364 Repertorio Americano Gregorio y las puertas de Gregorio. mar de confetti, como lo llaman ahora. ron el ojo, sonrieron y se fueron a acostar.
de día y de noche fraucas para el goberna En efecto, los íntimos amigos de aquella Sin embargo, en realidad de verdad, poca dor. En cierto día del año de 1645, estando casa festiva iban a pasar una tarde enyi. cosa adelantaba Juan en sus amores, y Gregorio sentado a la mesa para hacer diable: un rato de música, un poco de más bien después del carnaval notaba en el mediodía, llamó a su negra esclava y le canto, una que otra danza; ahora unos De Apa una especie de reacción contraria. dijo. Llévale esto a su merced el goberna confites, luego una mistela; en fin, un fes que así son de incomprensibles las mujeres.
dor y dile que lo coma, porque a este efecto tejo sio cumplidos, sin etiquetas molestas, Era, pues, el caso de solicitar nuevo conha ido Da Ana a quemarse manos y cara al como que todos los circunstantes eran desejo; llamó a Pablo y le expuso el punto.
fuegos. Cuando llegó la esclava a su des verdadera confianza. empinaron de ve. Sepa vuestra merced dijo el confidente, tino encontró al gobernador que hacía tam ras, se divertieron tanto y de tal modo que ayer Da Ana en el pórtico del templo, bién el mediodía; dio el recado y entregó que el incidente culminante de esa fiesta al dar a su mantellina un pliegue más anda.
el obsequio. Don Juan, poniéndose de pie, pasó a la historia. Helo aquí.
luz, dejó rodar por el suelo su devocionario. tomó en sus manos el azafate de plata, le En cierto precisado instante se abrió la y que un apuesto donces que la miraba exvantó la blauca servilleta y contemplo, ba puerta del aposento para dar paso a las tasiado, alzando con presteza el libro y enriado de fragancia. un platillo de papas doncellas relacionadas desde la noche del tregándolo con mano trémula, recibió por guisadas, tun, las cuales traían ahora en las faldas galardón un millar de venturanzas en una Era, pues, el gobernador un buen amigo recogidas de sus sayas, grandes puñados sola mirada; y sepa también vuestra merced de la casa, pero nada más, porque doña de huevos de azahar, Nada de esto obser que tal escena con ligeras variaciones se reAda sesgaba con maestría las insinuaciones V6 Juan Chaves de Mendoza, porque pite allí cada domingo. Quién es él? preamorosas que el acostumbraba hacerle; mas daba de espaldas al aposento y las damas guntó con voz de trueno el gobernador. como crecía en su pecho la pasión, consultó venían caminando sutilmente El grupo Señor, es el mozo Juan Solano. Voto a el caso con don Pablo Ponce de León, su hizo alto a la mitad de la carrera para Dios! Pues valiéndome de los mismos proamigo de confianza y humilde servidor:que prosiguiese sola De Ana, y ésta, cuan cedimientos, él irá a hacer dúo al corregidor Sepa vuestra merced, que la dama tiene no. do estuvo a distancia coveniente, disparo en Nicaragua. En cuanto a los procedimienvio. Quién es él? El capitán Antonio de a Juan por el cogote muchos leves tos repuso Pablo, no los puedo aconAmabíscar, corregidor de Quepo. Oh tiem. buevecillos de tenue y quebradiza cera, sejar en este caso, porque la familia del pos, oh costumbres. al día siguiente esta perfumados de azahar. El agredido veloz. mancebo es la más encumbrada de Cartago, ba preso el corregidor, y una semana des meute púsose de pie, y como era curtido pero ofrezco a vuestra merced llegar al pués salía desterrado de la provincia, por veterano de los tercios españoles, aun mi mismo resultado, aunque por distinto sis habérsele probado sus crueles tropelías para rándose indefenso, puso el pecho a la me tema. Hablaré con Diego de Ocampo, tío con los indios de Quepo.
tralla, y tratando a su vez de acometer, del mozo, y todo se arreglará.
Coincidieron esos sucesos con la aparición recibió, arrojados por Da Ana, unos cuan. Al día siguiente no más se celebraba un de un funesto tabardillo que hizo mucho tos huevecillos en el pecho. Prosiguióse consejo de familia en casa del vicario don estrago en la ciudad; tanto que los vecinos, aquel combate con intensidad creciente, Alonso de Sandoval. Acudieron allí D4 Ma.
huyendo del contagio, se entragaban a espues que la gentil muchacha, cual si en ría de Sandoval, madre del mozo, los tíos perar su hora postrera, por lo cual no se trase al abordaje, refregó por el cuerpo y carnales José de Sandoval y Diego de Ocampo veía alma viviente en las calles ni se podía por la cara del galán los perfumes de y los tíos abuelos Vasco y Juan Solano. Exconseguir quién abriese una humilde sepulazahar. Don Juan echó mano de las cas puesto el caso por Ocampo, y enumerados tura en la parroquia. Los ánimos estaban caras fragantes, pagó con la misma mone con cita de antecedentes los peligros que muy contritos, y, por consiguiente, muy sin da, y como era hombre de treinta y ocho corría el sobrino, dijo el vicario: No queda ganas de pelear; razón por la cual don Greaños nada más, junto con los cascarazos más recurso que un viaje a Nicaragua, con gorio creyó llegado el momento oportuno daba dulces subrepticios pellizcos en las tanto mayor motivo cuanto que es de censu.
para rogar al gobernador que iniciase el juiturgentes carnes de la doncella. Tosió en. rar la inclinación de Juan: la dama toca, cio de la residencia; le manifestó cuanto le tonces Gregoria de Escobar con tosi canta, baila y sabe escribir, y eso no está urgía quedar en aptitud de pedir pronto al dura maternal, y al punto las otras damas bien. El parecer de don Alonso fué acatado rey un nuevo empleo, la pobreza en que festivas, mirando demudado el semblante por los demás consejeros, y poco después estaba y otras varias razones relativas al de Ana y creyendola perdida, volaron iba Juan Solano, caballero en una mula, asunto, pero don Juan, que todavía no veía raudamente a su defensa. Las Retes inicia camino de Nicaragua. Llevaba una recua de claro el enredo de doña Ana, le contestó con ron una nueva y general descarga con igua bestias: cacao, mollejones, anís, culantro y dilatorias para seguir conservando en sus les proyectiles, lucharon todas ellas a por. harina; llevaba también el forzado caminante manos tan precioso talisman; que si ladino fía, y vencedoras pusieron fin bonesto a tan despedazado el corazón, pero caminaba y caera Gregorio bo lo era menos Juan; expuesta juvenil batalla. El parque se con minaba, porque en aquellos tiempos remomas aquella divergencia en nada conturbo cluyó, Juan se perfumo y De Ana se tos, como en éstos, quien manda, manda, sus amistades, a lo menos así debe presu quedo sin lanzar un ay en la refriega ni y. cartuchos al cañón!
mirse por las mutuas atenciones que siguie. decir oste ni moste ni arrugar siquiera el Despejado, pues, el horizonte, no tardó el ron prodigándose.
entrecejo. Hubo allí pellizcos? Callad, mal ladino don Gregorio en volver a la carga de Pasó la peste y se reanimaron los espíri dicientes convidados a la fiesta; contened la residencia; con el mayor sentimiento de tus. En la tarde del dia de carnestolendas vuestra malicia, oh nobles matronas del es cía a don Juan: Repare vuestra merced en estaba el gobernador en su casa rodeado de trado, que un breve juvenil descuido no es mi pobreza; me estoy comiendo el caudal de varios amigos y entretenido, como lo tenía signo fiel de perversión sino de candida ino mi mujer, porque salí del gobierno sin un de uso y costumbre, con el juego de los cencia; y sed por consiguiente justos para peso: todos mis salarios los gasté abriendo paipes, cuando se presentó don Gregorio juzgar a Da Ana, Aquel lance fué lance ex. el camino de Suerre, reedificando las casas de Sandoval, diciéndole: En las casas de traordinario, lance de carnaval, celebrando del cabildo, restaurando la parroquia y acomi morada liay unas damas que quieren pe. la festividad del día de carnestolendas. metiendo otras empresas de bien público, dir a vuestra merced un cierto ruego. El Al anochecer terminó la fiesta, y Juan como es notorio en la ciudad. Pero como gobernador, pensando que se trataba de al sintiendo en el pecho una llama de colosal don Juan aun no sabía a que atenerse con gún asunto del servicio público, se levanto amor, volvió a su casa y continuó jugando Ana, le contestaba. Tenga paciencia sin demora, dejó sus cartas a un mirón de a la malilla; pero como llegó meditabundo, vuestra merced, que sin escribano no se la tertulia y se fué con don Gregorio. El los rudentes tertulianos lo observaron, y puede hacer la residencia, y yo no soy resincauto don Juan cayó esta vez en una dul tan luego como notaran que venía rociado ponsable de que desistiese de venir el que ce celada, en una trampa de flores, en un y oloroso. a perfume de azabar, guiña. pedí a Nicaragua. Pero sefior gobernador. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica