118 Repertorio Americano En Mis Flores pasa revista a su jardín para escoger sus favoritas: Poesías sobre la Naturaleza la avirgen Primavera (1) dirige este canto triunfal. Mis flores son las que brotan de un boodo surco terroso cuando las ojeras cava la fiebre fecunda y fuerte; esas son las flores pardas de perfume acre y sabroso que engendra el mal de la vida para ofrenda de la muerte. Tú, Primavera, que eres la diosa de los retoños. Tú, que serepas las aguas claras como cristales. desparramas el rubio trigo sobre el tejado donde se escuchan tiernos gemidos arrulladores, y se lo ofreces a las torcazas seco y dorado para que tejan el dulce nido de sus amores. Hay algo de la excentricidad baudelariana, en esta estrofa fuerte; el sentimiento extraño que delata, ba hecho decir a la poetisa. entre lo raro y lo bello, prefiero lo raro. Este pensamiento es una de las avepidas que conducen a su espíritu nostálgico. Poesías eróticas de esta suerte ascendente en bellezas y elogios, sigue invocando la estación de la esperanza, hasta compararla con la primavera de los amores. Obsérvese que toda esta pintura tan fiel de la primavera, sirve para precisar por comparaciones, la hermosura de un sentimiento. Este procedimiento poético lo emplea en muchas otras poesías a la Natura. En otra, pinta al crepúsculo, terminando con esta reflexión moral. Nuestros poderes intelectuales y activos aumentan con nuestra afección)
EMERSON.
Tras la distancia se oculto la lumbre que hizo brillar unas pupilas negras, y una vida se apaga poco a poco, marchitada por las sombras y las penas. La música de Grieg, notablemente Poeme erotique, es la que mejor conviene asimilar a estas poesías de (un amor alemán que no han sentido los alemanes. Quién puede escapar a los «deslumbramientos del amor. todos roza el divino sentimiento y a todos deja como a la rubia Psiquis, abandonados y amargamente tristes.
Veamos lo que nos cuenta del país etéreo de Cupido ptiestra poetisa, a la vez tan sensible y tan marmorea.
Triunfal e Invicta son las huellas sentimentales de escenas de la vida del corazón. En Triunfal, Cupido, alegre y victorioso, parece desplegar, cual colibrí, sus alas encantadas, que, a poco, recostado grácilmente sobre el olímpico césped, le ha ceñido la divina Afrodita.
Canta la poetisa: En el poemita XIV, vuelve la poetisa a las blancas visiones. a sus ondigas queridas que la llevan por el mar fascinador.
Un vivo sentimiento de la poesía natural sugiere Las Selvas. La vida primitiva, pomade, fascina a nuestra autora; la selva con sus indescriptibles bellezas, sus pen.
dieptes onduladas, orladas de árboles gigantes, las vistas que se extienden a través del follaje entrelazado, la voz del infinito que entona ese verde de vida de los prados salvajes, la emoción que enciende el silencio augusto y vital de los grandes bosques, todo ese sublime natural, es más que el salón con su luz artificial, el ambiente que ama María Eugenia Vaz Ferreira, y por ello lo capta tan sentidamente.
Escuchad estas estrofas, si no es cierto lo que digo. Al bardo de rimas aurorales, de plectro de oro y de gloriosi mente, que al entonar tus cánticos triunfales tienes pimbos de luz sobre la frente. En todas las estrofas imprime el amor su sello vigo.
roso y pasional, hasta esta invitación suprema:. Me voy a las incógnitas praderas, a las vegas desiertas y remotas donde son las alegres primaveras un caos de relámpagos y notas. Vamos los dos a desatar el vuelo de nuestras anchas y potentes alas hacia el confin donde despliegue el cielo la magnífica pompa de sus galas. Donde retrata el sol sus iris vivos en las gotas que el céfiro desfiloca, y en que moja la flor de los ceibos la púrpura sedienta de su boca.
donde la nota victoriosa y fuerte de los clarines el vibrante coro dando la diada del amor despierte nuestros sueños de púrpura y de oro.
Yo haré latir tus fibras más sensibles con mis hondas y ardientes fantasías y me darás en versos vigorosos de tu voz las soberbias melodías.
Donde pueda vagar eternamente por las selvas incultas y olorosas, con los rizos al aire y con la frente coronada de pámpanos y rosas. encendiendo los mustios arreboles con nuestros rayos fuertes y fecundos, viviremos los dos como dos soles alumbrando las almas y los mundos.
Después de la selva, admira el jardín apomposo de colores donde pasa la tarde suavemente inmensa. Allí hay luz, hay cantos y upa dulce visión de primavera. Luego compara al jardín, el alma abierta a las sensa.
ciones.
Este poema de amor elevado, trae al recuerdo el afecto de la sublime Hipatia de Alejandría por el soberano se.
fior de la sabiduría, Apolo el divino; es un amor casi (1) Expresión de Pedro Naon, poeta argentino, autor de Eglantinas. Pasa a la página 12. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica