62 Repertorio Americano.
ensangrentadas ha purificado, a quien ha recibido como con labios entreabiertos y ojos animados, un rostro que huésped bajo su mismo techo, y que escogido para com. alegre sonreía.
pañero y custodio de su hijo, se había mostrado su ma. Qué ves? preguntó el marido, encantado del pas.
yor enemigo.
mo de ella y muy ufano de mostrar que había aprendido Después de estos lamentos llegan los lidios con el algo durante su ausencia.
cadáver, y detrás el matador, el cual, puesto delante de Veo a una linda moza, que me mira y que mueve Creso, le insta con las manos extendidas para que le los labios como si hablage, y que lleva icaso extrañol un sacrifique sobre el cuerpo de su hijo, renovando la me. vestido azul, exactamente como el mío.
moria de su primera desventura, y diciendo que no debe Tonta, es tu propia cara la que ves; le replicó el vivir, después de haber dado la muerte a su mismo ex. marido, muy satisfecho de saber algo que su mujer no piador. Pero Creso, a pesar del sentimiento y luto domés. sabía. Ese redondel de metal se llama espejo. En la tico que le aflige, se compadece de Adrasto y le habla en ciudad cada persona tiene uno, por más que nosotros, estos términos. Ya tengo, amigo, toda la venganza y aquí en el campo, no los hayamos visto hasta hoy.
desagravio que pudiera desear, en el hecho de ofrecerte Encantada la mujer en el presente, pasó algunos días a morir tú mismo. Pero lah! no es tuya la culpa, sino mirándose a cada momento, porque como ya dije, era la del destino, y quizá de la deidad misma que me pronos. primera vez que había visto un espejo, y por consiguiente, tico en el suelo lo que había de suceder.
la imagen de su linda cara. Consideró, con todo, que tan Creso hizo los funerales de su hijo con la pompa co prodigiosa alhaja tenía sobrado precio para ser usada de rrespondiente; y el infeliz hijo de Midas y nieto de Gor. diario, y la guardó en su cajita y la oculto entre sus más dio, el homicida involuntario de su hermano y del hijo estimados tesoros.
de su expiador, el fugitivo Adrasto, cuando vio quieto y Pasaron afios, y marido y mujer vivían aún muy di.
solitario el lugar del sepulcro, condenándose a sí mismo chosos. El hechizo de su vida era la piña, que iba cre.
por el más desdichado de los hombres, se degolló sobre ciendo y era el vivo retrato de su madre, y tan cariñosa el túmulo con sus propias manos.
y buena que todos la amaban. Pensando la madre en su Creso, privado de su hijo, cubriose de luto por dos propia pasajera vanidad, al verse tan bonita, conserpo años, escondido el espejo, recelando que su uso pudiera engreir a la niña. Como no hablaba nunca del espejo, el padre le HERODOTO olvidó del todo. De esta suerte se crió la muchacha tan (Los Nueve Libros de la Historia. sencilla y candorosa como había sido su madre, igno.
randó su propia hermosura, y que la reflejaba el espejo.
52. El espejo de Matsuyama Pero llegó el día en que sobrevino tremendo infor.
tupio para esta familia hasta entonces tan dichosa. La excelente y amorosa madre cayó enferma, y aunque la Mucho tiempo há vivían dos jóvenes esposos en lugar hija la cuidó con tierno afecto y solícito desvelo, se fué muy apartado y rústico. Tenían una hija y ambos la empeorando cada vez más, hasta que no quedó esperanza, amaban de todo corazón. No diré los nombres de marido sino la muerte.
y mujer, que ya cayeron en olvido, pero diré que el sitio Cuando conoció ella que pronto debla abandonar a su en que vivían se llama Matsuyama, en la provincia de marido y a su hija, se puso muy triste, afligiéndose por Echigo.
Hubo de acontecer, cuando la niña era aún muy, pe.
los que dejaba en la tierra y sobre todo por la niña, La llamó, pues, y le dijo. queñita, que el padre se vio obligado a ir a la gran ciu. Querida hija mía, ya ves que estoy muy enferma y dad, capital del Imperio. Como era tan lejos, ni la madre que pronto voy a morir y a dejaros solos a ti y a tu ama.
ni la niña podían acompañarle, y él se fué solo, despi.
diéndose de ellas y prometiendo traerles, a la vuelta, muy do padre. Cuando yo desaparezca, prométeme que mira.
rás en el espejo, todos los días, al despertar y al acos.
lindos regalos.
tarte. En él me verás y conocerás que estoy siempre La madre no había ido nunca más allá de la cercana velando por ti.
aldea, y así no podía desechar cierto temor al considerar que su marido emprendía tan largo viaje; pero al mismo Dichas estas palabras, le mostró el sitio donde estaba tiempo sentía orgullosa satisfacción de que fuese él, por oculto el espejo. La pila prometió con lágrimas lo que su todos aquellos. contornos, el primer hombre que iba a la madre pedía, y ésta, tranquila y resignada, expiró a rica ciudad, donde el rey y los magoates habitaban, y poco.
donde había que ver tantos primores y maravillas.
Eo adelante, la obediente y virtuosa nifia jamás olEn fin, cuando supo la mujer que volvía su marido, vidó el precepto materno, y cada mañana y cada tarde vistió a la niña de gala, lo mejor que pudo, y ella se vistió tomaba el espejo del lugar en que estaba oculto, y miraba un precioso traje azul que sabía que a él le gustaba en en él, por largo rato e intensamente. Allí veía la cara de extremo.
su perdida madre, brillante y sonriendo. No estaba pálida No atino a encarecer el contento de esta buena mujer y enferma como en sus últimos días, sino hermosa y jo.
cuando vio al marido volver a casa sano y salvo. La chi.
ven. ella confiaba de poche sus disgustos y penas del quitina daba palmadas y sonreſa con deleite al ver los día, y en ella, al despertar, buscaba aliento y cariño para juguetes que su padre le trajo. él no se hartaba de cumplir con sus deberes.
contar las cosas extraordinarias que había visto, durante De esta manera vivió la nifa, como vigilada por su la peregrinación, y en la capitai misma.
madre, procurando complacerla en todo como cuando ti dijo a su mujer te he traído un objeto de vivía, y cuidando siempre de no hacer cosa alguna que extraño mérito; se llama espejo. Mirale y dime qué ves pudiera afligirla o enojarla. Su más puro contento era dentro.
mirar en el espejo y poder decir: Le dio entonces una cajita chata, de madera blanca. Madre, hoy he sido como tú quieres que yo sea.
donde, cuando la abrió ella, encontró un disco de metal, Advirtió el padre, al cabo, que la piña miraba sin Por un lado era blanco como plata mate, con adornos en falta en el espejo, cada mañana y cada noche, y parecía realce de pájaros y flores, y por el otro brillante y pulido que conversaba con él. Entonces le preguntó la causa de: como cristal. Alll miró la joven esposa con placer y tan extraña conducte.
asombro, porque desde su profundidad vio que la miraba, La niña contestó. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica