66 Alha Repertorio Americano.
sentía como si todos aquellos pecados y Después, fué glosando con patéticos tér Cal16 Juan. Estremecimientos de inquieerroreg se hubiesen filtrado a través de su minos las invectivas de Isaías: tud sacudían al corazón de las turbas, y sin cuerpo, y un dejo de laxitud y de tristeza El buey conoce a su dueño, y el asno el pensarlo, muchos volvían la cabeza inquisedimentaba en su alma.
pesebre de sa señor; sólo vosotros no cono riendo en el horizonte a ver si apareciera el.
Cada mafiana aquel diluvio de pecados céis el bien, y carecéis de entendimiento! Mesías y otros aguzaban el oído a ver si caía sobre su cabeza y angustiaba su cora ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de distinguían lejanamente el eco de sus pasos.
zón; cada tarde el Jordán, lento y tétrico, maldad, generación de malignos! De nada Pero todo estaba solitario y callado. Un!
como si enfermara del impuro contacto, servirá castigaros una vez más, porque una silencio apacible descendía de las alturas, arrastraba sobre sus ondas turbias aquel vez más os rebelaréis. Por eso es que en apenas subrayado por el gemido de las torcieno de mentes y de almas, para ir a Judá toda cabeza está enferma, y todo cora. caces invisibles. El río encrespaba sus espudescargarlas sobre las aguas oleosas y ne zón doliente. Desde la planta de los pies mas, como si él tapıbién se apercibiera a ir gras del Mar Muerto, donde el asfalto, basta la coronilla de la cabeza, no hay Dada al encuentro del Mesías. En lo alto, la nube pesado y oscuro, se cargaba de miasmas ileso en este pueblo; todo son heridas, hinde cobre fundente se había cambiado en un extraños, chazón y podridas Hagas. desmadejamiento de plata, y los cardos, los ¿Qué me importa a mí, dice el Señor, la espinos y las arenas se volvían relucientes y multitud de vuestros sacrificios? Harto estoy claros, como si todos entraran en una nueva Para aquella tarde Juan tenía una faena de holocaustos de carneros y del humo de aurora, pasando suavemente de las tristezas acerba: muchas gentes llegaron desde el día animales grasos, y ansioso de compasión y de la tarde a las claridades y ternuras del anterior, en busca de aliento y de luz, pero de misericordia. Diabecer.
también numerosos escribas y fariseos que No quiero más sangre de bueyes, ni de Diríase, en verdad, que una nueva vida venían a sondear al Profeta; a ver si era te ovejas, ni de machos cabríos! Quién de comenzaba, y que el Mesías entraba ya en mible; a ver si urgia derribarle y de qué mando eso de vuestras manos, cuando vi eu Reino.
manera se haría con certeza y sin riesgo. niésejs a hollar mis atrios? No puedo sufrir Juan, hirsuto, ceñado, bajó del pedrón ¡Raza de viboras. más vuestros yanos presentes; ya vuestros desde el cual había proferido sus amenazas, La tarde era fresca, y anunciaba un cre perfames me son abominables; ya po puedo atravesó la franja hervorosa de las aguas, y púsculo rico de gracia y de color. Ya una Bufrir vuestras solemnidades y ceremonias fué, lento y grave, a través de las turbas, pube ancha y densa iba ascendiendo desde ni vuestras oraciones sin fin. Para qué alzáis que se abrían temerosamente a su paso, el ocaso, y tiñéndose mientras subía, de un vuestras manos a mí, si están manchadas de como se abren las espigas al impulso del matiz de cobre fundente, que al reflejarse sangre?
viento. Juan se alejaba.
sobre la tierra, envolvía todas las cosas en id, lavad la iniquidad de vuestras obras; Ya cerca de su tienda, una voz le hizo una luz dorada, como de rosas gualdas mar. restituid al despojado; haced justicia al detenerse.
chitándose. Los espinos, bañados en aquella huérfano; amparad a la viuda. Pero ¿qué Rabt?
cálida luminosidad, parecían astas metálicas habéis de hacer, si yuestros príncipes y Se volvió. Alguien le seguía. Era un joy sus saetas, erizadas en la corteza, eran vuestros jueces son prevaricadores y compa ven alto, erguido, sereno, de ojos profuncomo dardos de fuego próximos a volar en fieros de ladrones? Todos aman las dádivas dos y de sonrisa melancólica. Una barba todas direcciones.
y corren tras de las recompensas; no tienen sedosa ovalaba su rostro, y una aureola de Sobre los riscos, los cardos azules se tras oídos para el huérfano, ni llega a ellos la cabellos finos y ondeantes caía sobre sus formaban lentamente en grandes y trémulas causa de la viuda.
hombros amplios.
violetas, y los escuetos cactus de verde inde Pero ya la segur está puesta a la raíz del La mirada serena del joven y la mirada ciso, enternecían su pétrea corteza con un árbol, y todo árbol que no tenga buen fruto tormentosa de Juan se encontraron. Juan verde claro y apacible, como el de los tallos será arrojado al fuego. entonces, lay de se estremeció. Todas las intuiciones de su de un platanal en la hora del alba.
vosotros, generación de víboras! Los menos ser, concentradas como por una lente, se Del otro lado del Jordán llegaban hondos castigados quedaréis como el olmo cuando enfocaron en sus ojos para escrutar al desy quejumbrosos los gemidos de las palomas se le caen las hojas, o como un huerto si le conocido, y en el fondo de su corazón oyo silvestres, y el murmurio del agua desma faltan las aguas.
resonar una voz que parecía el eco de sus yándose de piedra en piedra, musitaba una Por eso os digo: si no queréis ser raidos propias palabras. el Mesías ya viene. ya plegaria que era más de suspiros que de pa como la podre que se rae de la llaga, ende se escucha el eco de su voz y el pisar de labras.
rezad los caminos del Señor; bajaos de vues sus sandalias.
De pie, sobre una peña que surgía de un tra soberbia, y ensalzad a los que yacen Pensativo y como azorado, permaneció cinturón de espumas, a breves pasos de la abajo, asentados en sombra de muerte. Par. unos instantes contemplando al desconoJu hablaba del Reino, ya inmi. tid el pan con hambrientos, y el vestido cido. Luego, sin preguntarle nada, alzó la nente.
con los desaudos; abrid vuestra puerta al pe. diestra, trazo en el aire un signo misterioso Qué pensais qué ha de pediros el Me regrino, y perdonad su deuda al desvalido. y dijo conmovido: Venid, Rabí.
sías. Sacrificios de animales? Guardar el Porque el Reino se acerca. Porque el Me. Los dos maestros entraron en la tienda.
sábado estrechamente, y ayunos rigurosos sías viene ya con pasos presurosos a tomar como está mandado en la Ley? No, las cosas MASFERRER posesión de su Reino. Ya se escucha el eco literales de la Ley vosotros las cumplís de (El Dia, San Salvador. de su voz y el pisar de sua sandalias. Viene sobra, y las cumplis sin dejar de prevaricar como nube cargada de rayos y de tinieblas, y sin dejar de ser codiciosos y soberblos.
para los prevaricadores y para los que amon Vosotros, sobre todo, Doctores de la Ley, tonan riquezas, y como estrella del amanecer sois maestros en ayunos y sacrificios y en para los que caminan limpios y humildes orar públicamente, y así también sols maespor sus caminos. estos ha de glorificar, tros en despojos y en iniquidades. De clerto, apartándoles a eu lado, como el trigo que no os valdrán ahora vuestras formulas y se hall6 bueno en la era. los otros, espigas abluciones. Si entrais en el Reino, será por vanas o cizafias devoradoras, consumirá con la puerta de la misericordia y de la suavidad fuego que nunca ha de extinguirse.
de corazón. Oídlo, y retenedlo bien: no hay ¡Oid y atended! Porque jay de aquellos más que esta senda para entrar en el Reino. que clerren sus oídos a esta voz que clama dar la mitad de vuestro pan quien no tu en el desierto. el Mesías viene ya. El tuviere ninguno, y si tenéis dos túnicas, dar reino de Dios está próximo. una a quien se halle desnudo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica