Individualism

228 Repertorio Americano ¿A qué debe Inglaterra su grandeza?
Análisis de la novela: Tom Brown School days J. GARCIA MONGE, que con su admirable esfuerzo intelectual, propaga las virtudes que aquí se gloritican INGLATERRA es considerada como la universidad del carácter.
En ninguna parte se presta más atención a la belleza del desarrollo mental y fisico de la adolescencia. El pensar y sentir por nosotros mismos, el analizar las más pequeñas cosas existentes, por conocidas que sean de todo el mundo, nos parecerán siempre cosas interesantes y hondas, vistas a través del asombro de nuestra alma.
La literatura inglesa es la que cuenta con mayor número de obras tonificantes para la voluntad.
Además de adornar y deleitar, el arte, crea con sus arquetipos nuevos seres y ambientes nativos en que pueden aquéllos crecer y desarrollarse.
La educación moral del niño y la del joven es alimentada con libros de un fondo sano, hondo y patriótico en extremo. Cuán rebosantes de salud y de belleza son los niñitos ingleses. Qué formas seductoras y esbeltas, qué perfiles de griegos. qué ojos puros, ostentan sus admirables jóvenes en la hora dichosa de la mocedad primera!
Los estudios minuciosos hechos a ese respecto sobre observaciones recogidas en el intervalo de cincuenta años a esta parte, demuestran que la perfección fisica es la cualidad distintiva de los adolescentes, que han frecuentado los colegios de Rugby, Eton y Harrow, o las universidades de Oxford y Cambridge.
Más que nobleza de sangre es la aristocracia inglesa, un alto exponente de la hermosura corpórea y de la donosura de las lineas.
Lo que da vida y fuerza a una raza o a una clase social determinada, es la higiene en las costumbres, el armónico equilibrio entre su capacidad y el ambiente propicio en que ella ha de actuar.
Pueden asegurarse estas excelencias de la juventud inglesa, cuando uno contempla sus colegios y sus universidades.
Aún sigue siendo cierta la visión que llevaba de la ideal Oxford, el viajero norteamericano, Nathaniel Hawthorne, cuando escribía extasiado en la noble belleza de la ciudad. El mundo a buen seguro no posee un otro sitio como Oxford; lo desespera a uno el haber visto semejante lugar y tener que abandonarlo luego; consumiría, no digo ya el trasunto de una vida, si no de varias, el comprenderlo y gozarlo a entera satisfacción. Noble y varonil ha de formarse el carácter del hombre para que su individualismo no sea antagónico a la sociedad, para que su tendencia a la autoridad no le lleve a ser absolutista y domine así a los demás, supeditado a intereses superiores. Cómo no ha de ser el joven aristocrata inglés agradecido en extremo a una civilización que le sugiere un plan tan sugestivo de mejoramiento práctico y una idea tan nítida de cómo debe conducirse en la vida?
Las quimeras sociales del presente, el desprecio del patriotismo no penetran en estos asilos de la cultura. El carácter nacional defiende sus fueros en las tradiciones del genio ancestral y en los moldes de la vieja estirpe clásica.
Notable ejemplo del precaverse la juventud de las pasiones que pueden destruirla, es el libro: Tom Brown School days (1856. Empieza Thomas Hughes, su autor, a remontar la genealogía de los Brown s, y su pasada por el patrio suelo, atentos siempre a mostrarse como ingleses de corazón. De costumbres bulliciosas, reservadas o tranquilas, estas sombras evocadas han dejado su impresión indeleble sobre el alma del escolar, cuyas andanzas en un gran colegio entra a describirnos el novelista muy luego.
El joven héroe tiene ante sí un espejo en qué solazarse: son las cualidades que hacen del inglés un ser típico e inconfundible.
Se deleita el histotiador noveleseo en el orgullo de sus compatriotas, en su vanidad nacional, en la tenacidad con que exponen su vida y su tranquilidad para defender sus derechos y en la tenacidad con que adelantan sus propósitos. Le atraen también cualidades más nobles y poéticas como ser: el desinterés, el amor al trabajo rudo, la morigeración de los instintos sensuales, la pasión por la justicia, la grave y honda preocupación religiosa, la resignación ante la adversidad, la presteza en la acción y el acatamiento a las enseñanzas que le brinda la experiencia de las cosas.
No menos bellamente ni con menos exactitud que en célebre libro sobre el carácter inglés por Emerson, se empeña el novelador en precisar las relaciones psicológicas que existen entre los anglo sajones de otrora y los ingleses modernos.
Pinta a su modo, ad usum delphini, la independencia excesiva, casi anárquica, que singulariza a aquellos rudos piratas y marinos de instintos indomables.
Además de estas cualidades concédeles también el autor entre sus superioridades, el amor al hogar y el respeto por la institución de la familia. hundiendo aún más su mirada en el pasado legendario casi, descubriría, cual el filósofo estadunidense, los verdes campos de la patria, poblada con trolls o duendes invisibles que trabajaban la tierra y la fecundaban a maravilla, apariciones éstas venidas del país escandinavo y desprendidas de su fantasmagórica mitología.
Trasponiendo estas imaginaciones al reino de las ilusiones; se posarían en la realidad actual y veríanse transformados a los trolls en la legión moderna de ingleses, trabajadores persistentes y enérgicos. Vive en verdad el imperio ensoñado de esos obscuros origenes en los actuales pescadores, conquistadores, globe trotters, misioneros, comerciantes, industriales, labradores de la moderna Inglaterra, civilizada hasta la saturación.
Tom Brown vive intensamente en su hermoso colegio, or nado de «viejas torres y agudas flechas. esmaltados su húmedos prados por florecillas multicolores, realzado el panorama del magnífico parque por floridas colinas desde cuyas metas se divisa siempre pintoresca la querida alma mater.
Dulce retiro es este hogar de Tom; poetas como Byron y Gray, sentiríanse felices de cantarlo en estrofas que aún conservan, para nosotros, toda la edad de los entusiasmos y de los ensueños.
Vive el niño Tom en un sitio donde la naturaleza conserva vivo su imperio entre robles, olmos, fresnos y coníferos de todas clases. El bermejo de los ladrillos de que está construido el colegio, se esconde tras las trepadoras de rosas, de hiedra o de madreselva. Todo concurre a que la vivienda temporal de Tom sea un dechado de gracia, de poesía y de intimo encanto.
Asistimos a las peleas que tienen entre sí los inglesitos; les advertimos poco amigos del estudio, penetramos las costumbres a menudo bárbaras que dominan aún las tradiciones escolares inglesas, donde los mayores esclavizan a los más pequeños. Tom gana sus espuelas de caballero en una lucha magistral: su destreza en defenderse, su altivez de carácter y su corazón anorante de los recuerdos de un hogar que nunca Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica