54 1250 Repertorio Americano esparce, al destreozarlo, olor a sol y a hero, a salvia, yerbabuena y a flores de centeno.
que haga su esperanza de este campo yermo. iSoy libre, sana, alegre, juvenil y morena cual si fuera la diosa del trigo y de la avena!
iSoy casta como Diana y huelo a hierba clara nacida en la mañana! torna a él tus ojos una primavera, para recrearte con tu obra buena.
FUGITIVA Igual que la estéril a quien dag un hijo y que en risa y llanto te agradece el niño, Glotona por las moras tempraneras, es noche cuando torno a la alquería, cans de ambular, durante el día, por la selva en procura de moreras.
Su oración de gracias intima y callada a ti alzará el mísero que tocó tu gracia: Radiante, satisfecha y despeinada, con un gajo de aromo en la cabeza, parezco una morena satiresa por la senda de acacias extraviada. Porque del estigma de ser insensible Señor, me libraste; porque has hecho un vientre y un seno fecundos de la tierra llena de agrios pedregales; Mas me asalta el teinor ardiente y vivo de que me sigue un fauno en la penumbra, tan cerca que mi oído ya columbra el eco de su paso fugitivo, Porque ahora conozco la inquietud y el gozo y el valor de cuanto me cerca be aprendido; porque ya he dejado de ser ciego y sordo, por la vida eterna, Señor, te bendigo. huyo corriendo, palpitante y loca de miedo, pues tan próximo parece, que mi gajo de aromos se extremece rozado por las barbas de su boca. CAMPO DE PIEDRAS ¡Oh, Dios: manda a un hombre que alce en él su casa y que lo remueva todo, hasta la entraia! LA CANCION De los boscos cerros, de los pedregales, mana la tristeza de la media tarde.
Mientras fui dichosa, canté para mí.
De día y de poche. la canción a quella no encontraba fin.
Sol que no fecunda la tierra sin agua y tuerce en angustia las carquejas bravas.
La alcé en primavera con los labios dulces de perfume y miel.
La alcé en el estío, con la boca bella de tanto querer.
Viento que no tiene nada en que aromarse, al cruzar hendiendo los negros chilcales.
Rodaba mi canto como un viento suave por cima y hondor.
Lo deseaban todos con apsia de gozo para el corazón.
Rincón del planeta que aún espera al hombre y que se halla virgen de afán y sudores.
Cantaba y cantaba, por completo extraña a todo sufrir.
Con los ojos sanos, con la vista limpia, como ciega fui.
Para él no tienen dolor las escarchas, para él carece de mieles la lluvia, porque no se ha hecho materno en un surco ni punca ha abrigado semilla ninguna.
Mas la pena, un día, lo mismo que a un vaso, quebró mi canción.
Poco estuve muda porque es ley sin tregua que he de cantar yo.
Oh, Dios: manda a un hombre que alce en él su casa y que lo remueva todo, hasta la entraila.
Corazón en llaga torbase vidente y a la ajena angustia se da en cabezal.
De hoy en adelante por todos los hombres tengo que cantar.
Que le fie un árbol, que le exija un huerto (Del tomo Lenguas de Diamante.
a edición. Montevideo, 1923. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica