Democracy

242 Repertorio Americano sados árabes. Pero en realidad mis progresos eran sieur Fatah, que sólo conocía los periódicos francedebidos al gran número de palabras árabes idénticas ses, inferiores en mucho al gran diario argentino.
a otras españolas; y principalmente a la inteligencia. Esto le dije, lleno de orgullo es uno de los y las aptitudes docentes de mi inolvidable maestro. diarios más importantes que se publican en español. Hace de todo esto trece años. Ignoro si el exce ante el azoramiento del buen monsieur Fatah, lente monsieur Fatah vive o no. De todas maneras, que tal vez estaba avergonzado de ignorar a la Rees indudable que no tendrá noticias de este artículo. pública Argentina, empecé a explicar aquellas págiBuenos Aires, Argel. dijérase que ambas ciudades nas que él no podía comprender, porque desconocía pertenecen a dos mundos absolutamente desconocidos el español.
uno de otro. Aquí tiene una imagen concreta dije, lleno de. Bien. El caso es que mi maestro, en una de mis patriótico orgullo y de entusiasmo de la fuerza, de primeras lecciones, me preguntó por mi país. Mi asom la riqueza y de la cultura argentinas.
bro fué inenarrable al enterarme de los conocimien Mientras volvía lentamente las hojas del gran diatos geográficos de aquel director de escuela, que rio, le mostraba a mi maestro los telegramas de todo había representado a la enseñanza argelina en un el mundo y de nuestras provincias, los artículos de congreso pedagógico celebrado en París, que había eminentes escritores extranjeros, las informaciones de publicado buenos textos y había sido periodista. la Bolsa y del puerto, la crónica del delito, el diario Pero la América forma una nación o dos? entero, en una palabra. Como siempre, nada faltaba En América hay diez y nueve naciones, mon allí, y para mejor era uno de aquellos compactos y sieur Fatah.
formidables números de los domingos, cuando aun Mi profesor lo ignoraba en absoluto. El crela que no existía el suplemento separado.
la América constituía una sola nación y que, hace Monsieur Fatah me escuchaba mudo y sus ojos algunas décadas, el norte había estado en guerra africanos devoraban las páginas del gran diario. Yo contra el sur por causa de la esclavitud de los ne estaba emocionado. Aquello evidenciaba la importangros. Como se ve, confundía a toda la América con cia de mi patria, tan desconocida en Europa por enlos Estados Unidos y no tenía la menor noticia, ver ces, tan ignorada por los ingleses y los alemanes daderamente la menor noticia, de la existencia de que vivían en aquel hotel. cuando terminé, dije: esta infeliz América española. Aquí tiene usted lo que es la República ArgenPero ustedes me preguntó desorientado. por tina. Un país que realiza estos esfuerzos de cultura qué hablan español?
y de trabajo es una gran nación. Qué idioma cree usted que debíamos hablar. En efecto asintió el pobre monsieur Fatah, monsieur Fatah?
abrumado por mis pruebas. mientras yo saboreaba El inglés.
mi triunfo y sentia como si algo hubiese en mí de la. Pero, monsieur Fatah exclamé. quién descu grandeza argentina, monsieur Fatah humildemente, brió la América. No fué Cristóbal Colón?
me dijo: Yo hice la segunda pregunta temiendo que mi. Quiere prestarme este diario? Voy a mostrarprofesor ignorase aquello.
selo a mis amigos periodistas de Argel, para que seEn efecto contestó él.
pan cómo se trabaja en América. bueno. cómo pudo realizar su viaje. Qué nación le protegió?
MANUEL GALVEZ Pero monsieur Fatah no estaba mejor enterado de nuestra historia que de nuestra geografia.
Entonces yo le di una conferencia. Hablé de la República Argentina, de cuya existencia no tenia Como un cuento Mr. Fatah sino una muy vaga idea: de nuestro porvenir y de nuestras riquezas; de cuanto habíamos hecho por la libertad de nuestros hermanos; de BueSe ha roto como un vaso sagrado, nos Aires, de nuestros grandes hombres, de la libe.
aquel poema que en silencio tejimos.
ralidad de nuestras leyes, de la democracia argen¿Recuerdas lo que hubimos soñado tina. Monsieur Fatah me escuchaba extático, como si lo mucho que siempre nos dijimos?
un mundo entero, para el desconocido, estuviese surgiendo ante sus ojos. No tengo el don de la pala Tus promesas que son niebla deshecha, bra, pero en aquel momento el amor a mi patria me fueron el aleteo sutil en otros días.
había dado una cierta elocuencia. Yo no estaba saHoy queda flotando alguna fecha tisfecho, sin embargo. Pensé que mi profesor podría en el hastío grisáceo de las horas mías.
no creerme. Necesitaba una imagen de la grandeza argentina. Quería que mi profesor viese por sus proFué estrella azul la que encendiste pios ojos alguna cosa material que le revelase nues.
cuando mi alma estaba triste tra cultura y nuestra capacidad de trabajo. No tenía y tú le hablabas de cosas delicadas.
libros, alli en aquel hotel, tan lejos de mi Buenos Aires. Cómo hacerle ver a monsieur Fatah. así, un tanto adormecida, indiferente, De pronto resolvi el problema. Aquella mañana me conforto, pensando que la vida había recibido unos números de LA NACIÓN. Corri a es un maravilloso cuento de hadas!
mi departamento y puse uno de ellos ante los ojos de mi profesor.
CLARA DIANA. Qué es esto? me preguntaba asombrado mon (Costa Rica, 1924. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica