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120 Repertorio Americano Otros sonetos de José. Eustasio Rivera Del tomo Tierra de Promisid, Bogotá. 1922.
Mr. Mac Donald, primer ministro, y Mr. Spowden, mi.
pistro del Tesoro? Neda. Dejaron a un lado los ásperos stejos socialistas y se pasean por los viejos caminos del liberalismo. Tal es el primer reproche de Lloyd George. Mas, en fin, babrá no poca gente que marche muy a gusta, por las viejas sendas liberales en pos del actual Gobierno de la Gran Bretaña. Ah! Pero ahí surge el segundo y contrario reproche del antiguo leader del liberalismo inglés. No creáis, no, en la aparente moderación de up Ramsay Mac Donald. Este Gabipete no hace más porque tiene en la sien el revólver de la oposición liberal. Espera, no obstante, el momento favorable acaso la absoluta mayoría parlamentaria que podrían darle upas próximas elecciones sólo con que se desplazesen a su faror el por ciento de los ciudadanos para emprender entonces «el grao ataque contra el orden social existentes. Es Mac Donald up hombre que, según dice, se conforma de mo.
mento con dar un solo paso. Pero si asienta bien el pie en una cueva Cámara con mayoría propia, entonces verá loglaterra cinco años de socialismo verdadero. Un solo paso me bastal. He ahí la fuerza de Mac Donald. Pudiera esta frase suya convertirse en el lema del hombre de acción. Por qué avanza tan poco. Por qué le dejan avanza: tanto? Estas dos exclamaciones se escuchap sucesivamente, y aun a veces juntamente. Un solo paso basta, porque si se da en firme, es el punto de partida para un nuevo paso. La Conferencia de Londres ha sido un paso. Un paso nada más. Nada de principios generales: sólo el esbozo de una simple operación fidad.
ciera internacional. Ahora, la Asamblea de la Sociedad de Naciones puede ser un segundo paso. Qué lejos estamos todavía de los anhelos socialistas de apa libre fraternidad entre los hombres y entre los pueblos! Pero a cada paso en el camino divisamos un poco más cerca la blancora luminosa de la cima.
diUn solo paso me basta. Este es el hombre de acción. Es el realista con idealidad, que taubién parece encarnar el presente momento histórico. Tributemos bin.
ceramente nuestra admiración a esa forma eficaz de la espiritualidad humana. al hacerlo po olvidemos, sin embargo, que hay otra forma, también legítima, de la humana espiritualidad: la del radical idealismo. El radi.
cal idealismo, incapaz de realizaciones, influye jodirectamente en las realizaciones, porque el propio hombre de acción recibe su fuerza de una vibración impalpable de la atmósfera moral que nos empaja a todos. de dónde proviene ese impulso difuso, esa vibración misteriosa. No será, por veptura, del febril latir de los corazones soñadores, llawieantes como antorchas, a quienes no basta un paso, di mil pasos, en su ímpetu ardiente, que por encima de las mezquinas realidades quisiera volar hasta las cumbres de la verdad y del amor. De pie, sobre la cúpula del farallón lejano, mi espíritu con toda la inmensidad confina; y abriendo al infinito su clámide argentina, la inspiración se tiende sobre la luz del llano. avanza, y a los giros del vuelo soberano, del horizonte surgen, en serie paulatina, palmeras Facadas, el río, la colina, y sigue ante mis ojos creciendo el meridiano.
Todo lo víl entonces el pensamiento mío estrecha hall6 la atmósfera y el ámbito sombrío.
Mas en el propio iostante que mi rebelde anhelo sofo violar los soles silentes de otro mundo, desde la pampa intermina vino un viento iracundo y elevó, con gran ruido, mis dos alas al viento. Cuando apagan los cielos su arrebol de verano desfallece mi alma con la luz vespertina; y al mugir de los toros en la loma vecina me contagia sus viejas pesadombres el llano. Entre azales laciérnagas fosforece el pantano; a mi diestra mi sombra, vacilante camina; y ante el santo lucero de la tarde se inclina una palma, en la ceja del poniente lejano. se quejan las razas. El paisaje esfuma y en mi ser y en los campos va cayendo la brama; sobre el cerro columbro de una hoguera el fadal, y al sentir que algo inmenso y angustioso me llena, lanzo un grito. entonces, compartiendo mi pena, se remonta una garza del borroso juncal.
17 Escueto y solo, donde el llano empieza, se tiende el cementerio campesino; y en la santa penumbra el vespertino viento, suspira. y la colmena reza.
Nadie viola sa mistica tristeza, nadie! en el invierno peregrino se dobla alguna cruz ante el camino y amanece llorando la maleza.
Va de noche, unas vacas compasivas, haciendo misteriosas rogativas, se echan por calentar las sepulturas; y convirtiendo al cielo sus ojazos ven una cruz de estrellas, cuyos brazos se abren sobre las huérfanaa llanuras.
26 Cubre el silencio la brufida arena que el ancho cauce al horizonte explaya; y allá en las selvas de azulina raya sube un cantar, bajo la luna llena.
Mientras la lipfa eu rumor serena, al par que el astro, la canción deemaya; y dulcemente en la bromosa playa se inunda el aire de ignorada pena.
Junto al reflejo que la hogaers enciende, están los bogas con atento oído; nadie escuchó lo que la noche entiendel Todog me ven con estupor, y en tanto que no perciben ni el menor ruido, sigue en mi absorto corazón, el canto. De la Torcera parte LUIS DE ZULUETA. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica