Repertorio Americano 61 LA EDAD DE ORO 51. Muerte de Atis. Después de la partida de Solon, la venganza del cielo mitidme, pues, que asista a la caza proyectada, o decid.
se dejó sentir sobre Creso, en castigo, a lo que parece, me por qué razón no me conviene ir a ella. de su orgullo por haberse creído el más dichoso de los Yo, hijo mío, respondió Creso, no he tomado estas mortales. Durmiendo una noche le esaltó un sueño en medidas por haber visto en ti cobardía, di otra cosa que que se le presentaron las desgracias que amenazaban a su pudiese desagradarme. Un sueño me anuncia que morihijo. De dos que tenía, el uno era sordo y lisiado; y el rás en breve traspasado por una punta de hierro. Por otro, llamado Atis, el más sobresaliente de los jóvenes de esto aceleré tus bodas, y no te permito a hora ir a la caza su edad. Este perecería traspasado con una punta de por ver si logro, mientras viva, libertarte de aquel fu.
hierro si el sueño se verificaba. Cuando Creso despertó nesto presagio. No tengo más hijo que tú, pues el otro, se puso lleno de horror a meditar sobre él, y desde luego, sordo y estropeado, es como si no le tuviera.
hizo casar a su hijo y no volvió a encargarle el mando Es justo, replicó el joven, que se os disimule vues.
de sus tropas, a pesar de que antes era el que solía con. tro temor y la custodia en que me habéis tenido después ducir los lidios al combate; ordenando además que los de un sueño tan aciago; mas, permitidme, señor, que os dardos, lapzas y cuantas armas sirven para la guerra, se interprete la visión, ya que parece no la habéis compren.
retirasen de las habitaciones destinadas a los hombres, y dido. Si me amenaza una punta de hierro. qué puedo se llevasen a los cuartos de las mujeres, do fuese que temer de los dientes y garras de un jabalí? puesto que permaneciendo allí colgadas pudiese alguna caer sobre no vamos a lidiar con hombres, no podgáis obstáculo, a su hijo.
mi marcha.
Mientras Creso disponía las bodas, llegó a Sardes un Veo, dijo Creso, que me aventajas en la inteligen.
frigio de sangre real, que había tenido la desgracia de cia de los sueños. Convencido de tus razones, mudo de ensangrentar sus manos con un homicidio involuntario, dictamen y te doy permiso para goe vayas a caza.
Puesto en la presencia del Rey, le pidió se dignase puriEn seguida llamó a Adrasto, y le dijo: No pretendo, ficarle de aquella marcha, lo que ejecuto Creso según los amigo mío, echarte en cara tu desventura: bien sé que ritos del país, que en esta clase de expansiones son muy no eres ivgrato. Recuerdote solamente que me debes tu parecidos a los de la Grecia. Concluida la ceremonia, y expiación, y que hospedado en mi palacio te proveo de deseoso de saber quién era y de dónde venía, le habló cuanto necesitas. Ahora en cambio exijo de ti que te así. Quién eres, desgraciado. de qué parte de Frigia encargues de la custodia de mi hijo en esta cacería, no vienes. y a qué hombre o mujer has quitado la vida?
sea que en el camioo salgan ladrones a dañaros. ti, Soy, respondió el extranjero, hijo de Midas, y nieto de además, te conviene una expedición en que podrás acre.
Gordio: me llamo Adrasto; maté sin querer a un her.
ditar el valor heredado de tus mayores y la fuerza de tu mano mío, y arrojado de la casa paterna, falto de todo brazo: auxilio, vengo a refugiarme a la vuestra. Bien venido Nunca, señor, respondió Adrasto, entraría de seas, le dijo Creso, pues eres de una familia amiga, y buen grado en esta que pudiendo llamarse partida de aqui pada te faltará. Sufre la calamidad con buen ánimo, diversión desdice del miserable estado en que me veo, y y te será más llevadera. Adrasto se queåó hospedado en por eso héme abstenido hasta de frecuentar la sociedad el palacio de Creso.
de los jóvenes afortunados; pero agradecido a vuestros beneficios, y debiendo corresponder a ellos, estoy pronto Por el mismo tiempo un jabalí enorme del monte a ejecutar lo que me mandáis, y quedad seguro que Olimpo devastaba los campos de los misios; los cuales, desempeñaré con todo esmero la custodia de vuestro hijo, tratando de perseguirle en vez de causarle dafio, lo reci.
para qu torne sano salvo a vuestra casa.
bían de él nuevamente. Por último, enviaron sus dipuDichas estas palabras, parten los jóvenes, acompafia.
tados a Creso, rogándole que les diese al principe su dos de una tropa escogida y provistos de perros de caza.
hijo con algunos mozos escogidos y perros de caza para Llegados a las sierras del Olimpo, buscan la fiera, la matar aquella fiera. Creso, renovando la memoria del levantad y rodean, y disparan contra ella una lluvia de sueño, les respondió. Con mi hijo no contéis, porque dardos. En medio de la confusión, quiere la fortuna ciega es novio y no quiero distraerlo de los cuidados que ahora que el huésped purificado por Creso de su homicidio, el le ocupan; os daré, sí, todos mis cazadores con sus pe.
desgraciado Adrasto,. disparando un dardo contra el ja.
rros, encargándoles hagan con vosotros los mayores es.
ball, en vez de dar en la fiera, dé en el hijo mismo de su fuerzos para ahuyentar de vuestro país el formidable bien hechor, en el príncipe ipfeliz que, traspasado con jaball. aquella punta, cumple muriendo la predicción del sueño Poco satisfechos quedaron los misios con esta res de su padre. Al momento despachan un correo para puesta, cuando llegó el hijo de Creso, e informado de Creso con la nueva de lo acaecido, el cual llegado a Sar.
todo, habló a su padre en estos términos. En otro des, dále cuenta del choque y de la infausta muerte de tiempo, padre mío, la guerra y la caza me presentaban su hijo.
honrosas y brillantes ocasiones donde acreditar mi valor; Túrbase Creso al oir la noticia, y se lamenta particu.
pero ahora me tenéis separado de ambos ejercicios, sin larmente de que haya sido el matador de su hijo aquel haber dado yo muestras de flojedad ni de cobardía. Con cuyo homicidio había el expiado. En el arrebato de su qué cara me dejaré ver en la corte de aquí en adelante al dolor invoca al Dios de la expiación, al Dios de la ospiir y volver del foro y de las concurrencias públicas? En talidad, al Dios que preside a las íntimas amistades, qué concepto me tendrán los ciudadanos. Qué pensará nombrando con estos títulos a Júpiter, y poniéndole por de mí la esposa con quien acabo de unir mi destino? Per. testigo de la paga atroz que recibe de aquel cayas manos Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica