164 Repertorio Americano El dulce secreto la gentil escritora ADA FLORI, heroína hermosa del amor materno.
En un jardín delicioso, después de un instante llegan EL HADA GENEROSA, la niña MILTIL y el niño TILTIL. Vienen de lejos, eso se nota en los ojos de cansancio de los niños, nada más.
Tiltil. No te maravilles; todo lo que hasta hoy hemos conocido, nos ha hecho reir, unas veces, y llorar, otras.
Miltil. Pero, quiénes son, hada generosa? No nos hagas sufrir con esta curiosidad que cada vez se hace más inteusa.
Tiltil. La curiosa eres tú; yo, por mi parte, no pre.
gunto.
Millil. Sí; dejas que lo haga yo por los dos.
Tillil. No le digas, hada hermosa, no le digas quienes son: no satisfagas su curiosidad.
Hada. No os lo diré: ellos mismos se harán reconocer de sus amiguitos ingratos que, apenas pasados unos años, no se acuerdan de aquellos seres fantásticos, como ellos y como nosotras las hadas, que llenan de ilusión vuestras horas más deliciosas cuando alguien, con encanto sin igual, os dormía placentera, relatándoos muchas historias bellas.
Miltil. iMama!
Tiltil. IY la mamá de mama!
Hada. Ellos os dirán sus nombres, sus más bondos an.
helos y talvez encontraréis, en sus palabras, que no serán sido recuerdos de recuerdos, lo que tanto de.
seamos hallar.
Miltil. El pájaro azul?
Tiltil. No lo creo; imposible me parece que puedan ser dueños del pájaro con el que tanto soñamos, esas personas que no piensan sino en divertirse.
Miltil Talvez por eso están tan alegres.
Hada. Haced silencio; ya se acercan.
Tillil. Podemos hablar con ellos?
Miltil. Sería una falta de respeto. verdad, Hada gene.
rosa?
Hada. Podéis hacer cuanto os agrade. Si algo os causa admiración, hablad con toda confianza. Ya muchas veces, en épocas no lejanas, tuvisteis con ellos largas y fecundas conversaciones.
Hada. Al Gin hemos llegado.
Millil. Debes estar cansada como lo estamos nosotros.
Tiltil. Como lo estás tú, debes decir, porque yo po siento cansancio alguno.
Millil ¿Y crees que aquí encontraremos lo que venimos buscando?
Hada. Si aquí no damos con él, podemos afirmar que en pinguna parte del universo existe el pájaro azul de la felicidad verdadera.
Miltil. En dónde estamos?
Tillil. Hay muchas cosas raras, flores de colores va.
riados.
Miltil. Arboles muy grandes con muchos pidos.
Tiltil. mucha gente, allá abajo, en la orilla de aque. lla laguna.
Miltil. Bailan unos, navegan los otros.
Tillil. Aquellos se pasean cogidos de la mano.
Miltil. Como dos novios.
Tillil. No seas imprudente; te puede oir el hada buena y entonces.
Hada. entonces. qué?
Tillil. Me has oído?
Hada. Me es dado oirlo todo, hasta aquello que, en silencio, te dices a ti mismo y hasta aquello que crees ver cuando sueñas.
Tiltil. Por eso tanto te queremos: porque adivinas nuestros pensamientos.
Miltil. Como hacía puestra madre adorada, cuando apenas podíamos hablar.
Tiltil. cuando hablábamos mucho también. Miltil. En doode estamos, bada generosa?
Hada. En el Jardín de los Cuentos de Niños.
Miltil. quiénes son aquellos que tanto parecen di.
vertirse allá abajo?
Tiltil. Son personas de rara presencia, muy pocas visten igual. Pareciera. no sé. pareciera.
Millil. Una noche de cargayal como aquellas que vimos en la encantadora ciudad de Venecia.
Tiltil. Cuando creiste que, en uno de aquellos palacios rodeados de agua oscura, íbamos a encontrar el pa.
jaro azul que tanto deseamos poseer.
Miltil. Por estar hablando tanto no dejamos que el hada bondadosa nos explique quienes son los que en este jardín encantado pasan la vida en continua diversión.
Tillil. Déjala hablar y verás.
Hlada. Creſ que no necesitaríais que os dijera sus noin.
bres. Aquellos personajes son viejos conocidos vuestros. Fueron vuestros compañeros de infancia.
Tillil. Primera vez que los veo.
Hada. Con ellos jugásteis muy a menudo.
Millil. Están demasiado bien vestidos para que, con nosotros, alguna vez, jugaran.
Hada. Os hicieron reir multitud de veces.
Tiltil. Sop algunos payasos?
Hada. También, en bo pocas ocasiones, os hicieron llorar.
Miltil. Reir y llorar. Es extrañol.
Entran, vistosamente ata viadas, las siete notas. Su entrada recuerda la de las horas en la deliciosa Danza de Gioconda. Cada una de ellas trae una campanilla que da la nota exacta que ella representa y que hacen oír de cuando en cuando, en preciosas escalas ascendentes y des.
cendentes. Do. De la música somos las hijas.
Re. Que entonando una dulce canción, Mi. Recorremos el mundo felices, Fa. Prodigando ternuras y amor.
Sol. En el alma llevamos caudales La. De alegría, de ensueño y de paz: Si. Que la música inspira entusiasmos Do. Que son fuente de toda bondad.
Re. Las tristezas del mundo nos hallan Mi. Saturadas de calma y valor: Fa. De Cecilia, la alegre doncella Sol. Nos protege el gentil pabellón. Millil. Esas voces. yo las he oído.
Tillil. Cuándo?
La. Cuando vuestra madre bondadosa os cantaba bellas canciones al lado de vuestra cuna.
Miltil. Entonces sois. Si. Las notas musicales, las que, en amor intenso, dos reunimos a menudo para formar las melodías y las. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica