Repertorio Americano 135 Un Juez rural GRANDES risas y agitación de gente al lado afuera de Al muy bribón lo había visto por el lado de El Arenal.
iPero de mí no se ríe nadiel aunque ya han pasado tantos días, aquí lo tiene usted para que haga en él un Del sugestivo libro UN JUEZ RURAL, Santiago de Chile, 1924.
escarmiento!
Al bondadoso amigo Pedro Prado. Qué dices tú, pião. preguntó a Don Beño, Sola.
le damos las gracias por el ejemplar que nos ha remitido.
guren. Yo. Yo. El almácigo de cebollas Sí, tál. Yo?
la puerta, hicieron que Solaguren, molesto, levantase Sí, hombre, iqué dices. Esta sefiora te dio cinla cabeza.
cuenta pesos a cuenta de unos almacigos?
Un mujer hablaba con ira contenida. Cincuenta, sí, cincuenta. Hágalo entrar, guardián. Es mi turno. Que entre. Qué los hiciste. Cómo te has puesto a vender lo iNo faltaba más!
que no es tuyo. Es la sefiora de las cebollas explicó el secretario. Quiso comprar. Quiso comprar.
Su demandado resulta ser Don Befio. iDon Befio! No lo Un guardián se asomo aponciando a un señor Orazarte.
conoce? Es un tonto muy ladino. Orazarte? espere indicó el secretario, revolviendo rastras de un guardián, sofocado y rojo por el es. unos papeles Jerónimo Orazarte explicó a Solagurenfuerzo, penetró un hombrecillo bajo y menudo, metido el verdadero duefio de los almácigos.
dentro de ropas viejas, enormemente holgadas. Los pan Que entre ordenó el juez.
talones que le subían por delante hasta el pecho, abajo se Un campesino viejo, de barbas bíblicas y ademanes desflocaban en largos girones, pisoteados por sus zapatos lentos y graves, penetró con una seriedad no exenta de grandísimos, verdaderos botes flotantes.
cierta nobleza.
El secretario, perdiendo toda compostura, dió en gas. Don Jerónimo Orazarte?
tar una fácil e irónica familiaridad con el cretino. Sí, señor. He sido citado por la policía. Adelante, Don Befio. Sirvase sentarse. Aquí queda Se trata del asunto de las cebollas ¿qué puede usted usted mejorly tomando una silla la puso bajo las posa. decirme?
deras del infeliz. don Beño lo tenía ocupado por mi cuenta para Sentado, con las piernas colgantes, la cara simiesca, que desmalezara mis siembras. Dice esta señora que el ráfagas de miedo, de tímidas sonrisas, de aparentes astu. le vendió todos los almácigos en cincuenta pesos y que cias al estirar el hociquillo movible como el de un can de los pago anticipados. Cincuenta pesos, señor, por adulón, Don Beſio, las manos entre las piernas, atorti. siembras que valían doscientos! Son más de cien varas llando su raído sombrero de paja, era un demandado ori. de melgas muy tapidas. Por lo demás, yo no tengo ginal nada que ver en el asunto. Pero ¿cómo es posible que En una cancha de bolos que tiene un despachero de ella no reparase en que don Beſo no está en sus cabales?
El Arenal, he venido a encontrar a este sinvergüenza. Qué replica usted, seflora? indagó el juez, dijo la demandante, indignada con el recuerdo de todas. Cómo iba a saber yo que es un tonto?
Bus molestia y correrías. no lo será, cuando le sobra inteligencia para enga.
Mujer no mal parecida, aunque obesa y cuarentona, fiar a la gente hoorada.
cuidaba aún de su figura: mantilla a la cabeza, aros de Solaguren no podía ocultar una vaga soprisa placentera.
granates en las carnosas orejas, reloj de oro al pecho. Don Beño dijo. tiene algo que agregar?
colgado de un prendedor en forma de paloma en vuelo Yo. yo? exclamó el infeliz con el más cómico que llevaba en el pico ancha cinta de turquesas con un de los asombros.
romántico «Recuerdos en gruesas letras de oro. Aquel. El juez se alegra comenzó a decir Solaguren de anclado recuerdo subía y bajaba a compás del grueso ver este asunto con meridiana claridad. Quiera el destino oleaje.
que todos los casos que en adelante se me presenten sean Sírvase repetir su demanda dijo Solaguren ¿Es lo mismo. Siéntense ustedes. Escriba, secretario, la sen.
tin asunto de todas cebollas?
tencia. Sí, señor juez; almácigos que este ladrón me vendió «En el caso de don Beño o del almácigo de cebollas, sin ser el dueño. Unas amigas me dijeron que en la Po. el Juzgado desestima la demanda, porque no es verdad blación Garín habían visto unos almácigos de cebollas, que existan en transacciones de negocios los ados Tengo una propiedad en El Blanqueado, trabajo en cha. tontos pillos. Sucede que nuestra avaricia es más ciega carería y prefiero únicamente teper verdura temprana o que la más torpe de las simplezas ajenas; es ella la que tarde, porque los precios son mejores y el terreno que nos reduce a un grado inferior de estupidez al de los poseo no me alcanzaría para vivir bien si así no lo cretinos públicamente reconocidos. hiciese. Sefiora. dijo Solaguren, dejando de dictar y di.
Era en vísperas de San Pedro de Alcántara; ya el rigiéndose a la demandante comprendo su vergüenza, tiempo estaba muy avanzado; no podía esperar un día pero usted perdone: antes que el juez, había dictado senmás, Fuí a ver los almácigos. Este hombrecito salió a tencia en su contra la vida misma. Pasados tantos días recibirme. Le pregunté si él era el dueño y me dijo que ¿de dónde quiere usted que extraiga cincuenta pesos de 81. No se veían mal las melgas, y le ofreci comprárselas Don Benito?
todas. Acepto el precio. Al indagar si pedía pie en dinero Yo voy a reclamar en Santiago de la conducta del para que quedasen desde ese instante por mi cuenta, me juez dijo indignadísima la mujer, saliendo a espeta lo exigió. Preferí pagarle el valor totai: cincuenta pesos. perros.
No fuera después a arrepentirse! Al volver en la tarde de Está usted en su perfecto derecho respondió Sola.
ese mismo día con un carretoncito para comenzar a lle. guren. usted, don Befio, vaya en paz!
varme mi compra, sale otro senior diciendo que él es el duefio, que no sabe nada de ventas, ni de cincuenta pesos; El hombre de la cabeza rota y como yo insistiese, me sacó afuera a empellones.
Preguntando en la vecindad supe que él era, en reali. Hasta cuándo vamos a seguir viendo a ese hombre dad, el dueño, y no quien me había vendido las cebollas. de la cabeza vendada. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica