Repertorio Americano 235 LA EDAD DE ORO Rincón de los niños. 75. Los gorriones Bajo la nevada que caia lentamente, poniendo al el interior de la torre, los pajarillos volvieron a pofombras en las calles, gorras a las casas y monteras sarse en la cornisa.
a las chimeneas, los gorrioncillos, nerviosos, inquie El viento, que había bajado a la plazoleta, subió tos, charlaban en la cornisa de la torre.
vertiginosamente hacia la torre, arrastrando consigo Ved aquel álamo. decía uno de los animale algunas hojas arrancadas a los árboles.
jos. Parece un árbol de Navidad: de cada hoja cuelga. Otra vez! dijeron agriamente los gorriones sinun juguete blanco.
tiendo llegar el viento ¡Qué mala fe!
Tan espesa es la nieve. dijo otro que ni Pero ved que trae consigo algunas hojas dijo los más pesados carros abren huella en el suelo. un gorrión observador, quizá, en ellas vengan in Ya es demasiado larga esta nevada agregó un sectillos muertos que calmen nuestra hambre. Veamos.
tercero. Yo creí que hoy tendríamos sol. Es verdad dijeron todos, lanzándose hacia las. Mirad! interrumpio un gorrioncillo pequeño que hojas que el viento había depositado en la cornisa.
tenía las púntas de las alas pintadas de rojo Ved Busquemos, busquemos.
a ese chicuelo que ha caído en la nieve.
Picotearon bruscamente sobre ellas; pero las ho Ya lo levanta un hombre. dijo otro gorrión, jas, yertas, tostadas, ennegrecidas por el hielo, no extendiendo el cuello para ver mejor hacia la calle llevaban consigo sino las pequeñas cristalizaciones ¡Con tal que no se haya hecho daño. de la nieve. Todos resbalan en la esquinaexclamaron a Nada traen. exclamaron con desencanto los una voz varios gorriones.
gorriones después de observarlas. Y, despectivamente. Lo cierto es que sólo la necesidad obligará a las empujaron con el pico hacia la calle.
las gentes a salir hoy de sus casas. dijo una go Las hojas negras, tristes, descendieron revolando rriona esponjando las plumas. Hace tánto frío. lentamente hacia la plazoleta, como cadáveres de pa. qué viento! murmuró un gorrión de copete jarillos muertos.
encarnado Parece que va a helarse la sangre en No hay que impacientarse dijeron los gorrioel cuerpo.
nes pronto serán las tres, y entonces nos darán El viento, aullando fuertemente, barrió la nieve nuestro alimento.
de las cornisas, y dijo, al pasar. iJa, ja! exclamó el campanero desde el segundo. No murmuréis de mi! Tengo derecho a vivir, cuerpo de la torre, al oir hablar así a los gorrionescomo vosotros. Si no me queréis, bajad la cabeza ¿Quién será capaz de acordarse de vosotros en un mientras paso.
dia como éste, bueno solamente para pensar en arroLos gorriones, tiritando, metieron la cabeza bajo parse con las mantas. Largáos de aquí, que ya me el ala mientras pasaba el viento. la campana de tenéis fastidiado con vuestra charla frivola. la torre se estremeció Tan, tan, tan. El mismo bronce de que estoy forjada, no es Era el reloj, que daba las tres.
tan helado como este viento cruel.
Los gorriones batieron las alas con alegría, diri Ya va lejos dijo el más valiente de los gorrio giendo a la vez sus ávidos ojos hacia una ventana nes sacando la cabeza del ala Ved, ya está le velada por persianas verdes.
vantando la nieve de aquella galeria.
Después de un momento de espectativa, la ven ¡Gracias a Dios que ha pasado. dijeron a un tana se abrió. Un caballero alto y delgado asomo tiempo todos los gorriones, removiéndose en la cor por ella y arrojó hacia la calle una lluvia de migajinisa.
llas de pan que se esparcían sobre la nieve.
Con sus patitas nerviosas agitaron la nieve. en. Ya está allſ nuestro protector dijeron los godurecida, y ésta cayó en pesada lluvia sobre el cam rriones, descendiendo de la cornisa y volando hacia panero, que en ese momento se asomaba por el aquella ventana.
segundo cuerpo de la torre.
El campanero, que había subido a lo alto de la. Malignos gorriones. gritó el hombre alzando torre para dar las tres, vió la escena de aquel cabala cabeza y amenazando con las manos a las ave llero delgado y alto, que regalaba con migajas a los cillas. No he de parar sino hasta que os ahuyente gorriones.
de estos sitios. Quién será? se dijo asombrado. Quizá es un Los gorriones, asustados, volaron hacia el interior loco. Porque sólo un demente puede acordarse, en de la torre y se posaron sobre la campana.
semejante día, que existen los gorriones. Quitáos de aquí, que me hacéis daño con vues la campana dijo al campanero: tras uñas. gritó la campana oscilando. Cuándo. Yo también le miro con asombro, y no sé qué me dejaréis en paz. pensar de ese caballero. He observado que mientras. Perdonadnos, señora campana dijeron en coro otros desdeñan alzar hasta aquí los ojos, él mira esta todos los gorriones, ya nos retiramos.
vieja torre con mucho interés. como el campanero había entrado de nuevo en yo dijo el viento, pasando le he sorpreny dijo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica