Repertorio Americano 2402 287 Mas no toda la tradición española blaba otro lenguaje y adoraba a otros No olvideinos, si hablawos eu 11001es de intransigencia religiosa. Momen. dioses, bre de toda la vación, que existe esta tos ha habido en que en la Península, Este inismo unitarismo confesional España del ceinenterio civil, en el que durante nuestra gloriosa Edad Media, ahogó, en nuestro sig! xvI. bejo las taptos patricios ilustres reposan en 13 convivían con ans plia tolerancia cris ceuizas de las hogueras del Sacto 06 dirina paz, CCAIO existe la Espafia de tianos, musulmanes y judíos. Rey de cio, la obra de los disidentes españoles los católicos camposantos, donde duerlas tres religiones. Señor de las tres que, en Sevilla, en Valladolid, por men también en la paz del Señor otros leyes. llamábase con orgullo Alfon. ejemplo, atraía a algunos de los espí. hijos no menos preclaros de prestra so VII, el emperador castellano. En ritus más selectos de la época, en rela. raza y de nuestro hogar. Todos son más de una ocasión, la rudeza de los ción con el movimiento general de igualmente espafioles. todos les cristianos se educaba con el arte ex Europa. Olvidamos que las disidencias acogió la tierra, y «toda tierra es saquisito de los árabes y solicitaba en la son fecundas. Opportet haereses. esse. grada. Dios es Padre de todos los cámara de los reyes el consejo de los Si España hubiera pasado por la Re. hombres; lo mismo de los que oraron sabios hebreos.
forma, no sería en general, protes. en el templo de Jerusalén que de los Honor y grandeza de España fue. tante, como no lo son Francia o Italia; que adoraron sobre el monte de Si.
ron, ciertamente, los musulmanes pero el propio catolicismo espafiol ten. char; lo mismo del judío crtodoxo, como Averroes y los judíos como Mai. dría aquel sentido más abierto, razo. observador de la Ley, que del sama.
mónides; hermanos puestros, de quie. nable y tolerante que tiene la religión riteno herético, pero humano y cari.
Des no podemos ni queremos renegar; en los demás países europeos.
tativo, del que habla con encomio el compatriotas insignes por la libertad Con el odio con que antaño miraba Evangelio. Hay lugar para todos los del pensamiento y la profundidad del a los disidentes, ha mirado hogaño el que sirven al Espíritu y a la Verdad.
saber. Debemos recordar con patrió vulgo gregario, lo mismo a los evan. No se tarbe vuestro cerezón. decía tica complacencia que en España ha gélicos que a los librepensadores, Jesús. En la casa de mi Padre hạy habido, junto a la cultura cristiana. krausistas, almas independientes, cris. muchas moradas. menores quizá, pero no inferiores tianos no confesionales. Entre esos ¡Qué las haya también en esta puesuna cultura musulmana y una cultura hombres, sin embargo, estaban Sapz tra casa paterna de España, moradas israelita. cuándo fué, indiscutible del Río, Fernando de Castro, Giner iguales en dignidad y en libertad, mente, España, por su civilización, de los Ríos, Salmerón, Pi y Margall, para todos los hijos de este suelo, que, el primer pueblo del mundo? Lo fué Azcárate, Calderón. algunos de los con una u otras creencias, buscan.
en los siglos IX y X, con los árabes del más grandes espafioles contemporá. con recta voluntad el bien público, Califato.
neos y algunas de las conciencias má. aman la justicia y comparten los co.
La expulsión de judíos y de moros, puras, libres y hondamente religiosas. munes dolores y las comunes espe.
gran crueldad histórica, estableció en Y, no obstante, si en vida se les hu.
Tanzas!
nuestra patria ese tipo de unidad men biera podido todavía llevar a la hoLUIS DE ZULUETA tal que halaga a la peor tendencia del guera en la Plaza Mayor. La Libertad, Madrid. espíritu castizo: la unidad que nace, no de la fecunda armonía y rica di.
versidad de las creencias contrapties.
tas, sipo de la ciega exclusión de todo libre diseptir y todo ajeno pensar. Los islamitas desterrados que, en las cos.
de la presencia del otro. Entonces se.
por la llapura. Cierra el hori pipta en sus semblantes el más vivo arcos de la Mezquita y en los patios zonte a la derecha y a la siniestra espanto, y los dos vuelven precipitade la Albambra, tienen derecho a es. mano una tupida selva. En el río, damente las espaldas y comienzan a perar que, al cabo de los siglos, sea las espadañias gráciles, las cafiaveras correr por donde habían venido. Se una España más tolerapte la que aspira quebradizas crecen profusamente en han alejado ya un gran trecho, y en a ejercer sobre ellos la misión del Pro. las riberas y ponen una margen verde, tonces se paran y tornan la cabeza tectorado. los judíos de Oriente, azul verdosa, entre las aguas y la tie. para mirarse. Los dos ven que se mi.
tras de un doble destierro, se vuelven rra. En la selva se elevan hasta el cielo ran y que se hallan parados. Otra vez, abu hacia nuestras playas con la año. de abil troncos rectos, troncos elegan. después de haber permanecido up ins.
ranza melancólica de su habla vieja temente sinuosos, por los que reptan tante inmóviles, comienzan a caminar castellana. Perdimos la santa Sion! y se agarran gruesas lianas. Sombroso lentamente, recelosos, atemorizados. Perdimos también España, la follaje cubre la columpata de los trop. hacia el cruce de los caminos.
tierra de consolacionl)
cos; acá y allá, sobre la uniformidad Lo hemos dicho ya, pero lo diremos de la selva, se yergue, altivo, algún otra vez: uno de estos pobres viandan.
Ese violento afán de uuidad, de árbol, con su festón de verdura. El tes es blanco, sonrosado; el otro es uniformidad espiritual, que no tauto cielo está limpio de nubes. Lo cruza moreno, cobrizo. Llegan de ruevo, brota de las convicciones profundas raudo, silencioso, de rato eu rato, un pasito a paso, casi encogidos, a la en.
cono de las ventes débiles y angostas, pájaro de pintoresco plumaje, crucijada de antes. medida que se nos costó desangrarnos en Europa du. En la llanada se ve un caminito que han ido acercando, el caminar es más rante los siglos XVI y XVII. Transpor. avanza desde el lejano bosque. Al lle despacioso. Se acercan más todavía. tado de lo religioso a lo político, ese gar al medio del ancho ámbito, el ca. Se detienen. Uro a otro se miras con mismo afáa unitarista, uniformista, mivito se parte en dos. Por cada uno atención. Los semblantes de uno y nos hizo perder en el siglo xix el in de estos caminos, en esta clara y ra. otro se serenar. Se acercan todavía perio colonial de América. Hora es ya diapte mañana, avadze un viandante. más. Casi van a soureir. En el lugar de que sanenos de esta secular pro. El upo es blanco y soprosado; es mo. donde se cruzan los camipejos se hace peusión, torpe dejo de la instintiva reno, cobrizo, el otro. Los dos mar. a madera de un ephiesto y suave ca.
repugnancia con que, dentro de una chan lentamente, abstraídos, con la bezo. Los dos viandantes están ya en tribu, se miraba al hombre de la tribu cabeza baja. Cuando están cerca del. lo alto, frente a frente. Eo lo alto del vecioa, que vestía de otro modo, has cruce de las vías, cada uno se percata cabezo ge parecen dos piedras redon.
Imitación de Gracián tas de Marruecos, recuerdan todavía Un to corre, manso y anchísimo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica