de noviembre de 1918.
Félix LIZASO y José FERNÁNDEZ DE CASTRO (Del libro en preparación, La Poesia moderna en Cuba, 1882 1922. Tiene mi amigo un hijo que es un encanto, un angelillo loco, sonriente y sano.
Juega por las mañanas, ginete mago, con las crines al viento que es su caballo.
Juega en los mediodías bajo el naranjo, en la sombra aromada que echa en el patio.
Juega todas las tardes, él es soldado; y un escuadrón de chicos tiene a su mando!
Cuando llega la noche, riente y descalzo, en su alcoba lo encuentro siempre jugando.
Sus picardías comete de vez en cuando y tienen seriamente que regañarlo.
Le roba los azahares a los naranjos, y por hacer soldado quiebra los platos!
Asusta las gallinas, corre los pavos, deja abierta la jaula de los canarios.
Oración a Cristo Cristo, libro abierto en donde se puede leer toda la sabiduría: clavados están tus pies y tus manos, con clavos formidables: la sangre corre hilo a hilo por tu cuerpo: roto está tu pecho, y esa herida parece una rosa, como si el incontenible amor de tu corazón hubiese reventado en flor.
Tu cabeza, coronada de espinas, se dobla; en los párpados entornados y en la ojera, ha marcado el sufrimiento su tinte violáceo; se cuajan las lágrimas en las pestañas. Cristo! Qué de angustia hay en tus bellos ojos; cómo lloran tus ojos divinos!
Pero en donde está prisionero el dolor es en el rictus de tu boca; oh! la sequedad de tus labios! Tengo sed, has dicho.
Tengo sed!
Oh! tus labios sedientos de amor, tus pálidos labios, tus labios amargos. el grito resonó en los ámbitos y estremeció la tierra; se abrieron las tumbas y el cielo se tiño de sombra.
El grito!
El humano grito de Dios!
El dolor del Cristo prisionero en sus labios, estalló en ese grito, y resonó en los ámbitos y estremeció la tierra.
Oye, Cristo, oye hermano! Somos también unos crucificados; tenemos también como tú, una corona de espinas en el corazón. no ves como sangran los corazones de los hombres. No vez a cada corazón clavado en su cruz?
Como tú, agonizamos sedientos; tenemos sed. hemos de doblegar la cabeza con resignación, porque tú, Cristo, lo has hecho.
Oye: cómo hay hombres que gritan su dolor. No oyes la queja de tantos humanos?
Cristo de los bellos ojos compasivos; ten piedad de los que gimen sin ser escuchados!
La débil queja de un hombre no tiene eco en la tierra; no estremece la tierra como un grito de Dios.
Pobrecillos los que lloran sin ser escuchados. Pero oye: hay algo que merece mayor compasión: el dolor.
oculto. Los hombres que callan. Los hombres que esconden sus grandes tristezas! Los que no tienen la fuerza de exhalar un grito, ese grito inútil que puede dar un hombre!
Oh! pálido Cristo, piedad. No eres tú el Dios? Compadé.
cete de los que callan. que son los más dolientes de los crucificados!
Esta noche la abuela, ya al acostarlo, de todos sus desmanes le hacía inventario y con dos mil detalles. para enmendarlo»
describía los horrores, que a no dudarlo, sufriría en el infierno por «niño malo. El pobre lo escuchaba triste, asustado, y con voz temblorosa ya arrodillado, rezaba así. Dios mío, dame tu amparo, yo quiero ser tan bueno como los santos: le prometo a abuelita ser más aseado, no quebrar más los vidrios de los retratos, ni recortar las letras que traen los diarios.
Dios mío, tú que me quieres y puedes tanto, para que no me lleve haz bueno al Diablo. Carlos Luis Sáenz Heredia, 1924.
Ecco NELI (El Tiempo, Bogotá. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica