296 Repertorio Americano Un recuerdo y una hipótesis En el último tercio del siglo pasado organismos, otros, como Reclus, vanse circuir las costas del suspirado conti.
milenaria hipótesis, al atravesar la península he soñado en una hermosa tarde de julio, que fué ella en remotos tiempos asiento de un mar que pudo vivió en Riohacha el famoso sabio por los continentes abriendo cauces a pente, cuya existencia, de ser proba.
Eliseo Reclus, autor de una enorme y la sabiduría, arterias que son hoy el da, pondría término al problema del documentada obra de Geografía Uni. vehículo por donde circula la inquie. origen de las razas aniericanas. ex.
versal. Este suceso memorable, que tud moderna con febril precipitud. piicábame así aquella hipótesis: Atra.
debiera llenar algunas páginas de la Reclus, después del regocijo que viesa la Goajira una cordillera que historia colombiana, ha ido desvane debió brindarle el conocimiento de las va a morir en Castilletes; dijerase la ciéndose con el correr de los años, costas colombianas del norte, segura. irrupción de una naturaleza diferente, hasta el punto de que la labor del mente escaso de recursos, fundó un pues, desde su nacimiento, la superilustrado y paciente geógrafo francés colegio en Riohacha para distraer sus ficie peninsular bállase vestida de una anda perdida en la histórica villa, ocios y para dar pábulo a sus deseos, gruesa capa de arena imovediza tal como un recuerdo viejo e inútil, aso y así, en tan noble actividad, trascu. vez extendida por las olas sembrada ciada a las nustias glorias de una rrieron los días no se sabe cuántos de cactus y arbustos espinosos. No época inestimable y desconocida.
ofrecen sus costas acantilados di Es posible que en algupas de sus rocas de formación pétrea que puediligentes y apasionadas correrías dap animar el paisaje costanero, y a través del mundo, aquel enamo.
casi todas ellas son sitios aplace.
rado de la ciencia viniese a parar a rados, fuentes saliníferas que se nuestras costas con el sólo fin de brindan fáciles a la marea germinal añadir un capítulo a su monumen.
y regalap a la producción los más tal geografía, tan celebrada enton.
puros y variados cristales.
ces, cuando ni siquiera soñaba la Caminando aquella tarde por esas humanidad con los progresos mo playas que dora el sol y sacude el dernos, que habrían de poner en viento pordeste, repetíame la pre.
contacto fecundo a los más distangunta. fué esta península, en otro tes habitadores de la tierra, Pero; tiempo, asiento de un mar desapa.
cabe preguntar: Vino Reclus hasta recido por el capricho de la patu.
nosotros con un propósito determi raleza? Es posible, respondíame.
nado, o fué simplemente la casua.
En la terrible catástrofe que vino a lidad la que lo indujo a plantar sus mudar la fisonomía continental, las tiendas de investigador eu las esolas barrieron hasta la desoudez el cuetas playas del mar Caribe. Qué vientre de la península, porque en viento impropicio empujó su nave la aridecida extensión no medra hasta la península de la Goajira?
ninguna planta doble y la que crece No es fácil saberlo. Ni en los libros lleva vida precaria: pero, allí donde del sabio vi en la suerte de activi.
el suelo se muestra tan desagrade.
dades a que hubo de dedicarse du.
cido a la raigambre vegetal, la vida rante su permanencia en Riohacha, de los rebaños que a pacientan los se adivina la voluntad deliberada indígenas está asegurada por un de hacer obra especial. Apenas si clima saludable, y, muy especial.
habla en su Geografía de la Penínmente, por la calidad salina del sula y establece muy de paso sesu.
terreno.
das observaciones sobre las tribus Cría que pace, cría que crece, se indígenas que descastadas y diez.
ELISEO RECLUS reproduce y regala los beneficios madas la habitan aún, de su muerte. Ganado vacuno y aquéllas quiero referirme, copsa. hasta que logró reanudar sus peregri. caballar, cabras y ovejas constituyen grando antes a su autor una memoria naciones científicas. Creyó hallar cier.
una valiosísima riqueza en manos de tardía que ojalá se traduzca en reivin tas a Gpidades entre la cadencia del las tribus de indígenas que hacen una dicadora iniciativa y logre perpetuar griego y la del idioma goajiro; con.
vida errabunda en ese territorio. el tránsito ocasional por nuestras cos. signo su opinión sobre la estabilidad si no es la vegetación desmedrada la tas, de aquel cerebro vigoroso al que de los bancos perlíferos y, un día in. causa de tan portentoso milagro, si movió la más pura afección por la esperado como el de su llegada, aban. allí no crecen las gramíneas ni otras naturaleza y sus desconocidas mara. donó la histórica ciudad en medio del plantas de tan grande virtud alimen.
villas.
sentimiento de sus numerosos disci ticia, tienen que ser sin duda las coniCruzar un mundo para descubrir pulos. Por desgracia no queda oin. diciones salitrosas del terreno las que con los propios ojos una lejana pepín. guno de ellos para verificar la exacti. obran tan benéficamente en el des.
sula, o un lago de cristalina virgini. tud de este relato, que he recogido de arrollo animal. Ademas, si se perfora dad, enjoyado entre adustas e impe. labios indiferentes, la tierra, a muchas leguas de la costa, petrables montañas! Hé ahí una pasión Pensando en Reclus y en la Goa. brota agua salada.
excelsa, con cierto dulzor de romanti. jira, tierra que es toda ella una sola El mar, ese mar goajiro, hubo de cismo, como tantas otras de las que maravilla a pesar de su evidente este. extenderse wuy próximo a la sierra de conmovieron el siglo pasado, dignas rilidad, he ido a parar a los grandes los motilones. Cuánto tiempo hace que tan sólo de enseñorearse en los mági. problemas geográficos y, dado con la esto acaeció? Tal vez siglos de siglos; cos cerebros de Pasteur, Berpard y famosa Atlántida, sueño inconfirmado mas este problema, así como el del demás lipajudos de la Ciencia. Mien. de siglos.
origen de las castas goajiras, tan distintras unos persiguen en el laboratorio Sea que haya existido o no; tenga tas de las que moran en la Sierra Ne.
la parábola desconocida de los micro. o no tenga qué ver con la Goajira esa Para a la página no. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica