Repertorio Americano 87 Calvario. Cercan a Ricaurte llamas activas de eficacia voraż, que al influjo de una atmósfera de serenidad y reposo que bien pudiéiluminan y espantan, que destruyen y crean y avisan muerte para semos pombrar: zona de la inmortalidad. Siléncianse en ella los que de sus carbones se levante la vida.
motores humanos, las hélices no giran, se adormece la brújula, Adelgázase la pirámide, buscando las alturas, como la aspira y una voz imperiosa le grita al buzo audaz de los abismos sidera.
ción que corona una victoria ephiesta, símbolo de humabas glo les, que aquel no es campo propicio a la contradicción. Paréceme rias, y un cóndor salvaje que batió sus vuelos para posarse sobre que en aquella zona supraterreste fue concebido y realizado este aquel pico digno de la fiereza de sus garras, de la libertad de sus monumento erigido al heroísmo. Sacolo un español de su cabeza. ratas, y de la pujanza de sus remos. Al pie del héroe, mientras qué digo, de lo más vivo y palpitante de su corazón, para glorifi.
la historia escribe, desvanécese el ideal en el espasmo del ensueño. car al héroe que con su sacrificio levantó un pedestal en que el Dejadle ahora que la Inmortalidad le conduzca entre sus hijo de Caracas se mostró apte la América pasmada, como el fu.
brazos bacia los espacios abiertos, mientras la patria afligida, turo libertador contra la madre patria.
pegada a las plantas ya frías, se inclina sollozando, Cumplida la hora aciaga en que la crítica dos cegó para ver a Es indudable que el sacrificio del joven Ricaurte tuvo algo distancia, no nos sentimos ya con el hacha exótica que abatiese en de excepcional y único y que la pira que le devoró en vida, res América el árbol español, sino cual una rama suya que, bajo el.
plandece y aroma como nunca lograron las qne antaño consumie peso de frutos en sazón, se desgajó con estrépito un día, al influjo ron el cuerpo de los héroes. En aquel propio sitio sucumben tam de un viento de justicia que soplaba de lejanías sin nombre.
bién Villapol y Campo Elias. Mueren más tarde Plaza, Cedeño, Por eso el digno Presidente de la Junta del bomenaje a Ri. Anzoátegui, Rondón, Camejo, Pedro León Torres y mil más sin caurte ha subrayado delante de nosotros la gentileza del artista y que sa desaparición marque tan honda huella como la del joven pedido a la República que para la conmemoración centenaria de granadino. es que en aquellas muertes bubo siempre elemento. Ayacucho, quede garantizado siquiera, por voluntad del Congreso, aleatorio. Sobre el campo de batalla todo soldado lleva un senti. el imperativo que disponga levantar aquí, en la capital de la Re: miento confuso de peligro, un temor vago de la muerte, una pública, un monumento digno del conquistador del Nuevo Reino confianza optimista de librarse. Las balas son para los demás: la y otro capaz de sublimar las glorias del libertador de Colombia.
suerte protege; las heridas, posibles, y la muerte improbable. En. Influida nuestra concepción del pasado por un crudo cuanto San Mateo presentose de subito, ante el defensor del fuerte, el explicable jacobinismo, parece haberge encogido de hombros ante máximo peligro, en forma inexorable, descarnada y única. Había el deber que ordena exaltar la memoria de puestros aptepasados que morir para que Colombia viviese, para que el genio de Boli en la raza; sin sa fe, sin su audacia, sin su valentía, sin su generovar se impusiese una vez más a los que todavía dudaban, pira sidad, sin su grandeza, sería inconcebible el portento de la emanciescarmiento del presente y ejemplo de la posteridad, para satis pación. En el substratum de todos nuestros grandes hombres, enfacción de la patria chica, orgullo de la grande, y provecho de contramos la sangre, las ideas, las virtudes, los defectos, hasta las todos los hombres; para enseñar, en fin, que sólo el dolor es fe. locuras de los progenitores. De allí nació el rescate, por imperiosa cundo y sólo el sacrificio redime. Por eso, a través de una centu ley de vida, como del mar salobre y yodado, tempestuoso y cubier. ria, la nación agradecida acorre a este sitio de conmemoración a to de fieras, surge en una contrición de mudanza y dolor, la esqui.
decirte, oh héroe, que comprende y agradece; para ofreddarte el va, la irisada, la modesta gracia de las perlas, bijas de la acritud, tributo que la nación te debe, desde éste hasta los más remo hermanas del abismo, confidentes de la tempestad y alivio de la tos eros.
grandeza sin reposo.
Cuan lejos estuviste de pensar que aquella pira que inflamaste. Que mire, pues, Colombia, en su caballo de pelea, ea un día en el arrebato sublime de la renunciación, no habría de extin no lejano, al licenciado giapadino que conquistó con la espada, guirse jamás; que tras la siniestra lumbrarada que sólo dejó para la majestad civil, el territorio que hoy pisamos, escombros, quedarían carbones encendidos donde fuesen a animar Çuanto al Padre de la Patria. qué monumento le alzaremos, sus antorchas los héroes de futuras gestas para iluminar el camino si todo parece ruin ante su porte colosal de semidios? Si lo fundique corre desde las aguas del Orinoco hasta las argentadas cimas mos en oro fino, habremos hecho de él solamente un ídolo; si en del Potosí. Tal fué el sentido de presente que tuvo para aquellos brance, lo limitaremos pobremente como se encarcela el autor tiempos tu voluntaria inmolación. Empero, aquella hoguera que dentro del libro que escribió. Cómo admirarle, como ensalzarle, encendiste, muéstrase activa todavía, convidándonos con sus mu. cómo honrarle? Un día de febril desbordamiento sintió él súbita.
das lenguas purificadoras a sacrificar nuestro egoísmo, nuestras mente la urgencia del pedestal, y enloqoecido como el Dyonysos bajas pasiones, nuestros inconfesables aphelos, nuestras vengad de la tragedia griega, danzó atropelladamente sobre la mesa del. zas sórdidas, nuestra incomprensión de la hora, en provecho de festín, ceñido no del pámpano lascivo que cifra la molicie, sino la patria salud. Allí está ella, que nos aguarda, paciente y lasti. del laurel acre que galardona al triunfador.
mada de nuestras concupiscencias y desvíos.
ella tabla, engrandecid por el genio, se asemejó a un Oradores que por aquí paséis: tomad de aquella hoguera, como pavés que sostuviesen, como cariátides asombrosas y vivas, los más el profeta antiguo, una brasa no más para purificar vuestros labios: inclitos paladines de América, que sintieron por un instante, en la enalbad allí vuestras plumas, periodistas conductores de mache. leve gravitación del Padre, la irresistible pesadumbre que oprimio dumbres; retemplad vuestros aceros en aquella fragua, guerreros al viejo Atlas cargando todo un mundo sobre los hombros. Esa.
en quienes tiene puesta la patria su confianza, como guardianes fué una hora humana para el Libertador, que aún no se había de su honor y reivindicadores de su derecho amenazado.
elevado, en la suprema purificación de la amargura, desde el mon.
Acerquémonos todos a calentar los miembros ateridos de indi te más alto de la transfiguracióu histórica. Hoy no hay ya cómo ferencia o desaliento, al amor de aquel brasero que irradia luz de figurarlo, bi molde digno para vaciar su majestad. Imaginémosle vida. Allí está el pasado; palpita el presente, arderá allí lo que no más como en el festin austral, recorriendo a un andar precipiestá por venir.
tado, a paso gigantesco de cima en cima, las níveas alturas de los Bulle todavía en muchas vecas la sangre procera del héroe Andes, a lo largo del Continente libertado por él y deteniéndose que si honró en horas ya idas todas las actividades de la nación, on instante ante el airón de fuego de todos los volcanes, recorblasónala hoy de gracia y de virtud, y se conservará para el futuro dar aquel otro de San Mateo en que la mano del adolescente gracomo la reserva de muy nobles a uhelos. De allí seguirán surgien padino alzó la inflamada antorcha y alumbró los siglos, disipan.
do vestales que alimenten sin desmayar el fuego del patriotismo do, a sus fulgores, con la noche del pasado, las sombras que vela puro.
ban al Genio de América, Cuentan los aviadores que en los epacios más altos existe una zona donde no rigen ya las normas imperiosas que regulan nues.
GUILLERMO VALENCIA tra atmósfera circundante. Allí falta la física terrestre y comienza el imperio de las leyes aún no sabidas. Así en la Historia existe up plano snperior donde se Deutralizan las fuerzas en contraste. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica